Rusia ya ha iniciado movimientos en el frente de guerra para una nueva gran ofensiva de verano. Así lo aseguran analistas militares ucranios y occidentales, y así lo ha reiterado esta semana Volodímir Zelenski. El presidente ucranio sostuvo el 27 de mayo que las tropas rusas tienen cuatro objetivos en esa nueva campaña: avanzar en la provincia ucrania de Sumi, en el norte; asediar las ciudades de Kostiantinivka y Pokrovsk, en la provincia de Donetsk; y, desde el sur, intentar poner un pie en la provincia de Dnipró, una región que también forma parte de los planes imperialistas del Kremlin.
Son muy pocos los que creen que las negociaciones abiertas este mayo para un alto el fuego temporal llegarán a buen puerto. La segunda reunión entre las delegaciones de los dos contendientes se celebrará previsiblemente este lunes en Turquía; pero las propuestas maximalistas rusas, que incluso exigen tener más territorios bajo su control, indican que el presidente ruso, Vladímir Putin, no tiene intención de cesar las hostilidades. Así lo creen tanto los Gobiernos aliados de Kiev como la Comisión Europea o el propio Zelenski.
Rusia no cede en sus demandas para aceptar una tregua. Por ejemplo, exige que las tropas ucranias se retiren de las cuatro provincias que tiene parcialmente ocupadas: Lugansk (prácticamente en su totalidad en manos rusas), Donetsk, Jersón y Zaporiyia. Según los análisis de medios independientes rusos como Mediazona, el número de soldados del invasor fallecidos alcanza como mínimo los 110.000. En el lado ucranio, la cifra superaría los 75.000. No hay datos oficiales por parte de los dos bandos, pero ambos números se basan en muertes comunicadas en redes sociales, documentos públicos o esquelas. La cantidad de muertos en combate seguro que es mucho mayor porque hay decenas de miles de soldados desaparecidos. Naciones Unidas estima que casi 13.000 civiles murieron en los más de tres años de guerra.
“Mientras el Kremlin insiste en que está preparado para la paz, la evolución en el campo de batalla muestra una historia diferente”, señala Mikola Bielieskov en un análisis publicado este mes por el centro estadounidense de estudios Atlantic Council. Este investigador del Instituto Nacional de Estudios Estratégicos, organismo dependiente de la presidencia ucrania, asegura que “la próxima ofensiva rusa de verano puede ser la más letal”.
Hay indicios de que ya ha empezado, pese a que todavía quedan semanas de lluvias diarias en Ucrania, lo que enfanga el terreno y dificulta el movimiento de los blindados de infantería, tan necesarios para operaciones de asalto. Iiulia Mendel, exportavoz de Zelenski, aseguró el miércoles en sus redes sociales que “la ofensiva rusa de verano ya está en marcha”. “Han tomado en una sola semana 100 kilómetros cuadrados, [son] los primeros avances de esta envergadura desde el invierno”, señaló. Las operaciones de asalto del invasor han aumentado durante el mes de mayo un 41%, según datos de Mendel.
Bielieskov detalla que la táctica rusa continúa centrándose en asaltos que se pagan con elevadas bajas, pero concede que las tropas del Kremlin están “evolucionando cada vez más en el uso de motocicletas y otros vehículos [pequeños y rápidos, como quads] para infiltrarse en las líneas de defensa”. Esto, indica el experto, viene precedido de apoyo con bombas aéreas, drones y artillería en número superior al ucranio.
La mejor baza con la que cuenta Kiev es lo que Bielieskov define como “la muralla de drones”, es decir, la saturación del frente con estos aparatos. Ambos ejércitos copan cada kilómetro de la zona de combate con drones de observación y de ataque, haciendo harto difícil el movimiento de tropas y provocando que los avances del atacante sean mínimos.
Es por eso que Jack Watling, investigador del británico Real Instituto para Estudios de Seguridad y Defensa (RUSI), opina en un documento publicado este mayo que la campaña rusa de verano no podrá ser considerada una ofensiva al uso: “La palabra ofensiva implica maniobras rápidas con grandes unidades mecanizadas. Rusia no tiene la capacidad suficiente para operar en este sentido. Esta ofensiva de verano probablemente tendrá un inicio más suave con un progresivo incremento de asaltos. Hay señales de que ya ha empezado”, subraya.
Una de estas señales, apunta Watling, es la intensidad de los bombardeos de largo alcance en los últimos días contra ciudades alejadas del frente. Según el experto del RUSI, esta estrategia busca desmoralizar a la población y destruir bases logísticas que suministran recursos a los regimientos en el frente.
Pese a las palabras de Watling sobre una ofensiva rusa limitada, lo cierto es que los 100 kilómetros cuadrados tomados en la última semana por Moscú son un salto cualitativo del invasor en el último medio año. Este terreno conquistado se distribuye entre la frontera ucrania de la ciudad de Sumi con Rusia, en otro sector fronterizo, al norte de Járkov, y en los alrededores de la ciudad de Kostiantinivka. Zelenski confirmó que el ejército ruso está llevando a cabo las órdenes de Putin de controlar una zona “de protección” en torno a Sumi, de unos 10 kilómetros de ancho en la frontera con esta urbe, para evitar nuevas incursiones ucranias en la provincia rusa de Kursk, que fue objetivo en el verano de 2014 de un intento de invasión por parte de las Fuerzas Armadas Ucranias. El terreno ruso bajo control ucranio hoy es marginal.
Tanto Zelenski como expertos militares opinan que estas “zonas de protección” fronterizas persiguen el objetivo estratégico de desviar tropas ucranias de los enclaves más codiciados por el Kremlin: en concreto, la provincia de Donetsk.
Black Bird, grupo finlandés de análisis de la guerra ucrania, estima en un informe del 28 de mayo que el progreso ruso en Kostiantinivka y Pokrovsk (Donetsk) ha sido “relativamente rápido” y puede plantear serios problemas para las defensas ucranias en las próximas semanas. El principal reto para el ejército ucranio es mantener las redes logísticas hacia estas dos ciudades. Los rusos llevan desde 2024 avanzando lentamente en ambos municipios para aislarlos por tres flancos, y han conseguido que las carreteras de acceso desde la retaguardia ucrania estén a merced de sus drones.
Clave para tomar Kostiantinivka será la plena ocupación del vecino municipio de Chasiv Yar, un bastión elevado que ha servido de parapeto para contener el avance ruso en Donetsk desde hace más de un año. Las tropas del Kremlin controlan ahora un 80% de este pueblo totalmente arrasado por los combates.
Black Bird también señala que Ucrania deberá defenderse con un uso más eficiente de la munición. El principal contratiempo para Kiev es que la Casa Blanca de Donald Trump evita entregarle nuevas partidas de ayuda militar y el arsenal que recibió del Gobierno de Joe Biden se terminará previsiblemente este verano. Lo que sí continúa recibiendo Ucrania de EE UU son datos de inteligencia sobre el lanzamiento de misiles y la localización de centros logísticos y bases enemigas.
Falta de soldados
Otro obstáculo para las Fuerzas Armadas de Ucrania es la falta de soldados. Las dificultades para reclutar a hombres en edad de movilización son evidentes en el frente, como han admitido multitud de unidades militares entrevistadas por EL PAÍS en el último año. Serhii, oficial de la 3ª Brigada de Asalto ucrania, una de las mejores del país, confirmaba la semana pasada que sus hombres pueden estar en primera línea una media de 40 días sin rotar. En 2022, las rotaciones podían ser cada cuatro o siete días.
“Los rusos atacarán probablemente con toda su fuerza durante el verano [a partir de junio, cuando disminuyen las lluvias] y hasta el otoño, presionando a los ucranios en un amplio territorio del frente”, indica Black Bird, y augura asimismo que “los acontecimientos en el campo de batalla también afectarán a las negociaciones [de paz]”. Kirilo Sazonov, destacado politólogo y militar ucranio, afirmó el 8 de mayo en el informativo de televisión público TSN que el marco que contemplan las autoridades ucranias es que no habrá negociaciones serias de paz hasta pasado el otoño.
Cuanta más fuerza tenga Rusia, más difícil será que ceda en sus exigencias. Zelenski estima, según detalló el 27 de mayo en un encuentro con medios ucranios, que el Kremlin tiene margen suficiente para proseguir la guerra hasta junio de 2026. En el verano del próximo año, según confía el mandatario ucranio, la economía rusa ya no podrá sostener la maquinaria de guerra, diezmada por las sanciones y el coste del conflicto. El Gobierno del país invasor y analistas rusos creen que su ejército tiene margen para mantener la intensidad ofensiva actual para el próximo año y medio.