Ucrania está castigando este agosto a diario la industria petrolera de Rusia. Los drones de largo alcance ucranios golpean refinerías y centros de distribución de los hidrocarburos rusos a cientos de kilómetros de sus fronteras. No es la primera vez que Kiev lleva a cabo una campaña de destrucción de la industria petrolera del invasor, su principal fuente de ingresos, algo que ha sido recurrente desde 2024. Pero esta ofensiva llega tras cuatro meses de tregua no declarada entre ambos enemigos de no atacar a sus respectivas infraestructuras energéticas. Y también precede a la cumbre de este viernes en Alaska entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladímir Putin.
Salvo excepciones, Rusia ha evitado desde el pasado marzo destruir la red eléctrica ucrania. Desde el otoño de 2022, los misiles y drones rusos habían dejado a millones de personas en las ciudades ucranias sin suministros básicos como luz, agua caliente o calefacción, dependiendo de la intensidad de los bombardeos sobre centrales y subestaciones eléctricas. Naciones Unidas estimó en 2024 que un 80% de la capacidad de generación eléctrica ucrania había quedado dañada. Kiev, por su parte, consiguió aquel año dañar un 10% de la capacidad de producción rusa de crudo.
Rusia y Ucrania acordaron el pasado marzo una tregua temporal en los bombardeos contra objetivos civiles energéticos. Ambos bandos habían limitado desde entonces los ataques mutuos: los ucranios, contra la industria petrolera; y los rusos, contra la red eléctrica. Kiev parece haber cambiado las reglas del juego este verano.
Con precedentes en los dos meses previos, es sobre todo en agosto cuando sus drones castigan periódicamente a las empresas energéticas rusas. El mes empezó con un bombardeo coordinado entre los servicios de inteligencia del Ministerio de Defensa (GUR) y de los Servicios de Seguridad de Ucrania (SSU). Ambos organismos son los responsables de los bombardeos ucranios de largo alcance en suelo ruso.
Kiev, a diferencia de Moscú, que tiene un arsenal de misiles balísticos y de crucero, solo cuenta con sus aparatos no tripulados para destruir objetivos en territorio del enemigo lejos del frente. En la madrugada del 1 al 2 de agosto, los drones del GUR y del SSU volaron contra objetivos en tres provincias rusas: en Riazán, al sur de Moscú (una refinería), en Samara, a 1.000 kilómetros de Ucrania (otra refinería fue el objetivo), y en Vorónezh (depósitos de combustible).
Dos días después, el 4 de agosto, llegó un bombardeo contra la mayor refinería de Sochi, en la costa del mar Negro y a 700 kilómetros de territorio bajo control de Ucrania.
En la madrugada del miércoles a este jueves, la refinería de la empresa Lukoil en la ciudad de Volgogrado fue atacada de nuevo, recibiendo importantes daños. Drones de los servicios de inteligencia del GUR dieron el miércoles en una planta de bombeo de petróleo en la provincia de Briansk. Aparatos no tripulados ucranios apuntaron ese 13 de agosto contra otra refinería, en la provincia rusa de Krasnodar. El martes, drones del GUR dañaron la mayor planta de refinamiento de helio de Rusia, clave para producir combustible de misiles.
Récord a 2.000 kilómetros
El 10 de agosto se produjo, además, un récord: por primera vez, drones del GUR dieron a un objetivo a más 2.000 kilómetros de las fronteras ucranias, una refinería de Lukoil en la República de Komi. En la madrugada de aquella jornada, drones ucranios Liutyi, el más utilizado en estas operaciones, impactaron en una de las mayores refinerías de la compañía estatal Rosfnet en la ciudad de Saratov, interrumpiendo por lo menos durante dos días su actividad, según fuentes anónimas rusas citadas por la agencia Bloomberg.
La estrategia detrás de esta ofensiva ucrania es demostrar al Kremlin, ante unas posibles negociaciones de paz, que es vulnerable en su propio territorio. Y, sobre todo, limitar en lo posible la mayor fuente de recursos económicos del Estado ruso para su economía de guerra, los hidrocarburos.
Kiev insiste, de momento sin éxito, en convencer a Estados Unidos de que coordine con Europa establecer un tope al precio del crudo ruso de 30 dólares por barril. El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, repite que Washington debe aplicar ya sanciones contra la industria energética y bancaria rusa. Trump ha aplazado estas medidas punitivas durante meses y ahora está a la espera del resultado de su encuentro este viernes con Putin en Alaska.
“Es necesario limitar las exportaciones de recursos energéticos rusos, en especial el petróleo, para reducir la capacidad de financiar esta guerra”, dijo Zelenski el 11 de agosto durante una entrevista telefónica con el primer ministro indio, Narendra Modi. Trump sí aprobó este agosto un arancel extra del 25% sobre el comercio indio a EE UU como represaría por la compra de petróleo ruso por parte de la India, el segundo mayor importador de crudo ruso tras China.