Entre el apretón de manos en Escocia de Donald Trump y Ursula von der Leyen del pasado 27 de julio para sellar el acuerdo comercial, y la presentación de una declaración conjunta de este jueves que clarifica muchas de las dudas que dejó en el aire, han mediado casi cuatro semanas de tira y afloja veraniego entre Estados Unidos y la UE.
El resultado no ofrece cambios de calado a los aranceles generales del 15% pactados el mes pasado en el club de golf de Trump, por lo que los mercados financieros reaccionaron con cierta indiferencia al anuncio. Sin embargo, a veces el diablo está en los detalles: el documento disipa la incertidumbre para sectores como el farmacéutico, salva las reglas digitales de Bruselas que tanto molestan a la Casa Blanca por sus sanciones a plataformas estadounidenses, y da una pátina de solidez a las promesas verbales del siempre voluble Trump.
En el lado negativo, aplaza la reducción de aranceles al sector europeo del automóvil, y no contempla exenciones al vino europeo. Estas son algunas de las principales claves del pacto.
¿Cómo quedan los aranceles tras el pacto?
Los productos de la UE sujetos a aranceles recíprocos serán gravados de forma general con un límite máximo del 15%, incluidos los farmacéuticos, los semiconductores y la madera. Esa puntualización es importante, porque Trump había amenazado con aranceles del 250% a los medicamentos, y del 100% a los chips, ámbitos en los que Europa tiene empresas punteras como Sanofi, Merk, Bayer o ASML.
Mejor parados aún salen los recursos naturales no disponibles (incluido el corcho), las aeronaves y partes de aeronaves, los productos farmacéuticos genéricos, y sus ingredientes y sustancias químicas, cuyos aranceles serán nulos o próximos a cero.
¿Y los vehículos?
El sector del automóvil tendrá que esperar para salvarse de la quema. Los coches europeos y sus piezas seguirán pagando por ahora un 27,5% de arancel, pero Washington se ha comprometido a reducirlos al 15% cuando la UE inicie los procedimientos legislativos para reducir los aranceles sobre los productos estadounidenses, algo que ambas partes esperan que tarde solo unas semanas. Los gravámenes ya se están dejando notar en los resultados de los fabricantes europeos: Volkswagen, por ejemplo, calculó que le costaron 1.300 millones de euros en los primeros seis meses del año.
El vino no estará exento
Varios países productores de vino, entre ellos Francia e Italia, habían presionado para que el vino quedara exento del golpe arancelario, pero por ahora estarán también sujetos a una tarifa del 15%. “Desafortunadamente, aquí no hemos tenido éxito”, admitió el jueves el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, que no descarta que el sector quede libre de aranceles en el futuro. “Las puertas no están cerradas para siempre”, sostuvo.
Según AFP, las principales organizaciones francesas exportadoras de vinos ya han expresado su “enorme decepción” por la decisión.
¿Qué hará la UE con los productos estadounidenses?
La UE planea eliminar los aranceles sobre todos los productos industriales de Estados Unidos y proporcionar acceso preferencial al mercado para muchos de sus productos pesqueros y agrícolas, incluidos los frutos secos, los lácteos, las frutas y verduras frescas y procesadas, los alimentos procesados, las semillas de siembra, el aceite de soja y la carne de cerdo y bisontes.
Compra estadounidense
La UE tiene la intención de adquirir gas natural licuado, petróleo y productos de energía nuclear de EE UU por un valor de 700.000 millones de euros hasta 2028. Estas compras irán en paralelo a una reducción de la dependencia de Rusia en estos productos, dado que Bruselas ha propuesto poner fin a todas las importaciones de gas ruso a finales de 2027. Además, la idea es que la UE compre al menos 40.000 millones en chips de inteligencia artificial de EE UU para sus centros de computación.
Son cifras elevadas que han servido para convencer a Trump, pero que nadie sabe muy bien cómo se cumplirán, porque son las empresas quienes realizan las transacciones, por lo que los números finales pueden variar bastante en función de la marcha de la economía —no se consume lo mismo en un escenario de recesión que en otro de auge—.
Los servicios digitales, la cara; el acero y aluminio, la cruz
Bruselas es un gigante regulatorio que ha aprobado no pocas sanciones contra los gigantes tecnológicos estadounidenses. La mejor noticia para la UE es que el tema no aparece en el acuerdo, por lo que Trump no ha conseguido minar ese marco legal. En cuanto a los metales, el comunicado afirma que ambos buscarán soluciones comunes para proteger sus industrias frente a la sobrecapacidad. Es decir, ante la llegada masiva de metales baratos desde Asia. A la vez, deja entrever que ambas partes podrían aprobar reducciones de aranceles para que las cadenas de suministro sean seguras, pero deja esa posibilidad para más adelante. Por tanto, no se aprecian cambios en los elevados aranceles actuales, del 50%.