Casi una década después del escándalo del Dieselgate, la manipulación de las emisiones contaminantes en millones de vehículos ha dejado un saldo devastador: más de 120.000 muertes prematuras y un coste que asciende a 760.000 millones de euros para la Unión Europea desde 2009, según informa el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA, en sus siglas en inglés). Mientras tanto, las autoridades estatales muestran una notable vacilación frente a una industria automotriz que aún ejerce una gran influencia, y medidas como la implantación de zonas de bajas emisiones siguen siendo fuente de acaloradas divisiones en la sociedad.