La alarma antiaérea sonó en la pasada medianoche y, por primera vez en meses, muchos ciudadanos de Kiev, la capital ucrania, se agolparon en las estaciones de metro. Corrían mujeres con sillas y almohadas por las calles para pasar la noche refugiadas. Había miedo en Ucrania por la venganza que el presidente ruso, Vladímir Putin, aseguró que llevaría a cabo por los últimos ataques ucranios en suelo de Rusia. Kiev ha sufrido el mayor bombardeo del año, un 2025 que está siendo récord en intensidad de ataques de largo alcance rusos lejos del frente.
El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha informado de que el enemigo disparó más de 400 drones bomba y más de 40 misiles. Esto supone un nuevo récord en el uso de armamento para un ataque de largo alcance en los más de tres años de guerra. El anterior récord se produjo el pasado 26 mayo, con 335 drones bomba.
Las Fuerzas Armadas de Ucrania han emitido un comunicado en el que cuantifican que fueron disparados 407 drones y 45 cohetes. 36 de estos fueron Kh-101, uno de los misiles de crucero más letales de las fuerzas aéreas rusas, disparados precisamente desde aviones bombarderos como los Tu-95MS, que fueron objetivo el pasado domingo del fuego ucranio en una operación inaudita desde territorio ruso.
“Es el momento de que Estados Unidos, Europa y todo el mundo podamos detener esta guerra presionando a Rusia”, ha escrito Zelenski en sus redes sociales, “si alguien no presiona a Rusia, le está dando a la guerra más tiempo para cobrarse vidas, y esto es complicidad y responsabilidad”. Las palabras del mandatario ucranio son un mensaje sobre todo destinado al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reacio a aplicar nuevas sanciones sobre Moscú y a facilitar armamento a Ucrania.
Las explosiones se han reproducido en todo el país hasta las seis de la mañana, sobre todo en la capital. Drones bomba Shahed, misiles balísticos y de crucero se concentraron sobre Kiev. Cuatro personas fallecieron en la ciudad, tres de ellas, bomberos del Servicio Estatal de Emergencias que trabajaban en un edificio en llamas. También hubo 20 heridos en Kiev, según las autoridades locales. Zelenski elevó el número de heridos en todo el país a 49.
El Kremlin reiteró esta semana que las últimas operaciones de sabotaje ucranias dentro de Rusia no pasarían sin castigo. “El presidente Putin me dijo, de una forma muy dura, que tendrá que responder al reciente ataque contras las bases aéreas”, comentó este miércoles Trump tras una entrevista telefónica con su homólogo ruso.
Putin se refería así al audaz ataque ucranio desde dentro de Rusia, con un centenar de drones bomba camuflados en camiones, que destruyó el domingo entre 15 y 40 aviones estratégicos militares. El líder ruso añadió el miércoles que su respuesta sería contundente también por el sabotaje que esta semana llevaron a cabo los Servicios de Seguridad de Ucrania (SSU) contra el puente de Kerch, la infraestructura que conecta Rusia con la península de Crimea, anexionada ilegalmente en 2014.
Putin añadió también a las acciones “terroristas” del Gobierno ucranio que deben ser castigadas el descarrilamiento de dos trenes el pasado fin de semana en las provincias rusas de Kursk y Briansk, y que causaron por lo menos siete muertos. Moscú da por hecho que fueron acciones de las fuerzas ucranias. Kiev mantiene el silencio sobre lo ocurrido.
El bombardeo de esta madrugada ha afectado a edificios de viviendas, infraestructuras civiles y centros industriales de nueve provincias de Ucrania, también las más alejadas del frente, como Lviv, Ternópil o Volinia.
La pregunta ahora es si Putin proseguirá con nuevos ataques parecidos o realizará alguna operación de envergadura para demostrar el poderío de su ejército. En la última semana de mayo ya se reportaron tres días consecutivos en los que Rusia disparó un número récord de drones bomba de largo alcance contra todo el territorio ucranio.
Tras el golpe de efecto del domingo del SSU contra los aeródromos rusos, los canales de información ucranios en Telegram han sido un hervidero de rumores sobre el uso por parte del Kremlin de su arma más letal, el Oréshnik, un mísil balístico hipersónico diseñado para una guerra nuclear. Rusia ya disparó el Oréshnik en 2024, en la provincia de Dnipró, la primera vez que una potencia atómica utilizaba este tipo de armamento en la historia.
Estos bombardeos y la ofensiva rusa en el frente coinciden con los intentos de negociación de un alto el fuego en las dos reuniones bilaterales que desde mayo se han celebrado con la mediación de Turquía. Tanto Kiev como sus aliados europeos dan por hecho que Putin no tiene intención de suscribir una tregua porque las condiciones que plantea para ello son inasumibles para el país agredido. Lo que sí debería producirse, este fin de semana según anunció Zelenski, es un nuevo intercambio de prisioneros de guerra, 500 por cada bando, acordado en la última reunión de Estambul.