La australiana Erin Patterson, de 50 años, ha sido declarada por un jurado este lunes culpable del asesinato de tres familiares ancianos de su exesposo con una comida contaminada con setas venenosas e intentar asesinar a un cuarto, en un caso que ha conmocionó Australia. Patterson es culpable de los muertes de su exsuegra, Gail Patterson, su exsuegro, Donald Patterson y la hermana de Gail, Heather Wilkinson, así como del intento de asesinato de Ian Wilkinson, esposo de Heather.
Los cuatro se habían reunido en la casa de Erin Patterson en Leongatha, un pueblo de unos 6.000 habitantes a unos 135 kilómetros al sureste de Melbourne, donde la madre de dos hijos les sirvió sándwiches individuales de ternera Wellington que posteriormente se descubrió que contenían setas tóxicas. Patterson se declaró inocente de todos los cargos, alegando que las muertes fueron accidentales.
El juez no ha dictado sentencia aún. La condenada se enfrenta a una pena máxima de cadena perpetua. El juicio de 10 semanas en Morwell, una ciudad a unas dos horas al este de Melbourne, donde Patterson había solicitado que se viera el caso, atrajo un gran interés mundial. Los medios de comunicación locales e internacionales acudieron a la Sala 4 del Tribunal de Magistrados de Latrobe Valley, el tribunal más cercano al domicilio de Patterson, a pesar de haber sido advertidos de largas demoras.
La fiscalía, encabezada por la abogada Nanette Rogers, declaró ante el tribunal que Patterson había empleado engaños para asesinar a sus invitados. Primero, inventó un diagnóstico de cáncer para atraer a los cuatro invitados al almuerzo, envenenándolos mientras se servía una porción no contaminada, declaró Rogers ante el tribunal.
Patterson mintió entonces diciendo que también estaba enferma por la comida para evitar sospechas, antes de finalmente embarcarse en un encubrimiento cuando la policía comenzó a investigar las muertes, intentando destruir pruebas y mintiendo a la policía, según la fiscalía.
Patterson, quien declaró durante el juicio haber heredado grandes sumas de dinero de su madre y abuela, contrató a un equipo legal de cuatro personas, liderado por Colin Mandy, uno de los mejores abogados penalistas de Melbourne. Ella fue la única testigo en su defensa y pasó ocho días en el estrado, incluyendo cinco días de contrainterrogatorio.
Patterson relató ante el tribunal su lucha de toda la vida con su peso, un trastorno alimentario y baja autoestima. Había mentido sobre tener cáncer no para atraer a los invitados al almuerzo y matarlos, sino porque buscaba su ayuda para contárselo a sus hijos y le daba vergüenza decir que en realidad planeaba someterse a una cirugía para bajar de peso, declaró ante el tribunal.
El jurado, compuesto por siete hombres y cinco mujeres, se retiró el 30 de junio y tardó una semana en emitir un veredicto.