La reunión entre los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de Ucrania, Volodímir Zelenski, en la Casa Blanca para tratar sobre el futuro de la guerra transcurre este lunes de manera muy distinta a la del pasado 28 de febrero, cuando el ucranio fue echado a patadas tras una humillación pública de su interlocutor. Esta vez, ambos han intercambiado bromas y sonrisas en un ambiente aparentemente distendido. Pese a esta supuesta relajación, Zelenski y los líderes europeos que le acompañan en este viaje son conscientes de que las reuniones que se celebran estos días van a determinar el futuro del país invadido por Rusia.
De tener éxito los contactos de este lunes, el presidente estadounidense aspira a que se celebre una cumbre entre Zelenski y el presidente ruso, Vladímir Putin, en la que él también podría participar como mediador, lo antes posible. “Creo que si todo sale bien hoy, tendremos una trilateral. Y creo que habrá una posibilidad razonable de terminar la guerra cuando lo hagamos”, ha declarado Trump a la prensa al comenzar la reunión.
El mandatario ha puntualizado que una vez concluyan las reuniones de este lunes llamará por teléfono a Putin, con quien se vio el viernes en Alaska. Según él, ha estado en contacto con el presidente ruso indirectamente antes de su cita con el ucranio. Por su parte, Zelenski ha expresado una y otra vez agradecimiento a su interlocutor por sus esfuerzos para lograr la paz.
El estadounidense, que horas antes había declarado que dependía de Zelenski lograr la paz, ha apuntado que las conversaciones de este lunes “no son el fin del camino” y ha prometido “muy buena protección” para Ucrania tras la guerra. Significativamente, no ha descartado de plano el despliegue de tropas de EE UU sobre el terreno.
Sin exigencia de alto el fuego
Como ya había adelantado tras la reunión de Anchorage, Trump ha confirmado que descarta exigir un alto el fuego como condición previa para las negociaciones. Y ha apuntado la posibilidad de un anuncio este mismo lunes, tras la reunión con los aliados europeos que han acompañado a Zelenski en su viaje a Washington sobre las garantías de seguridad que pide Kiev en un acuerdo de paz.
“Dentro de un rato nos reuniremos con siete grandes líderes y trataremos sobre eso. Todos ellos van a estar implicados, pero habrá un montón de ayuda en lo que respecta a la seguridad. Tendrán mucha ayuda y va a ser bueno. Son la primera línea de defensa porque están ahí, son Europa, pero nosotros vamos a ayudarles”, ha enfatizado. Por su parte, Zelenski, al ser preguntado sobre qué tipo de garantías de seguridad requiere, ha respondido: “Todas”.
La calidez de Trump en esta reunión contrasta con sus comentarios de unas horas antes. Tres días después de haberse reunido con el jefe del Kremlin en Anchorage, el estadounidense puso en el disparadero al ucranio y le exigió, a través de las redes sociales, que aceptara un acuerdo de paz. Su interlocutor también recurrió a los mensajes en internet para dejar claro que no iba a aceptar ninguna cesión de territorios, pese a lo que reclama la parte rusa
El encuentro entre Trump y Zelenski ha comenzado en torno a las 13.15 horas de Washington (19.15 hora peninsular española) tras un saludo de los dos líderes en la entrada del ala oeste de la Casa Blanca. En esta ocasión, el ucranio ha lucido un traje negro: en su última comparecencia en el Despacho Oval, el 28 de febrero, su comparecencia sin una chaqueta formal —en su lugar llevaba su uniforme militar habitual desde el inicio de la invasión rusa a gran escala de febrero de 2022— le ganó entonces los primeros reproches de lo que acabó siendo una bronca espectacular, y televisada, de Trump y del vicepresidente, J. D. Vance. Esta vez, en cambio, el presidente ha señalado con una sonrisa la chaqueta al saludarle, mostrando que apreciaba el cambio de atuendo.
Las espadas estaban en alto después de la cumbre en Alaska. Trump parecía haber asumido los argumentos de Putin. Tras haber llegado a Anchorage en busca de un alto el fuego y amenazando al ruso con “graves consecuencias” en caso de no conseguirlo, a la salida de la reunión el estadounidense anunció que dejaba de exigir esa tregua para entrar directamente en conversaciones de paz, tal y como deseaba el Kremlin. El republicano también transmitió a Zelenski y a los europeos la propuesta de Moscú para el fin de las hostilidades: quedarse con todo el Donbás ucranio (las provincias de Lugansk y Donetsk), incluido el territorio bajo control de Kiev, a cambio de estabilizar la línea de frente.
Si tras aquella reunión Trump salió declarando que la paz depende de Zelenski —y no del país agresor—, en vísperas del encuentro de este lunes incrementó aún más la presión sobre el ucranio. En un mensaje en redes sociales, insistió en que la responsabilidad de un acuerdo recae en Kiev: el líder del país ocupado —escribió— “puede acabar la guerra con Rusia casi inmediatamente si quiere, o puede seguir peleando”. Y agregó que Ucrania tendrá que resignarse a no recuperar la península de Crimea, ocupada por Moscú desde 2014, y a ver bloqueado definitivamente su camino de acceso a la OTAN.
Garantías de seguridad
Zelenski, por su parte, llegó a Washington decidido a subrayar a su interlocutor que Ucrania reclama garantías de seguridad creíbles en cualquier tipo de solución negociada a la que se pueda llegar. Unas garantías que, según ha apuntado el negociador de la Casa Blanca, Steve Witkoff, Estados Unidos puede estar dispuesto a asumir, después de meses en los que Trump rechazó ese tipo de compromiso.
El presidente ucranio no llegó solo. En Washington ha estado flanqueado por una nutrida delegación europea, en la que figuran los líderes europeos más poderosos y/o los que mejor relación tienen con el estadounidense: los presidentes de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; de Francia, Emmanuel Macron, y de Finlandia, Alexander Stubb, a la sazón compañero ocasional de golf del republicano. También el canciller alemán, Friedrich Merz; los primeros ministros del Reino Unido, Keir Starmer, y de Italia, Giorgia Meloni, y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, que en los últimos tiempos se ha deshecho en halagos hacia Trump.
El objetivo de la comitiva europea era arropar al ucranio en una cumbre crucial y evitar una repetición de la desagradable escena de hace seis meses. Pero, sobre todo, los líderes querían dejar claro que entre Ucrania y Europa no hay ningún tipo de grieta. Que actúan de modo coordinado y para dejar clara su postura al inquilino de la Casa Blanca: que Kiev debe tener voz y voto en las negociaciones para resolver el conflicto, y que la solución no debe ser cocinada a solas entre Washington y Moscú, en una fórmula en la que Kiev deba resignarse a asumir términos que le parezcan inaceptables. Según dijo Macron el domingo: la idea es que “no haya debates sobre Ucrania sin los ucranios, ni debates sobre la seguridad en Europa sin los europeos”.
“Tenemos que acertar” en la solución, insistió el británico Starmer en declaraciones desde el avión oficial que le transportó a Washington. “Hay demasiado en juego”, subrayó. Inmediatamente antes de la reunión con Trump, los europeos y Zelenski mantuvieron una última reunión para preparar la bilateral entre el estadounidense y el ucranio, atar los últimos cabos y asegurarse de que la coordinación entre todos ellos estaba perfectamente engrasada.
La mayoría de los líderes en Europa lo tiene claro: la estabilidad y la seguridad del continente depende de cuál vaya a ser el futuro de Ucrania: si el país ocupado mantiene su independencia, su democracia y su prosperidad, o si, por el contrario, se convierte en un Estado débil y constantemente amenazado. “No vamos solo a acompañar a Zelenski. Vamos para defender los intereses de los europeos […] Europa no quiere estar en la mesa de las grandes discusiones como tema de debate. Europa debe estar sentada a la mesa para hablar sobre sí misma y su futuro”, señaló Macron el domingo.