Tras meses de incertidumbre e inestabilidad por la guerra comercial abierta por Donald Trump, la Unión Europea se resignó este domingo a aceptar un arancel del 15% general a sus exportaciones hacia Estados Unidos. Pero sin reciprocidad, es decir, Europa no aplicará una tasa equivalente a los productos estadounidenses que importe Europa. Los términos del acuerdo han generado ya las primeras críticas entre dirigentes políticos y empresariales, especialmente entre sectores industriales alemanes, que serán algunos de los más afectados.
Los aranceles acordados suponen triplicar la tasa en vigor, del 4,8%, para la mayoría de las exportaciones, mientras siguen las negociaciones sobre exenciones y sectores como las bebidas alcohólicas, la aviación, la industria farmacéutica y el acero, que se enfrenta a un 50%. El 15% supone una mejora, en cambio, para la automoción, comparado con el 27,5% que pesaba sobre el sector. El acuerdo exige además al bloque comunitario a invertir alrededor de 600.000 millones de dólares (512.400 millones de euros) en Estados Unidos y 750.000 millones de dólares de compras de energía estadounidense durante el mandato de Trump.
El fin de la incertidumbre y las amenazas de aranceles aún más altos han caído con un cierto alivio, pero el desequilibrio en el acuerdo y el alto coste que pagará la UE, ha sembrado la sensación de derrota ante las imposiciones de Trump. Así lo ha expresado el primer ministro francés, François Bayrou, en su perfil en la red social X: “Es un día oscuro cuando una alianza de pueblos libres, reunidos para afirmar sus valores y defender sus intereses, decide someterse”. Más moderado, el ministro para Asuntos Europeos de Francia, Benjamin Haddad, había dicho antes que el pacto aporta “estabilidad temporal”, pero “está desequilibrado”.
El primer ministro húngaro, el ultraconservador Viktor Orbán, ha subrayado también que en este pacto, Estados Unidos gana y Europa pierde, pero por distintos motivos: su admiración indisimulada por Trump y su desprecio manifiesto hacia la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. “Esto no es un acuerdo… Donald Trump se comió a Von der Leyen para desayunar, eso es lo que pasó y sospechábamos que iba a pasar, ya que el presidente de los Estados Unidos es un peso pesado en lo que respecta a las negociaciones, mientras que la señora presidenta es un peso pluma”.
Otros dirigentes que se han manifestado hasta ahora celebran que el acuerdo haya puesto fin al desasosiego y a la posibilidad de un final aún peor. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha manifestado en su tradicional rueda de prensa de fin de curso antes de las vacaciones estivales: “Valoro el esfuerzo de la Comisión Europea y la actitud negociadora y constructiva de la presidenta y respaldo este acuerdo comercial, pero lo hago sin ningún entusiasmo”, ha dicho. “Europa se tiene que poner las pilas en todos los ámbitos, en la autonomía estratégica, en las relaciones comerciales con otros países… Tenemos que diversificar nuestras relaciones comerciales, hacerlo con bloques regionales que quieren acordar con Europa, como es el caso de Mercosur”.
El canciller alemán, el conservador Friedrich Merz, ha celebrado el fin de las negociaciones porque evita “una escalada innecesaria en las relaciones comerciales transatlánticas” y una guerra comercial con desarrollo incierto.
La primera ministra italiana, la ultra Giorgia Meloni, ha afirmado también que a falta de conocer los detalles, los términos cerrados entre Trump y Von der Leyen, parecen “sostenibles”. “Valoro positivamente el hecho de que se haya alcanzado un acuerdo, siempre he pensado y sigo pensando que una escalada comercial entre Europa y Estados Unidos habría tenido consecuencias imprevisibles y potencialmente devastadoras”, declaró Meloni.
Es el mismo mensaje que ha transmitido el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, que en una entrevista en Radio Nacional ha subrayado la importancia de evitar “una escalada arancelaria” de consecuencias imprevisibles. El mal menor, como señala el ministro sueco de Comercio, Bejamin Dousa: “Este acuerdo no enriquece a nadie, pero puede que sea la alternativa menos mala. Lo que parece positivo para Suecia, según una evaluación inicial, es que el acuerdo aporta cierta previsibilidad”.
Esa certeza tras meses de incertidumbre ha empujado a las bolsas europeas, que han arrancado la jornada con alzas hasta llegar a su máximo en cuatro meses, con el impulso de los valores farmacéuticos y de semiconductores. Como afirmó Anthi Tsouvali, estratega multiactivos de UBS Wealth, el acuerdo “es positivo para los mercados porque elimina gran parte de la incertidumbre”.
Descontento en la industria
Para la federación de grupos industriales alemán BDI, el acuerdo tendrá “repercusiones negativas considerables”. “Quienes esperan un huracán agradecen una tormenta”, ha resumido Wolfgang Groe Entrup, presidente de la Asociación Alemana de la Industria Química (VCI), al tiempo que ha pedido más negociaciones para reducir los aranceles, que calificó de “demasiado elevados” para la industria química europea en declaraciones recogidas por Reuters. “Se ha evitado una mayor escalada. No obstante, el precio es alto para ambas partes. Las exportaciones europeas están perdiendo competitividad. Los clientes estadounidenses están pagando los aranceles”, afirmó.
“Parece que en los próximos días podría haber negociaciones para ciertos productos agrícolas, cero por cero, que es lo que los sectores europeos y estadounidenses han estado pidiendo”, declaró José Luis Benítez, director de la Federación Española del Vino. Benítez añadió que un tipo del 15 % podría poner a Europa en desventaja frente a otras regiones exportadoras de vino sujetas a aranceles del 10%. “Si hay alguna excepción, esperamos que la Comisión (Europea) entienda que el vino debería ser una de ellas”.
Lamberto Frescobaldi, presidente del organismo vitivinícola italiano UIV, afirmó el domingo que los aranceles del 15 % sobre el vino supondrían una pérdida de 317 millones de euros (372,63 millones de dólares) en los próximos 12 meses, aunque el grupo estaba a la espera de ver el texto definitivo del acuerdo.