El diario de The Washington Post ha informado este domingo del contenido de una conversación “privada” interceptada por los servicios de inteligencia estadounidenses entre funcionarios iraníes de alto rango. En ella, estos últimos aseguran que la devastación de los ataques de EE UU sobre tres instalaciones nucleares iraníes del fin de semana pasado fue menor de lo que habían esperado.
Los reporteros del Post citan cuatro fuentes anónimas, así como la respuesta de la Administración de Donald Trump, que, al ser requerida por ese diario, no negó la existencia de ese informe pero le restó importancia, porque el Gobierno estadounidense está “enérgicamente en desacuerdo con [lo que dicen] los iraníes” en esa conversación.
El informe preliminar del domingo se suma a otro publicado la semana pasada por los medios estadounidenses. En aquel caso se trataba de un texto de cinco páginas firmado por una agencia dependiente del Pentágono, que decía que los bombardeos sobre las instalaciones de Fordow, Natanz e Isfahán solo habían logrado retrasar unos meses el programa nuclear iraní.
Tanto esas concusiones preliminares como la conversación entre funcionarios de Teherán recién conocida contradicen el discurso triunfalista de Trump, que el sábado 21 de junio por la noche (hora de Washington) compareció desde la Casa Blanca para sentenciar, unas pocas horas después de que la operación militar bautizada como Martillo de Medianoche se hubiera resuelto con éxito, que tanto las tres bases como el programa nuclear iraní habían sido “total y completamente pulverizados”.
El republicano usó el término “obliterated”, que significa “eliminar sin dejar huella alguna”. La palabra se ha convertido en la más repetida desde entonces en Washington, como parte de una intensa discusión semántica.
La Casa Blanca respondió agresivamente a la publicación del primer informe, cuya existencia tampoco negaron desde la Administración de Trump, aunque lo consideraron carente de valor porque es “demasiado preliminar” y porque ha sido superado por nuevos análisis del Pentágono. “[Esos reporteros] pudieron decir que la evaluación [preliminar] hablaba de un daño entre moderado y severo, y prefirieron quedarse con lo que les interesaba para su agenda política”, protestó Trump el miércoles en una comparecencia de prensa en La Haya (Países Bajos), adonde acudió para participar en una cumbre de la OTAN.
Antes de poner rumbo a Europa, el presidente estadounidense logró arrancar un frágil alto el fuego en la “guerra de los 12 días”, que ambos viejos enemigos libraban desde que el pasado 13 de junio el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, lanzara una serie de bombardeos con el pretexto, aún por probar, de que Teheran está a punto de lograr la bomba atómica. El presidente estadounidense vinculó esa tregua con el éxito de los ataques del sábado.
Detalles jugosos
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, compareció el jueves en el Pentágono junto al jefe del Estado Mayor, el general Dan Caine. A Caine le correspondió la tarea de dar más información sobre la operación militar, que, si bien estuvo llena de datos jugosos, no despejó del todo las dudas sobre el daño real de los bombardeos en las instalaciones y sobre el programa nuclear del régimen de los ayatolás.
Hegseth se centró en un discurso politizado y en los frecuentes ataques a la prensa, a la que acusó de estar más preocupada en denigrar a Trump que por celebrar las glorias militares estadounidenses. “Llámenlo como quieran: las instalaciones fueron destruidas, diezmadas o pulverizadas”, dijo el jefe del Pentágono.
La filtración de la semana pasada retrasó una sesión informativa con senadores del Capitolio e hizo que La Casa Blanca amenazara con cambiar las reglas sobre cómo se comparte información privilegiada con los congresistas (sobe todo, con los demócratas). Cuando finalmente los senadores recibieron los informes aplazados, representantes de uno y otro partido coincidieron que estos no eran suficientes para respaldar el lenguaje de Trump, quien, por su parte, no se ha apeado del uso de la palabra “obliterated”.
El presidente también ha atacado insistentemente a los medios, hasta pedir el despido de los reporteros que publicaron las exclusivas, y ha incidido en el argumento de que airear información que contradice su entusiasmo es un ataque contra los soldados que participaron en la operación.
14 bombas antibúnker
Se trató de una compleja misión de 37 horas, desde que los aviones B-2 partieron de una base de Misuri, en el centro del país, cargados con, entre otro armamento, 14 bombas antibúnker GBU-57, de 13.600 kilogramos y nunca antes usadas en combate, destinadas a penetrar en la instalación de Fordow, que se calcula que está enterrada a una profundidad de entre 45 y 90 metros bajo las montañas al sur de Teherán. En la misión participaron 125 aeronaves y los misiles tomahawk lanzados desde submarinos impactaron en sus objetivos.
Trump también niega otro de los extremos del informe de la semana pasada, según el cual los iraníes tuvieron tiempo para trasladar gran parte de sus reservas de uranio enriquecido, de la clase que se emplearía en la fabricación de un arma nuclear, antes de los bombardeos, previsiblemente, a otras instalaciones secretas repartidas por Irán.
En la conversación interceptada por los servicios de inteligencia y desvelada este domingo por el Post tampoco hay respuesta a esa pregunta sobre una operación en la que los expertos calculan que pasarán semanas antes de que sea posible obtener la imagen completa.
La portavoz de La Casa Blanca, Karoline Leavitt, reaccionó a las últimas revelaciones preliminares con un mensaje que abunda en la idea de que la Administración de Trump piensa perseguir con contundencia a quienes pasen a los periodistas contenidos sensibles de inteligencia: “Es vergonzoso que el Washington Post ayude a la gente a cometer delitos al publicar filtraciones fuera de contexto. La idea de que funcionarios iraníes anónimos sepan lo que ocurrió bajo cientos de metros de escombros es absurda. Su programa de armas nucleares ha terminado”.
La semana pasada, la Comisión de Energía Atómica de Israel dio por hecha la destrucción de la “infraestructura crítica” de Fordow. Y Rafael Grossi, director de la Agencia de Energía Atómica de la ONU, afirmó el jueves que “los ataques estadounidenses e israelíes causaron enormes daños a las instalaciones nucleares de Irán”.