El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, han irrumpido en la negociación comercial entre los dos lados del Atlántico en las últimas horas. Este domingo, después de una semana intensa de contactos entre los diversos negociadores responsables, ambos líderes han mantenido una conversación telefónica en el marco del objetivo marcado de “conseguir algo antes del 9 de julio”, según Bruselas.
Sobre la conversación no ha habido ningún comunicado oficial, tampoco en las redes sociales a las que suele recurrir Von der Leyen para informar de este tipo de llamadas. Un portavoz comunitario se ha limitado a decir que fue un “buen intercambio” y que se enmarca en los constantes contactos que mantiene Von der Leyen también con los líderes europeos. “Se está trabajando al más alto nivel político y en los niveles técnicos”, remacha la Comisión, muy reacia a dar detalles de unas negociaciones plagadas de incertidumbres, a pesar de que la fecha límite se cuenta ya en horas.
“Nosotros seguimos trabajando con el plazo del 9 de julio, con la intención de lograr para entonces, como mínimo, un principio de acuerdo con Estados Unidos”, ha insistido el portavoz comercial, Olof Gill, según el cual, sobre todo en la última semana, con la visita a Washington del comisario de Comercio, Maros Sefcovic, se han logrado “avances sustanciales hacia un principio de acuerdo”. El objetivo final, ha agregado, sigue siendo el mismo que cuando estalló la amenaza comercial y se comenzó a negociar: “Lograr un buen acuerdo para las empresas europeas, los consumidores y la economía global”.
Pero no es la UE el único frente que tiene abierto Washington en su guerra comercial: Japón, Tailandia o Corea del Sur son algunos de los socios comerciales estadounidenses con los que siguen abiertas las negociaciones. Y varios de ellos empezarán a saber más cosas a partir de este lunes. El propio presidente estadounidense anunció, a través de su red Truth Social, que este lunes empezarían a llegar las cartas sobre “tarifas y/o acuerdos” a partir de las 18.00, hora europea, a la contraparte negociadora.
En esas cartas, en teoría, la Administración de Estados Unidos anunciará a sus contrapartes los aranceles que les impondrá a partir del 1 de agosto, tras la ronda negociadora, según explicó este domingo el secretario del Tesoro, Scott Bessent. Bruselas se ha negado a hacer comentarios sobre este punto argumentando que ni siquiera ha recibido aún la supuesta misiva y ha indicado que lo que quiere decir con ello Washington es una pregunta que se debe dirigir, precisamente, al Gobierno estadounidense que juega a los equívocos.
Fuentes europeas se mostraban optimistas este lunes acerca de la posibilidad de que en estas 48 horas se alcance un acuerdo. Casi todos los Estados miembros desean un pacto sobre aranceles que acabe con la incertidumbre que pesa sobre la mayor relación comercial del mundo: cada día, con datos de 2024, cruzan el Atlántico en un sentido o en otro, productos por valor de 2.400 millones de euros. En total, 870.000 millones de euros el año pasado, con un déficit del lado estadounidense cercano a los 200.000 millones.
La duda instalada en las capitales y también en Bruselas es qué precio habrá que pagar para lograr ese pacto y si será aceptable para todos. Los negociadores europeos explicaron el pasado viernes a los representantes diplomáticos de los Estados miembros la marcha de las negociaciones y entre ellos cundió cierta “decepción”. Encima de la mesa están los aranceles del 17% que Estados Unidos oferta para los productos agrícolas que importe de la UE, como contó EL PAÍS. Esa cifra se sumaría, en caso de acuerdo, a las demás impuestas desde que Trump abrió las hostilidades con el resto del mundo: el 25% para automóviles y sus componentes, el 50% para el acero y el aluminio, y el 10% general a una gran cantidad de productos, salvo algunas excepciones, de las que se benefician el sector de la aeronáutica y de las bebidas espirituosas.