La imagen es tan realista que provoca un rechazo visceral. Un grupo de 12 maniquíes a bordo de un bote, con sus chalecos salvavidas y sus pieles oscuras, ardía en la noche del jueves en una de las gigantescas hogueras que la comunidad protestante de Irlanda del Norte enciende a mediados de julio, para celebrar la victoria de Guillermo de Orange contra el católico Jaime II en 1690. El mensaje era evidente: el odio hacia los migrantes irregulares que intentan cruzar el canal de la Mancha para alcanzar las costas del Reino Unido. Pegado a la enorme pila de tableros de madera que alimentaba la hoguera, dos carteles: Stop the Boats (Detengamos los Botes, en referencia a las pequeñas embarcaciones), y Veterans Before Refugees (Veteranos antes que Refugiados), para alimentar la idea de que el Gobierno gasta más en acoger a los solicitantes de asilo que a su población más vulnerable.
La policía ha abierto una investigación por un posible delito de odio contra el grupo de ‘lealistas’ (loyalists, como se denomina a los grupos más activos pro-británicos y unionistas) de la localidad de Moygashel. La Asociación de Hogueras de Moygashel ha defendido su particular obra como un modo de expresar “su rechazo a la crisis actual de la inmigración ilegal (sic)”.
“La policía está aquí para ayudar a los que se sienten vulnerables, y para proteger la seguridad de todos los ciudadanos”, ha afirmado un portavoz del Servicio de Policía de Irlanda del Norte.
La mayoría de las formaciones políticas y las instituciones religiosas y sociales norirlandesas han expresado su rechazo por la hoguera de Moygashel.
“No tiene nada que ver con nuestro modo de entender la cristiandad o con la cultura protestante. Es algo inhumano y profundamente subcristiano”, ha dicho John McDowell, arzobispo de Armagh y primado de la Iglesia de Irlanda, de denominación anglicana.
Unas 300 hogueras arden entre el jueves y el viernes por toda Irlanda del Norte. Son las celebraciones previas a los desfiles del 12 de julio por la Batalla de Boyne, en 1690. Una fecha clave para entender los sentimientos más encendidos de la comunidad protestante.
Tanto los representantes políticos unionistas como los republicanos han condenado el incidente. Las hogueras, ha dicho un portavoz del Partido Democrático Unionista, “son una tradición cultural e histórica que parte de las que se encendieron para dar la bienvenida a Guillermo III”, señalan, “pero poner en ellas banderas, figuras u otros objetos no forma parte de la tradición ni debería ocurrir”, ha añadido.
Más duro ha sido el diputado del Sinn Féin Colm Gildernew, que ha definido lo ocurrido como “un acto absolutamente despreciable, alimentado por actitudes racistas y de extrema derecha enfermizas”.
La Asociación de Hogueras de Moygashel ha desafiado todas estas críticas: “Seguiremos resaltando aquellos asuntos que tienen un impacto sobre nuestra comunidad y nuestro país. La hoguera de este año no debería ser contemplada como algo racista, amenazante u ofensivo. Las celebraciones de Moygashel en torno a las hogueras siguen siendo un evento familiar y amable”, ha dicho.
No es la primera vez que las hogueras, y lo que en ellas arde, son objeto de polémica. Carteles ofensivos, banderas o imágenes ya han sido quemadas con anterioridad, en busca de la provocación. Pero el asunto de la inmigración irregular, que también ha contaminado el debate político de Irlanda del Norte, es especialmente sensible.
El mes pasado, la localidad de Ballymena, con apenas 30.000 habitantes, vivió varias jornadas de violencia callejera, con vehículos, neumáticos, contenedores y escaparates de comercios incendiados. Más de 30 policías resultaron heridos en los enfrentamientos con centenares de vándalos que se lanzaron a las calles a la caza de inmigrantes. Dos menores de origen rumano habían sido acusados de agredir sexualmente a una menor.
Y la rabia xenófoba desatada el verano pasado en varias ciudades inglesas por la muerte de tres niñas a puñaladas en Southport también llegó a Irlanda del Norte. La violencia sectaria entre protestantes y católicos ha sido ahora sustituida por un nuevo tipo de odio contra el migrante.
El incidente de Moygashel ha ocurrido en el mismo día en que el primer ministro británico, Keir Starmer, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, firmaban un acuerdo histórico para la devolución al continente de los migrantes irregulares que llegan a las costas inglesas desde las playas francesas. La crisis de la inmigración acorrala al Gobierno de Starmer, y se ha convertido en el combustible político de la derecha populista de Nigel Farage, y el modo de ventilar la rabia acumulada de los grupos protestantes más fanáticos de Irlanda del Norte.
“Todas las personas que ahora nos critican son los mismos que respaldan al grupo Kneecap [procesado por lanzar proclamas a favor del IRA y de Hamás]. Cuando lo hacen los republicanos es una forma artística de expresión. Cuando los hacemos los unionistas, se trata de otro modo”, protestaba Jamie Bryson, un conocido lealista, según ha recogido UTV News.