En un discurso de apenas cuatro minutos desde la Casa Blanca, Donald Trump ha celebrado este sábado por la noche el ataque estadounidense contra Irán como suele celebrarlo todo. Ha calificado la intervención de Estados Unidos en el conflicto en Oriente Próximo como el mejor y más “espectacular” ataque que se recuerda jamás. “No hay ejército en el mundo que pueda hacer lo que hemos hecho esta noche”, ha dicho el presidente.
El republicano da el ataque como un capítulo cerrado con la destrucción de las instalaciones iraníes de Fordow, Natanz e Isfahán y ha amenazado a Irán ante una hipotética represalia. “Irán, el matón de Oriente Medio, debe aceptar la paz (…) Si la paz no llega rápidamente, iremos contra más objetivos, con precisión, rapidez y destreza”, ha advertido el presidente, acompañado por el vicepresidente, J.D Vance; el secretario de Estado, Marco Rubio y el secretario de Defensa, Pete Hegseth.
El presidente que llegó al Gobierno bajo la promesa de no intervenir en conflictos bélicos en el exterior ha tardado apenas cinco meses en lanzar un ataque del que en estas primeras horas, más allá de las declaraciones de Trump, se desconocen las consecuencias.
Apenas un día antes, había dado un plazo de dos semanas para tomar una decisión sobre una posible intervención de Estados Unidos. Estos golpes inesperados, con decisiones precipitadas, se han convertido ya en su forma de gobernar. “Te queremos, Dios, y queremos a nuestros soldados”, ha dicho exultante.
En su discurso a la nación, Trump ha explicado que hace ya tiempo que decidió que no dejaría que Irán se hiciera con armamento nuclear y ha asegurado que las tres instalaciones han quedado “totalmente volatilizadas”. La respuesta de Irán está aún por ver. Teherán siempre ha rechazado que esté desarrollando armamento nuclear, como asegura Israel, que el 13 de junio lanzó un primer ataque contra suelo iraní. Desde entonces, los dos países han estado intercambiando ataques a diario.
El republicano, que ha recibido la felicitación del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha hablado como si con el ataque de esta noche se cerrara un conflicto de décadas: “Irán lleva 40 años diciendo: ‘Muerte a Estados Unidos, muerte a Israel”. El primer ministro israelí, en una comunicación grabada, ha asegurado que “la historia recordará que el presidente Trump actuó para negarle al régimen más peligroso del mundo las armas más peligrosas del mundo”.
Pero las felicitaciones por un ataque que ha sobresaltado al mundo se acaban en los dos artífices del conflicto. Las críticas por la intervención han comenzado a llegar tras las palabras de Trump. El secretario general de la ONU, António Guterres, se ha mostrado “muy alarmado”. “Es una peligrosa escalada en una región del mundo que ya está al límite. Hay un grave riesgo de que este conflicto se vaya rápidamente de control, con consecuencias catastróficas para la población civil, la región y el mundo”, ha dicho en redes sociales.
Incluso en las filas del movimiento MAGA (Make America Great Again) hay voces que en los últimos días se han mostrado muy críticas ante la posibilidad de una intervención en Irán. Del antiguo presentador estrella de Fox News Tucker Carlson a un ideólogo clave del trumpismo como Steve Bannon, un sector del Partido Republicano considera que la participación en el conflicto junto a Israel contraviene a los principios electorales del presidente —”Estados Unidos primero”— y supone un gasto adicional para los contribuyentes.
Varios presidentes latinoamericanos también han mostrado su rechazo. Gabriel Boric, desde Chile, el colombiano Gustavo Petro y los aliados de Irán en la región, el mandatario cubano, Miguel Díaz-Canel, y el Gobierno de Venezuela.
