Son las once de la noche del martes cuando se activan por vez primera las alarmas. En torno a las siete de la mañana del miércoles siguen esas alertas. A lo largo de esas horas llegan a cuatro distritos de la ciudad de Kiev 28 drones bomba rusos y un misil balístico que causan dos muertos y ocho heridos, cuatro de ellos menores, según las autoridades locales. De forma paralela, y por tercera noche consecutiva, Ucrania ha lanzado también drones sobre territorio ruso, aunque sin causar víctimas mortales. Sí ha logrado, en cambio, imponer de nuevo, como ocurrió el martes, el cierre temporal de varios aeropuertos de la región de Moscú cuando se esperaba la llegada para participar este jueves en el Día de la Victoria por el fin de la Segunda Guerra Mundial del presidente chino, Xi Jinping, según el alcalde de la capital, Sergei Sobianin.
En Kiev, las explosiones de esos aparatos no tripulados y los disparos de las defensas antiaéreas para tratar de derribarlos se suceden a lo largo de toda la noche, iluminada por las balas trazadoras que, en fila, ascienden desde tierra. La administración militar de Kiev informa de que han logrado interceptar el misil balístico y 11 de los drones. Algunos impactos hacen temblar las ventanas, activan las alarmas de los vehículos aparcados en la vía pública e imponen el ladrido de los perros dentro de las casas mientras sus dueños se asoman para tratar de ser testigos del ataque. En una ciudad donde, tras más de mil días de guerra por la invasión rusa a gran escala, este tipo de amenazas se repite con frecuencia, la mayoría confía en la suerte y desde hace largo tiempo no atiende al consejo de las autoridades de descender a los refugios.
Minutos antes de las 7.00 de la mañana planea sobre Kiev uno de esos aparatos con su ruido característico, parecido a una motocicleta vieja. Avanza en pleno corazón de la capital sin llegar a ser derribado antes de ser perdido de vista sobre el cielo nublado. La escena tiene lugar a plena luz del día, con coches circulando por las calles, el transporte público en marcha y ciudadanos ya camino de sus trabajos. Algunos se ponen a salvo bajo árboles o marquesinas al escuchar las detonaciones y la amenaza en el cielo del aparato ruso. Otros, como inmunes ya la amenaza cotidiana, no alteran su caminar.
Pasadas las alarmas, la ciudad va recobrando el pulso. A la altura del número 46 de la calle Tabirna del distrito de Shevchenkivskii, la actividad es frenética después de que los bomberos hayan sofocado las llamas y de que los servicios de emergencia hayan retirado los cadáveres de una mujer de 65 años y su hijo de 28, detalla Oleksandr Popovtsev, responsable de la autoridad municipal en el distrito. Él mismo confirma que el impacto del dron modelo Shahed, de fabricación iraní y muy usado en la contienda por Rusia, tuvo lugar a las 4.50 de la mañana.
El edificio de cinco alturas aparece coronado por un agujero negro en su parte más alta. Es donde, aparentemente, golpeó el aparato. Más abajo, aparecen varios apartamentos en tres alturas calcinados por el incendio que provocó el ataque. Varios operarios van lanzando balcón abajo restos de muebles, alfombras y otros utensilios medio calcinados del interior de las viviendas. Los escombros, algunos todavía humeantes, van cayendo delante de la puerta de la farmacia que ocupa el local a pie de calle.
Lera, una joven vecina de los bloques de alrededor que prefiere no dar su apellido ni edad, se detiene llevándose una mano a la boca mientras sostiene con la otra un vaso de café. “Cada día paso por este lugar. Es desolador contemplar esta escena”, lamenta instantes antes de emprender el camino hacia su trabajo al tiempo que agrega que la explosión la despertó y no volvió a conciliar el sueño. A su alrededor, otros ciudadanos se van arremolinando curiosos y sorprendidos. Algunos captan imágenes del lugar en forma de foto o vídeo mientras la actividad de los bomberos, la Cruz Roja y los agentes de policía presentes en varias decenas se va apagando.
Las autoridades han mostrado imágenes de los impactos de los drones en otros edificios, como uno de diez alturas donde no hay que lamentar muertos, pero sí daños en dos de las plantas y en una decena de coches aparcados delante. El ataque de este miércoles tiene lugar después del que dejó 12 víctimas mortales el jueves pasado en el peor bombardeo llevado a cabo por fuerzas rusas sobre Kiev desde el verano del año pasado.
Esta nueva ofensiva sobre distintos distritos de la capital ucrania, que está siendo objetivo de las fuerzas rusas casi a diario, se produce en la víspera de que Moscú acoja el jueves el gran desfile con el que el presidente Vladímir Putin celebra el 80 aniversario de la victoria soviética sobre los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Xi Jinping es el principal mandatario extranjero que ha confirmado su asistencia al gran desfile. Precisamente el día 8 de mayo, el denominado Día de la Victoria para Rusia, marca el comienzo de una tregua de tres días decretada por Putin de forma unilateral y que Ucrania no acepta, pues exige un alto el fuego de, al menos, 30 días, y no un cese de ataques que coincida solo con los fastos en Moscú.