Este domingo electoral en Portugal se parece tanto al de hace un año que incluso los niveles de participación son calcados. Hasta el mediodía habían votado el 25,56% de los electores, tres décimas más que en marzo de 2024. Nada que ver con las colas históricas que se formaron ante los colegios electorales hace 50 años para elegir a los diputados que tendrían que redactar la Constitución, pero entonces los portugueses votaban libremente por vez primera tras medio siglo de dictadura y ahora votan casi cada año, al menos desde 2022. En esta ocasión, forzados por la caída del Gobierno de la coalición conservadora AD debido a la crisis abierta por una cuestión de ética política del primer ministro, Luís Montenegro, que mantuvo operativa la empresa familiar, Spinumviva, cuando llegó al cargo.
A esa sensación un tanto de bienvenido al día de la marmota, contribuye también el hecho de que ni los rostros de los carteles ni los programas han variado. Los candidatos de las ocho fuerzas con representación parlamentaria son idénticos a la campaña de 2024 y el duelo principal enfrenta de nuevo al líder de la coalición conservadora (AD), Luís Montenegro, con el socialista Pedro Nuno Santos. La única novedad de la jornada ha sido la emoción que todavía paladean los seguidores del Sporting, que durante la noche anterior celebraron a lo grande su victoria en la Liga portuguesa para irritación de la afición del Benfica. Su duelo es casi tan mitológico como los que miden al Atlético de Madrid y al Real Madrid.
Y también inesperada fue la agresión que sufrió Miguel Coelho, presidente de la junta de freguesía (distrito) de Santa Maria Maior, en Lisboa, a manos de un simpatizante de Chega cuando se encontraron en un colegio electoral. Por lo demás, normalidad. André Ventura, líder de Chega, votó en Lisboa, libre al fin de las tiritas y vendas que mantuvo tras salir el jueves del hospital debido a espasmos en el esófago, al igual que Pedro Nuno Santos, que acudió de nuevo acompañado de su hijo de nueve años. Luís Montenegro, sin embargo, lo hizo en Espinho, donde tiene la residencia familiar, sede social también de la famosa Spinumviva que ha conducido a esta campaña, en el mismo colegio electoral donde votó por primera vez en 1991.
La gran cuestión es si esta redundancia se plasmará en los resultados y provocará otra vez una noche no apta para dolencias cardiacas como la del 10 de marzo de 2024, cuando la diferencia de votos entre AD y Partido Socialista (PS) fue de apenas 50.000 votos y dos escaños. Hasta la una de la madrugada no estuvo del todo claro quién era el ganador, aunque los sondeos a pie de urna habían anticipado una victoria cómoda de Montenegro.
Aquellas elecciones, también anticipadas por la dimisión del socialista António Costa como primer ministro en noviembre de 2023 al verse envuelto en una investigación judicial que 18 meses después sigue sin dar resultados, marcaron dos hitos importantes. Por un lado, la izquierda encogió su peso en la Asamblea de la República hasta el 40%, el tercer porcentaje más bajo de toda la democracia. Por otra, la ultraderecha rompió el bipartidismo que había caracterizado la política portuguesa desde la Revolución de los Claveles al recibir más de un millón de votos y obtener 50 escaños. El triunfo de André Ventura, con un partido radical que solo tenía un lustro de historia, no alteró los planes de Luís Montenegro para mantener el cordón sanitario frente a la extrema-derecha.
A estas horas solo hay preguntas sin respuesta. ¿Mantendrá Montenegro el cordón sanitario si su victoria es insuficiente para tener mayoría parlamentaria? El líder de AD ha mostrado a las claras su voluntad de pactar con Iniciativa Liberal, cuarta formación parlamentaria. Es un amor correspondido. Pero si, como indican los sondeos, la suma de ambos no garantiza mayoría parlamentaria, el primer ministro volvería a enfrentar un calvario similar al que ha vivido este año en la Asamblea. En más de una ocasión ha tenido que aprobar medidas impuestas por la oposición con las que discrepaba. Y no hay que olvidar que, a los pocos meses de asumir el cargo, tuvo varias reuniones secretas con André Ventura para tratar de conseguir su apoyo para aprobar los Presupuestos.
Si la victoria es socialista, Pedro Nuno Santos tendría un escenario incluso más endiablado que Montenegro, ya que los sondeos no prevén que el peso parlamentario de la izquierda supera al de la derecha. El líder del PS ha exigido en campaña “reciprocidad” a la coalición conservadora para que les deje gobernar, como hicieron ellos al votar contra dos mociones de censura, apoyar los Presupuestos y pactar la presidencia de la Cámara.