El empresario Elon Musk anunció este sábado en X, red social de la que es propietario, el nacimiento de America Party, el partido político con el que venía amenazando en las últimas semanas tras su salida del Gobierno de Donald Trump y de su agrio enfrentamiento público con el presidente estadounidense. No dio más detalles sobre cómo o dónde había creado o piensa registrar esa formación, más allá de, en otra demostración del impulsivo espectáculo en el que se ha convertido la política estadounidense, dar por hecha su fundación, y de que esta bastará para “devolver la libertad a los estadounidenses”.
El motivo que ha empujado al hombre más rico del mundo en esa dirección es el mismo que desencadenó el final de su romance con Trump: la reforma fiscal “One Big Beautiful Bill” (BBB son sus siglas en inglés; “una ley grande y hermosa”, su traducción al español). Acaba de ser aprobada en el Congreso estadounidense y Trump la firmó el viernes. Incorpora una rebaja fiscal de 4,5 billones de dólares y recortes por valor de un billón a los programas de asistencia social Medicaid, que perderán unos 12 millones de personas, y a los cupones de alimento. También hace prever un trasvase de riqueza de pobres a ricos y un aumento del déficit público, ya de por sí desbocado.
Musk anunció su decisión de fundar el America Party una vez hubo cerrado una encuesta lanzada por él mismo el viernes, Día de la Independencia en Estados Unidos. Era, escribió, “el momento ideal” para preguntar si la gente está lista para dar la bienvenida a un tercer partido, que rompa el equilibrio (irrompible desde hace un siglo) entre republicanos y demócratas. “¿Debemos crear el America Party?”, preguntó Musk a sus más de 221 millones de seguidores en X. Recibió 1,25 millones de votos.
Un 65% respondió que sí, en vista de lo cual el empresario de origen sudafricano reaccionó con este otro mensaje: “Por el doble de votos habéis decidido que queréis un nuevo partido y lo tendréis. Cuando se trata de llevar a la bancarrota a nuestro país a base de despilfarro, este es un sistema de partido único, no una democracia”.
Esta semana, y mientras se tramitaba la BBB, Musk ya había hablado de fundar el America Party como reacción a una norma que, según una agencia independiente del Congreso, traerá consigo un incremento de 3,3 billones de dólares del déficit público en los próximos 10 años.
También sugirió que financiará las campañas en las primarias de aquellos que se presenten contra los republicanos que hayan apoyado su aprobación en el Capitolio, aunque sea “la última cosa” que haga. El viernes especificó que bastaría “concentrarse en solo dos o tres escaños del Senado y entre ocho y diez distritos de la Cámara de Representantes”. “Dados los estrechos márgenes legislativos, esto sería suficiente para ejercer el voto decisivo en leyes controvertidas, garantizando que sirvan a la verdadera voluntad del pueblo”, escribió, siempre en X.
Tanto en un post en su propia red social, Truth, como en declaraciones posteriores a los periodistas, Trump reaccionó durante la semana a esos planes amenazando a Musk con una investigación del Gobierno a sus empresas y con la suspensión de los contratos públicos de un empresario fuertemente dependiente de él, especialmente en dos de sus negocios: la compañía de exploración espacial Space X y la automovilística Tesla. El presidente también deslizó la idea de la deportación. “Sin subsidios, Elon probablemente tendría que cerrar la tienda y volver a Sudáfrica [donde el empresario nació hace 54 años] a su casa”, escribió Trump.
Hay demasiadas cosas inciertas en torno al anuncio de Musk de este sábado. Entre ellas, cómo piensa aterrizar la idea de un partido un hombre con talento para los negocios pero sin más experiencia política que la adquirida en el último año. Primero, se sumó a la campaña de reelección de Trump, a la que aportó una cifra récord de más de 260 millones de dólares. Después, se alistó como empleado especial del Gobierno al frente de esa motosierra del gasto público llamada Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) con la que aniquiló agencias federales enteras y echó a la calle a decenas de miles de funcionarios.
El dinero para influir en política, desde luego, le sobra, y estos días muchos congresistas republicanos de distritos disputados han expresado su temor a tener en frente candidatos financiados por Musk en un país en el que los fondos de una campaña son casi siempre el único argumento electoral posible.
Más allá de los confines de X, aún parece muy poco probable que Musk sea capaz de cambiar, como promete, el sistema bipartidista estadounidense. Otros han intentado antes derribar ese recio blindaje. Y siempre han sido esfuerzos de esos que conducen a la melancolía, inmejorablemente resumidos por el gran historiador Richard Hofstadter (1916-1970): “Los terceros partidos son como las abejas. Una vez han picado, mueren”.