Segunda oportunidad para Luís Montenegro. El presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, volvió a designarlo este jueves para ocupar el cargo de primer ministro de Portugal 14 meses después de haberlo hecho por primera vez. Montenegro, que ganó las elecciones anticipadas del pasado 18 de mayo al frente de la coalición conservadora AD sin alcanzar la mayoría absoluta, tiene garantizada la estabilidad para arrancar la legislatura. La anterior, efímera, acabó de forma abrupta debido a la crisis desatada por la existencia de una empresa familiar de Montenegro que siguió en activo tras su llegada al cargo de primer ministro.
Los dos grupos mayoritarios de la oposición, Chega y Partido Socialista, han garantizado que permitirán la formación de Gobierno. Los socialistas, además, facilitarán la elección del presidente de la Asamblea de la República, un asunto que en 2024 requirió cuatro votaciones. Carlos César, presidente del Partido Socialista que asumió provisionalmente el liderazgo tras la dimisión de Pedro Nuno Santos por su histórica derrota (58 diputados, tercera fuerza), declaró que “la voluntad popular debe ser respetada” y anunció que posibilitarán tanto la entrada en funciones del nuevo Gobierno como la elección de la Mesa del Parlamento. No habrá, por tanto, cordón sanitario para impedir la elección de un vicepresidente de Chega, un asunto muy controvertido hace dos legislaturas.
André Ventura, líder del partido ultraderechista Chega y ahora también líder de la oposición tras dar el sorpasso a los socialistas, se comprometió igualmente ante el Jefe del Estado a no impedir la puesta en marcha del nuevo Gobierno, aunque no desveló su posición para elegir presidente de la Asamblea. La decisión ya anunciada por el Partido Comunista Portugués de presentar una moción de rechazo al programa de Gobierno obligará a una votación parlamentaria estratégica, que podría hacer caer el Ejecutivo si lograse votos suficientes, como ocurrió en 2015 cuando la izquierda se unió para rechazar el programa del Gobierno conservador de Pedro Passos Coelho y dar paso al nombramiento del socialista António Costa.
La legislatura que está a punto de comenzar en Portugal es tierra ignota. Luís Montenegro ha ganado alguna holgura parlamentaria (de 80 a 91 diputados) pero seguirá dependiente de partidos de la oposición para sacar adelante temas estratégicos como los Presupuestos o, más trascendental aún, la reforma de la Constitución de la que nadie habló en campaña y que ahora está en boca de todos. El histórico resultado obtenido por las fuerzas de la derecha, que superan el 69% de los escaños, permitiría sacar adelante cambios en la Constitución sin contar con el Partido Socialista, considerado hasta ahora un pilar político vertebral de la democracia portuguesa.
La tierra ignota se llama Chega. El partido de ultraderecha liderará la oposición al centro derecha, después de superar al PS en escaños gracias al voto de los emigrantes. Hasta ahora su historial político tendió a la volatilidad, a los cambios de criterio y a las mociones de censura. En apenas 14 meses de legislatura presentó una contra el Gobierno de Montenegro, que se sumó a las dos que había dirigido antes contra el anterior primer ministro António Costa. Pero desde el pasado 18 de mayo, André Ventura usa un registro más institucional y menos provocador.
Este miércoles vivió una prórroga de la noche electoral con una nueva celebración en un hotel de Lisboa por el resultado del exterior. Chega obtuvo los escaños que necesitaba para convertirse en el segundo partido de la Asamblea de la República y asistió al desplome del PS, que por vez primera en democracia no conquistó ningún escaño en las circunscripciones de los emigrantes portugueses. “No seremos el partido de la destrucción” ni es “el momento de una celebración exagerada”, aseguró ante sus seguidores, a los que enardeció en algunos pasajes: “No cuenten con nosotros para decir amén a la ideología de género ni para decir amén a Bruselas”.
El líder de Chega se comprometió a ejercer una oposición “responsable”, pero sin concretar en qué consistirá. Ventura, en realidad, mira al futuro: “Hay señales claras de que es necesario otro Gobierno, otro país y que estamos cerca de la hora del cambio en Portugal”. De ahí que Luís Montenegro tenga un dilema diferente. En la pasada legislatura defendió un “cordón sanitario” ante la ultraderecha, a la que dejó fuera de su primer Gobierno. Tras el resultado electoral, en su partido han surgido varias voces defendiendo el diálogo con Chega en el Parlamento. Pero Ventura está en un nuevo escenario. Ahora no aspira a ser ministro de Montenegro, sino a sustituirlo como primer ministro en cuanto se presente una nueva oportunidad.
En los diez días transcurridos desde las elecciones, Montenegro no ha desvelado cuáles son sus preferencias y si buscará la complicidad socialista o se alineará con la ultraderecha en el Parlamento. Su equipo defiende el diálogo abierto con todos y las geometrías variables. Este jueves, tras salir del Palacio de Belém, Montenegro acudió al consejo nacional de su partido para analizar los resultados electorales y pronunciarse sobre el apoyo a Luís Marques Mendes como candidato a la presidencia de la República. En estas elecciones, que se celebrarán el próximo enero, parte como favorito un militar: el almirante en la reserva Henrique Gouveia e Melo, que este jueves presentó oficialmente una candidatura que ha sido el secreto más voceado de los últimos tiempos en la política portuguesa.