“Una gran y hermosa ley”. Así se llama oficialmente la norma que la Cámara de Representantes ha aprobado este jueves con un solo voto de margen tras vencer la resistencia de parte de los miembros del ala dura republicana. Con 215 votos a favor y 214 en contra, y tras una noche en vela, el texto pasa ahora al Senado. La ley impulsada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, incluye una fuerte rebaja de impuestos que aumentará el déficit y la deuda del país en un momento de preocupación de los inversores por la crisis fiscal que atraviesa la primera economía del mundo. “¡Esta es posiblemente la ley más importante que se vaya a firmar en la historia de nuestro país!”, ha cantado victoria Trump hiperbólicamente.
Los inversores han acentuado este jueves el castigo a los bonos del Tesoro de EE UU. La rentabilidad del bono a 30 años, la principal referencia, se ha disparado hasta el 5,14%, coqueteando con sus máximos desde 2007. La agencia de calificación Moody’s retiró la semana pasada la máxima calificación de solvencia a la deuda de la mayor potencia mundial, señalando que las propuestas fiscales en curso no aliviaban el problema. En realidad, lo agravan.
Junto a los aranceles, la rebaja masiva de impuestos era la otra gran promesa en materia económica de Trump. En este caso, su aprobación depende del Congreso. El presidente se ha empleado a fondo para lograr la aprobación de la ley. Acudió al Capitolio a presionar a los congresistas más escépticos del Partido Republicano y recibió a los líderes parlamentarios y a los congresistas díscolos durante una larga sesión el miércoles en la Casa Blanca.
Advertencia a los republicanos díscolos
Antes de la votación, la Oficina de Gestión y Presupuesto de la Casa Blanca lanzó una advertencia contundente: “El presidente Trump está comprometido a cumplir sus promesas, y no aprobar este proyecto de ley sería la traición definitiva”, afirmó en un comunicado. Finalmente, Trump logró ese voto de margen en la Cámara de Representantes tras sesiones maratonianas. A cambio, aceptó pequeñas concesiones, como acelerar a diciembre de 2026, en lugar de enero de 2029, los recortes sanitarios y una reducción más rápida de los créditos fiscales a las energías renovables.
Solo dos congresistas republicanos, Thomas Massie (Kentucky) y Warren Davidson (Ohio), votaron en contra, mientras que un tercero, Andy Harris (Maryland), se abstuvo. Otros dos más no acudieron a la votación. “Este proyecto de ley es una bomba de relojería de deuda”, dijo Massie en el debate. “Esta noche no estamos reorganizando las sillas de cubierta del Titanic. Estamos echando carbón en la caldera y poniendo rumbo hacia el iceberg”, añadió.
La ley se ha aprobado hacia las 07.00 horas de Washington (13.00 en la España peninsular) tras una noche de debates y votaciones. Aunque la norma, de más de 1.000 páginas, pasa ahora al Senado, no se exige para su aprobación la mayoría reforzada de otras iniciativas, lo que facilita que salga adelante. En caso de ser enmendada allí, como se espera, aún tendrá que volver a la Cámara baja para una nueva votación.
Según la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), la ley añadirá más de dos billones de dólares a la deuda pública estadounidense en la próxima década, aunque no hay una estimación del impacto con los últimos cambios introducidos. Eso, a pesar de que incluye recortes de gasto social que dejarán sin cobertura sanitaria (Medicaid) y ayuda alimentaria a millones de estadounidenses. En total, la Oficina Presupuestaria del Congreso, de carácter no partidista, estima que con los cambios propuestos 8,6 millones de personas menos tendrían cobertura sanitaria y 3 millones menos recibirían cada mes los cupones de alimentos del programa SNAP.
Antes de los cambios de última hora, la CBO calculaba que las disposiciones fiscales aumentarían el déficit federal en 3,8 billones de dólares a lo largo de la década, mientras que los cambios en Medicaid, los cupones de alimentos y otros servicios supondrían un recorte del gasto de un billón de dólares. Los hogares con menores ingresos verán reducirse sus recursos, mientras que los de mayores ingresos se beneficiarían de un aumento, según su análisis independiente.
La ley prorroga indefinidamente y amplía las masivas rebajas fiscales aprobadas en su primer mandato, que expiran a finales de año. Estas tuvieron un alcance casi universal, pero beneficiaron especialmente a las rentas más altas. Además, incluye algunas de las promesas de recortes de impuestos que Trump prometió en campaña electoral. Entre esas promesas están la exención de impuestos sobre las propinas y las horas extras y la deducción de los intereses de algunos préstamos para la compra de automóviles.
Además, el paquete añade 350.000 millones de dólares en nuevos gastos, de los cuales unos 150.000 millones se destinarán al Pentágono, incluyendo las primeras partidas para la Cúpula Dorada de protección frente a misiles y dinero para la agenda de deportaciones masivas y seguridad fronteriza de Trump.
Además de ampliar las exenciones fiscales existentes, la norma aumentaría la deducción estándar del impuesto sobre la renta a 32.000 dólares para los contribuyentes que presenten declaraciones conjuntas y elevaría la deducción por hijos a 2.500 dólares. Se introduciría una deducción mejorada, de 4.000 dólares, para los adultos mayores con determinados niveles de ingresos, con el fin de ayudar a sufragar los impuestos sobre las pensiones de la Seguridad Social. En campaña, Trump había prometido dejar las pensiones exentas de impuestos por completo, pero la norma no llega a tanto.
Para reducir el gasto, las personas que soliciten asistencia sanitaria a través de Medicaid y que sean adultos sin discapacidades y sin personas a su cargo deberán cumplir con 80 horas mensuales de trabajo o de otras actividades comunitarias. Del mismo modo, para recibir cupones de alimentos a través del SNAP, las personas de hasta 64 años, en lugar de 54, que estén sanas y no tengan personas a su cargo, tendrían que cumplir los requisitos de 80 horas mensuales de trabajo o participación en la comunidad. Además, algunos padres de niños mayores de siete años tendrían que cumplir los requisitos de trabajo.
La guinda de la norma es una especie de cheque bebé de 1.000 dólares para los nacidos entre 2025 y 2029. La ayuda tiene la forma de cuenta de inversión abierta a nombre del recién nacido, pero que sin pudor alguno, se denomina en la ley “cuenta Trump”.
Los congresistas demócratas se han mostrado durante el debate muy críticos con la ley. “En la oscuridad de la noche quieren aprobar esta estafa fiscal del Partido Republicano”, afirmó Pete Aguilar, representante por California. Otros demócratas lo calificaron de “ley enorme y nefasta” o de “gran promesa incumplida”.