El intercambio de 2.000 prisioneros de guerra entre Rusia y Ucrania ha comenzado entre cierta confusión. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado este viernes que el canje “ha sido completado” y acto seguido ha añadido “que se hará efectivo pronto”. Fuentes militares ucranias han matizado a la agencia Reuters que el proceso de entrega de reos está en marcha, pero no ha finalizado aún.
Se trata del único acuerdo tangible al que llegaron las delegaciones de los dos países en el encuentro de la semana pasada en Estambul, donde se pactó que cada país entregaría 1.000 prisioneros de guerra, en lo que supone el mayor intercambio de estas características desde el inicio del conflicto.
“Se ha completado un importante intercambio de prisioneros entre Rusia y Ucrania. Se hará efectivo pronto. Felicitaciones a ambas partes por esta negociación. ¿Esto podría llevar a algo más importante?”, ha escrito Trump en una publicación en Truth Social.
Moscú y Kiev anunciaron este jueves que habían enviado las listas de mil prisioneros de cada país para ser canjeados en el marco de este intercambio. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, confirmó que Moscú había entregado su lista a Kiev y esperaba su respuesta. Más tarde, el propio Peskov informó de que Rusia había recibido también la lista de prisioneros ucrania.
Los intercambios de prisioneros y fallecidos son uno de los pocos puntos de contacto entre ambos países que funcionan relativamente. El pasado viernes se produjo un nuevo intercambio: los restos mortales de 909 militares fueron devueltos a Ucrania, según el cuartel general ucranio para la coordinación de los prisioneros de guerra, y Rusia recibió los cuerpos de 34 combatientes, según anunció el comité de la Duma Estatal rusa para asuntos militares.
Otro de los acuerdos a los que llegaron Moscú y Kiev en su reunión hace una semana fue continuar con las conversaciones para llegar a una tregua. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, confirmó que “habrá segunda ronda de negociaciones”, pero considera que es “poco realista” que el Vaticano, que se había ofrecido como anfitrión, pueda acoger estos encuentros. Además, ha instado a “no malgastar la capacidad mental” especulando sobre posibles sedes como el Vaticano, ya que ve poco factible que “en una plataforma católica” se pueda hablar de temas como las causas del conflicto. Intuye que la Santa Sede tampoco se sentiría “cómoda”.