El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, admite ahora que no puede dar por seguro que los líderes de Rusia, Vladímir Putin, y de Ucrania, Volodímir Zelenski, vayan a reunirse en una cumbre para tratar sobre la paz, y ha advertido de que habrá consecuencias si esa cita no llega a celebrarse. “No sé si se van a encontrar. Puede que sí, pero también puede que no”, ha apuntado este lunes el mandatario, en declaraciones desde el Despacho Oval junto al presidente de Corea del Sur, Lee Jae-myung.
“Vamos a ver qué es lo que pasa después de una semana o dos, y si hace falta, intervendré”, ha indicado Trump, repitiendo el plazo que suele dar cuando simplemente quiere posponer la toma de una decisión sin comprometerse a un ultimátum concreto.
Hace exactamente una semana, y tres días después de reunirse en Alaska con Putin, el presidente estadounidense había concluido una cumbre en la Casa Blanca con Zelenski y varios líderes europeos con el anuncio de que había empezado los preparativos para una reunión entre el ucranio y el ruso, dando a entender que se celebraría en cuestión de días. El encuentro, aseguró entonces, daría pie a una reunión trilateral entre los dos enemigos y él mismo, para tratar de cerrar un acuerdo de paz. Pero en Moscú no ha habido en absoluto receptividad a esa posibilidad. Al contrario: Rusia se enroca en su hoja de ruta, centrada en debilitar Ucrania hasta que el país ocupado se derrumbe y se rinda. Como resultado, el impulso para la paz de la que Trump presumía estar muy cerca hace una semana parece estar entrando en punto muerto.
“No está planeado un encuentro”, descartó el viernes el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov. La reunión entre los dos enemigos, venía a decir, solo tendrá lugar “cuando la agenda esté preparada”: esto es, cuando Kiev capitule y se hayan eliminado “las causas profundas de la guerra”, el modo del Kremlin para exigir el portazo definitivo a las aspiraciones de Ucrania de ingresar en la OTAN, el fin a cualquier suministro significativo de armamento occidental a Kiev y un cambio de régimen en el país ocupado. El Kremlin considera que Zelenski no es un presidente legítimo.
Según Trump, la razón por la que Putin evita reunirse con su enemigo es “porque no se caen bien”. También ha apuntado que tras el plazo de esas dos semanas, si los dos acaban no reuniéndose, decidirá de quién es la responsabilidad.
Mientras el ruso arrastra los pies, Zelenski sí ha aceptado verse cara a cara con Putin, y se ha mostrado dispuesto incluso a retirar su exigencia de que esté en pie un alto el fuego como condición para celebrar esa cumbre.
En declaraciones previas, en un acto de firma de órdenes ejecutivas, Trump había revelado que ha hablado con Putin después de la reunión en la Casa Blanca hace una semana, en la que interrumpió sus deliberaciones con los europeos para hablar con el ruso. No especificó qué asuntos precisos trataron. Pero reveló, sin concretar si lo trataron en esa conversación reciente, que ambos abordan la posibilidad de abrir conversaciones de desarme nuclear en las que también participaría China.
Más allá de sus palabras sobre Ucrania, la reunión con el presidente surcoreano que Trump ha celebrado este lunes en el Despacho Oval se perfilaba clave para la relación entre ambos socios. Seúl depende de Washington para su defensa y la buena marcha de su economía; para EE UU, Corea del Sur es una pieza clave en su arquitectura de seguridad frente a su gran rival, China.
El encuentro era el primer cara a cara entre ambos desde que Lee asumió el poder en junio después de que su predecesor, el conservador Yoon Suk Yeol —favorito en Washington por sus duras posiciones contra Corea del Norte—, fuera depuesto por intentar imponer la ley marcial en su país.
Relaciones bilaterales clave
Trump calentaba el encuentro apenas tres horas antes de celebrarse, con un mensaje en redes sociales que dejaba atónito a Seúl: “ ¿Qué está pasando en Corea del Sur? Parece una Purga o una Revolución. No podemos permitir que pase eso y hacer negocios aquí. Veo hoy al nuevo presidente en la Casa Blanca”. Más tarde, el presidente precisó que se refería a registros en iglesias y una base militar de los que había tenido noticia a través de internet, y que aclararía la situación durante sus conversaciones con su invitado.
Los dos presidentes tenían previsto abordar en el Despacho Oval asuntos clave para ambos, desde la modernización de su alianza y la mejora de sus capacidades militares conjuntas al comercio y las inversiones, pasando por la situación regional y Corea del Norte.
La economía de Corea del Sur depende en buena parte de Estados Unidos y sus exportaciones a ese país. En caso de ataque, EE UU también garantiza la defensa de Corea del Sur, al que protege bajo su paraguas nuclear.
En sus declaraciones de este lunes, Trump ha expresado su deseo de volver a reunirse en el futuro con el líder norcoreano, Kim Jong-un, con quien se citó cara a cara en tres ocasiones durante su primer mandato. “Tengo muy buena relación con él”, ha subrayado, sentado junto al presidente Lee.