El líder norcoreano, Kim Jong-un, está ya en Pekín para asistir este miércoles al gigantesco desfile militar que celebra China en la plaza de Tiananmén con motivo del 80º aniversario de la rendición de Japón en la Segunda guerra sino-japonesa (1937-1945) y el final de la II Guerra Mundial. Y en su primera aparición en la estación de tren de Pekín, al ser recibido por las autoridades chinas nada más llegar en su convoy ferroviario desde Corea del Norte, aparece junto a su hija.
La presencia de la menor ―vestida con traje azul marino de chaqueta y pantalón y lazo en el pelo― en la primera visita a su principal aliado estratégico y económico desde 2019 indica la relevancia que ha ido tomando en los últimos años. Algunos analistas consideran que sus reiteradas apariciones podrían indicar que se trata de la elegida para suceder a su padre.
La niña, que tendría 12 años y podría llamarse Kim Ju-ae (cuestiones que nunca ha confirmado Pyongyang), también figuraba recientemente junto a Kim en las fotografías difundidas por los medios estatales norcoreanos de la inauguración el complejo turístico Wonsan Kalma, un ambicioso proyecto en la costa del hermético país. También figuraba en las fotografías de la marcha militar celebrada en Pyongyang para conmemorar los 75 años de la fundación del Ejército Popular de Corea, en 2023.
Aunque se sabe poco de la descendencia del hombre que rige con puño de hierro los designios norcoreanos, la inteligencia de la vecina Corea del Sur afirma que ha tenido tres hijos con su esposa, Ri Sol-ju, que en la actualidad tendrían en torno a 15, 12 y 8 años. Se cree que Ju-ae sería la mediana.
Su nombre nunca ha sido mencionado oficialmente por los medios estatales, pero el excéntrico exjugador de la NBA Dennis Rodman, que ha visitado Corea del Norte en varias ocasiones aseguró, tras un viaje en 2013, haber conocido a una hija llamada Ju-ae, entonces un bebé al que tuvo entre sus brazos. Algunos desertores norcoreanos han validado ese nombre.
En noviembre de 2022, la joven tuvo una primera aparición pública durante el lanzamiento del mayor misil intercontinental del régimen. Algunas de las fotos de aquella prueba balística eran de un extraño simbolismo: salían ambos, dictador y potencial heredera, caminando de la mano como haría cualquier padre con su hija, pero con un inmenso cohete como decorado de fondo: el Hwasong-17, apodado El Monstruo. Desde entonces, ha vuelto a aparecer en varias ocasiones, abriendo la puerta a la especulación sobre una posible sucesión.
Analistas especializados en Corea, como Ramón Pacheco Pardo, profesor titular del King’s College de Londres, consideran desde entonces que su presencia asidua es una señal de que Kim quiere demostrar que su hija es la posible futura heredera. Eso también querría decir que la dinastía de los Kim no acabaría con él. También podría ser una señal de que existe una lucha soterrada por ver qué Kim sustituiría a Kim Jong-un si le pasase algo. Y que ella figure, denota la elección del actual líder.
Viajar con ella a Pekín es un símbolo más de su importancia. Cuando Kim Jong-il visitó la capital china en 2010, lo hizo junto a su hijo Kim Jong-un, según informaron entonces medios surcoreanos citando a funcionarios de Seúl. Este le acabaría sucediendo solo un año después, en 2011, tras su muerte.