Los vecinos occidentales de Rusia, Europa y la OTAN llevan tiempo esperándolo: el momento en que el presidente ruso, Vladímir Putin vaya más allá de Ucrania, ataque a un país aliado y ponga a prueba la consistencia de la alianza occidental. Podría ocurrir con un ataque más o menos encubierto a uno de los países bálticos. O con un ataque aéreo a un país como Polonia. ¿Responderían los aliados en defensa del agredido? O, para evitar una escalada bélica, ¿contemporizarían con Moscú y dejarían vacío el principio de defensa mutua?
El “ataque o provocación”, en palabras del primer ministro polaco, Donald Tusk, al lanzar Rusia 19 drones en el espacio aéreo de Polonia no es la primera incursión aérea rusa en el cielo de un país de la Unión Europea y la OTAN. No será la última. La OTAN ni siquiera está segura de que la incursión sea intencionada. Pero es el episodio de mayor tensión entre europeos y rusos en décadas, “una situación que coloca [a Polonia] más cerca del conflicto abierto, más cerca que nunca desde la II Guerra Mundial”, según Tusk.
La Alianza Atlántica existe porque existe su artículo 5, que establece que un ataque contra un miembro será considerado un ataque contra el resto. Trump, desde su primer mandato en 2017, ha sembrado dudas sobre la validez de este principio. Y así ha abierto una puerta a Putin: comprobar si efectivamente EE UU se arriesgaría a un enfrentamiento directo con Rusia, una potencia nuclear, para defender a uno de sus aliados. Asegurarse de hasta dónde están dispuestos a llegar los europeos, en un momento de dudas sobre el compromiso de EE UU con Ucrania y sobre la capacidad y la voluntad de Europa para apoyar sin EE UU al país agredido.
“Rusia está ‘testando’ a Polonia y a la OTAN”, dice Jedrzej Bielecki, especialista en política internacional del diario polaco Rzeczpospolita. “Si no hay reacción”, añade, “la OTAN cae”. Por ahora, subraya Bielecki, ha habido reacción. Polonia ha invocado el artículo 4 de la OTAN. No es el 5, puesto que no está confirmado que la incursión con drones haya sido un ataque. Pero puede entenderse como un paso previo. El artículo 4 prevé consultas en caso de que uno de los socios considere amenazada su “integridad interterritorial”, su “independencia política” o su “seguridad”.
Más: por primera vez, aviones de la OTAN se han activado ante amenazas al espacio aéreo aliado. Para neutralizar los drones rusos, las fuerzas armadas polacas han contado con aviones y armamento neerlandés, italiano y alemán. “Para Polonia, el ataque significa la confirmación de que Rusia es un peligro”, dice Joanna Maria Stolarek, directora en Varsovia de la Fundación Heinrich Böll. “Y hay que prepararse para defender las fronteras de la OTAN. Que no es teoría, sino la realidad bastante bruta”.
La incursión rusa en Polonia también pone a prueba la unidad de este país profundamente polarizado. La división llega hasta la cúpula del Estado. El primer ministro Tusk es europeísta y favorable a Ucrania; el nuevo presidente, Pawel Nawrocki, es un conservador euroescéptico y crítico con Ucrania. Este miércoles han cerrado filas. “El Gobierno y el presidente trabajaban mano a mano, con buena coordinación de los servicios”, observa Stolarek. “Los conflictos diarios entre Tusk y Nawrocki desaparecieron”.
Por su historia, a la merced durante siglos de las invasiones desde el oeste (Prusia, Alemania) y el este (Rusia), no hay país en Europa, exceptuando a los bálticos, que más haya alertado sobre el riesgo de Putin para Europa. Tampoco hay un país más interesado en demostrar la validez de las alianzas con las democracias occidentales: sigue viva la memoria de la II Guerra Mundial y la Guerra Fría, cuando fue devorada la Alemania nazi y la Unión Soviética.
“Nuestra tarea común hoy, y deberá serlo también en un futuro próximo, es la movilización de todo Occidente”, dijo Tusk, “para que nunca más Polonia se encuentre en una situación en la que lo que parecían alianzas reales resultaron ser alianzas de papel mojado”. Hoy Polonia, el país que más se ha rearmado desde la invasión de Ucrania en 2022, siente más que nunca que los hechos le dan la razón y envía un mensaje a los socios europeos, que ven más lejana la amenaza, y a Trump: Putin no parará en Ucrania y si falla la OTAN, gana Rusia.