La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha advertido al presidente chino, Xi Jinping, de que las relaciones entre la UE y China “han alcanzado un punto de inflexión” ante el inasumible desequilibrio comercial. “Reequilibrar nuestras relaciones bilaterales es esencial porque, para ser sostenibles, las relaciones deben ser mutuamente beneficiosas”, ha señalado la jefa del Ejecutivo comunitario durante uno de los encuentros de la cumbre UE-China, que se celebra este jueves en Pekín.
La visita de la alemana, que viaja junto al presidente del Consejo, António Costa, no deja de momento ningún anuncio sustancial. Era el guion previsto. La cumbre coincide con el simbólico aniversario de los 50 años de relaciones diplomáticas entre la UE y China, pero llega en un momento en que los lazos están muy tocados, a medida que crece la lista de agravios mutuos, sin que parezca que haya soluciones a la vista.
El encuentro, celebrado en el Gran Salón del Pueblo, el edificio que alberga los grandes eventos en Pekín, en uno de los flancos de la plaza de Tiananmen, ha estado plagado de palabras bienintencionadas. Xi ha alabado los “fructíferos resultados” del medio siglo de relaciones, y ha animado a ambas partes a “respetarse mutuamente, buscar terrenos comunes dejando a un lado las diferencias, mantener la apertura y la cooperación, y procurar beneficios mutuos y ganancias compartidas”, según la lectura oficial del encuentro difundida por Pekín.
Desde el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, con su agenda tarifaria impredecible y sus zapatazos al vínculo transatlántico, China ha intensificado su cortejo de la UE, consciente de que hay una oportunidad para mejorar las relaciones. También busca mercados alternativos para sus productos ahora que Estados Unidos levanta una tapia proteccionista. Pero muchos en la UE observan que, más allá de las palabras, Pekín no ofrece soluciones reales cuando se le presenta la extensa lista de peticiones.
Ante el dirigente chino, Costa ha asegurado que la UE “sigue comprometida con la profundización de [la] asociación bilateral”, y ha expuesto que se requieren algo más que palabras para que los vínculos mejoren: “Necesitamos avances concretos en cuestiones relacionadas con el comercio y la economía”.
Desde la UE se protesta porque el acceso de las empresas europeas al mercado chino sigue siendo difícil, y persisten las prácticas de dumping. Entre 2020 y 2024, la Comisión ha abierto 79 investigaciones por este motivo y de ellas 44 tenían a China en el punto de mira, el 55,7% del total. El déficit de balanza comercial superó en 2024 los 300 billones de euros.
Tras exponer la incertidumbre y volatilidad de la escena geopolítica, Costa le ha recordado el otro punto que Bruselas considera acuciante: “Pedimos a China que utilice su influencia sobre Rusia para que respete la Carta de las Naciones Unidas y ponga fin a esta guerra de agresión contra Ucrania”.
En la nota emitida por Pekín no hay ninguna referencia a Ucrania o Rusia, ni alusiones directas a concesiones concretas en materia de comercio. Xi ha reclamado que los líderes de ambas partes demuestren “visión” ante “la acelerada transformación global no vista en 100 años y un mundo cambiante y turbulento” (su expresión críptica habitual para hablar de un mundo volátil) y ha recordado que ambas partes “abogan por el multilateralismo”, algo a lo que Costa también ha hecho referencia para pedir más compromiso a la hora de frenar la invasión rusa de Ucrania. “Cuanto más desafiante y compleja sea la situación internacional, más necesario será para China y la UE reforzar la comunicación, acrecentar la confianza mutua y profundizar la cooperación”, ha destacado Xi.
Parece poco probable que Bruselas obtenga de momento compromisos tangibles de que China buscará reducir el “insostenible” déficit comercial, ni de que cesará en su calculado equilibrio escorado hacia Rusia. Tampoco se espera que Pekín logre concesiones europeas sobre los aranceles a sus coches eléctricos, una de sus grandes reivindicaciones. Las cosas, el día después de la cita, previsiblemente seguirán más o menos como hasta ahora.
El encuentro con Xi, celebrado por la mañana, era la entrevista importante de la jornada, en la que Bruselas esperaba desbrozar el camino con un diálogo de visión macroscópica. La parte europea le da valor a este contacto cara a cara. Tocaba, por turno, que la cumbre se celebrara en Bruselas. Pero dado que China solo pretendía enviar a Europa al primer ministro, Li Qiang, se cambió de localización para poder cerrar un encuentro de altos vuelos con el máximo mandatario.
Von der Leyen ha recordado en la entrevista con Xi uno de los pocos puntos en los que China y la UE bailan acompasados: “Sobre el tema crucial del cambio climático y la protección del medio ambiente tenemos una agenda positiva”. Ha asegurado que ambos comparten un fuerte compromiso con el Acuerdo de París ―del que Trump anunció la retirada de Estados Unidos en enero, nada más asumir el cargo― como marco para combatir el calentamiento global, y ha expresado su confianza en el “éxito” de la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebra en noviembre en Belém.