El inusual mensaje de mano tendida a Argelia del discurso de la Fiesta del Trono de Mohamed VI del pasado martes, en el que invitó a negociar una solución “sin vencedores ni vencidos” para el conflicto del Sáhara Occidental, ha sido recibido con silencio en Argel. El recado apaciguador del monarca de Marruecos ha coincidido con la gira por el Magreb de Massad Boulos, consuegro y consejero del presidente Donald Trump, quien la semana anterior había visitado Argel en una misión diplomática destinada a “impulsar el comercio” como vía de estabilidad en la región. Y también con el anuncio de que el Gobierno de Estados Unidos se dispone a autorizar grandes inversiones de sus empresas en el Sáhara bajo control marroquí, un territorio en disputa considerado por Naciones Unidas como no autónomo (pendiente de descolonización) desde hace medio siglo. Boulos regresó a Washington sin hacer escala en Rabat, como tenía previsto.
Frente al mutismo oficial sobre las propuestas presentadas en la gira del consejero de Trump, la Corporación de Financiación del Desarrollo Internacional de EE UU se dispone a dar luz verde a las inversiones de empresas estadounidenses en el Sáhara Occidental, según informa el portal informativo marroquí Le Desk. Esta agencia pública estadounidense prevé inversiones de hasta 5.000 millones de dólares [unos 4.315 millones de euros], en gran parte en proyectos con socios marroquíes, en los sectores de energías renovables, minerales (tierras raras), acuicultura y turismo después de haber llevado a cabo misiones exploratorias a finales del año pasado.
Antes de que se autoricen las operaciones económicas en un territorio donde se registran enfrentamientos armados desde 2020, cuando el Frente Polisario rompió el alto el fuego acordado con Marruecos en 1991, la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense ha efectuado un análisis de la situación bélica sobre el terreno.
Las compañías norteamericanas no se ven limitadas por las decisiones de la justicia de la UE, que en octubre pasado anuló, a instancias del Polisario, los acuerdos pesqueros y comerciales del club comunitario con Marruecos. El Tribunal de Justicia de la UE estableció entonces que comerciar con productos del Sáhara Occidental suponía reconocer la soberanía de hecho de Rabat sobre un territorio que la comunidad internacional no reconoce como parte de Marruecos. Además, remarcó que para esos acuerdos no se había obtenido el consentimiento del pueblo saharaui, “vulnerando el principio de autodeterminación” reconocido por la ONU.
El año pasado, el grupo español Senator anunció la apertura de un hotel en Dajla, en el sur del Sáhara, pero la decisión sobre su presencia empresarial en el territorio sigue congelada. También en 2024, la Agencia Francesa de Desarrollo informó de un plan de inversiones de 150 millones de euros en infraestructuras como una línea eléctrica entre Casablanca y Dajla. Las empresas de países del Golfo también plantean inversiones en el Sáhara. Según anticipa el digital económico árabe Ataqqa, la energética de Emiratos Árabes Unidos Taqa, presente ya en Marruecos y que ha negociado su participación en la española Naturgy, forma parte del grupo de compañías que estudian invertir hasta 10.000 millones de dólares en el Sáhara Occidental en centrales solares y eólicas para exportar energía verde hacia Europa.
No es la primera vez que el rey de Marruecos llama al diálogo a Argelia, que da amparo al Frente Polisario y a miles de refugiados en Tinduf (suroeste argelino) en un contencioso regional a punto de cumplir medio siglo. Pero el ofrecimiento se produce ahora desde una sólida posición internacional en la que Rabat cuenta con el respaldo a su plan de autonomía de tres de los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU ―Estados Unidos, Francia y Reino Unido― y de España, antigua potencia colonial. “Ante el espectro de una escalada militar (…), un clima regional más sereno podría tener repercusiones económicas y estratégicas importantes para ambos países”, apunta el analista Abdelá Turabi en el semanario Tel Quel.
Como había anticipado al canal de televisión Al Arabiya Massad Boulos, empresario de origen libanés que oficia como mediador de la Casa Blanca ante países árabes y africanos, “EE UU desea las mejores relaciones de vecindad entre Argelia y Marruecos”. El retorno del consejero de la Casa Blanca a Washington sin haber completado en Rabat su gira regional, confirmado el viernes, se ha producido sin que mediaran explicaciones oficiales sobre la cancelación.
Pese a la relación especial con Marruecos, EE UU mantiene estrechos lazos con Argelia, cuyo presidente, Abdelmayid Tebún, recibió el 27 de julio a Boulos. Este le propuso explorar “las inmensas oportunidades que abre la cooperación comercial en el sector de la energía”, según la prensa argelina.
La agencia estatal de noticias marroquí MAP informó el sábado del contenido del mensaje de felicitación enviado por Trump a Mohamed VI con motivo de la Fiesta del Trono, celebrada cuatro días antes. “EE UU reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental y apoya su propuesta de autonomía como única base para una solución justa y duradera del diferendo”, reiteraba expresamente en su misiva al soberano de la dinastía alauí. En diciembre de 2020, en la recta final de su primer mandato, el líder republicano reconoció la autoridad de Marruecos sobre la excolonia española, pero durante la presidencia del demócrata Joe Biden no se dieron pasos previstos en el acuerdo entre Rabat y Washington, como la apertura de un consulado estadounidense en Dajla.
Boulos matizó en sus declaraciones a Al Arabiya que el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara “deja la puerta abierta al diálogo para alcanzar una solución aceptada por ambas partes”. El consejero estadounidense aspira a alcanzar “una salida rápida” al conflicto durante la actual presidencia de Trump. El contencioso del Sáhara Occidental envenena las relaciones diplomáticas en el Magreb desde 1975, cuando España abandonó la que fue su provincia número 53 tras la Marcha Verde, la masiva movilización de decenas de miles de civiles marroquíes promovida por Hasán II, padre del actual monarca, en plena agonía del dictador Francisco Franco en España.
“Una solución consensuada”
“He velado por tender la mano a nuestros hermanos en Argelia, expresando la disposición de Marruecos a emprender un diálogo franco y responsable, fraternal y sincero, sobre las diversas cuestiones pendientes entre ambos países”, enfatizó Mohamed VI en su discurso de la noche del martes. Al mismo tiempo, reivindicó la vigencia de la Unión del Magreb Árabe, un foro embrionario que persigue la asociación regional económica desde 1989 paralizado a causa del conflicto del Sáhara. Por primera vez, además de los habituales mensajes de buena vecindad, el monarca llamó también a “encontrar una solución consensuada, en la que no haya vencedores ni vencidos, preservando la dignidad de todas las partes”.
A pesar del silencio oficial y del recelo mostrado por los medios publicados en Argelia, el portal digital proargelino TSA, editado en Francia, reconoce que el último mensaje Mohamed VI “difiere de los precedentes”, aunque no define “los contornos de la solución consensuada”.
La brecha entre ambos países sobre el Sáhara Occidental no ha dejado de ensancharse. Mientras Argel considera que se trata de una cuestión de descolonización que debe resolverse en el marco de Naciones Unidas mediante negociaciones directas de Marruecos y el Frente Polisario, defensor de la independencia tras un referéndum de autodeterminación, Rabat apela a un diálogo con Argelia, sin contar con el Polisario, para resolver el contencioso sobre la única base de su plan de autonomía bajo la bandera roja y verde del reino jerifiano.