La extrema derecha ha mostrado músculo este sábado en el centro de Londres con una marcha organizada por el controvertido activista Tommy Robinson que logró reunir a unas 110.000 personas, según la Policía Metropolitana. Pese a la tensión dominante y la “agresividad significativa” denunciada por las fuerzas de seguridad, la jornada se saldó sin disturbios de gravedad, si bien la policía sufrió el lanzamiento de proyectiles y serios enfrentamientos con los manifestantes, que intentaron repetidamente romper el cordón de seguridad instalado para evitar que colisionaran con las protestas antirracistas organizadas también en la zona, una de las más transitadas de la capital británica.
La principal preocupación era que ambos frentes se encontrasen, para lo que la policía estableció un “área neutral” a la que no se permitía el acceso de ningún bando, mediante el uso de vallas y barreras. Aunque algunos grupúsculos lograron esquivar el control policial, los choques no desembocaron en disturbios y la jornada se saldó con nueve detenidos. En torno a 1.000 agentes de Scotland Yard fueron desplegados y medio millar más fueron movilizados desde áreas tan alejadas como Cornualles, a unos 400 kilómetros de la capital británica.
La operación de seguridad requirió personal con equipos especiales de protección, antidisturbios y policía a caballo, lo que no disuadió los ataques a las fuerzas de seguridad, a quienes los manifestantes arrojaron objetos como botellas de cristal, palos y latas de cerveza. La Policía Metropolitana ha confirmado a través de X (antes Twitter) que “un número de agentes han sido asaltados”, después de que, según ha explicado, “tuviesen que intervenir en múltiples localizaciones para impedir que los participantes de la marcha, bajo el lema Unir el Reino, intentasen acceder a las áreas neutrales, romper los cordones policiales o acceder a los grupos opositores”.
La frase Unir el Reino (Unite the Kingdom) supone un juego de palabras con el nombre del país en inglés (United Kingdom), con los ingredientes fundamentales de la extrema derecha británica: una apelación directa a las esencias patrióticas y un profundo sentimiento antiinmigración. El tono, tanto en la forma como en el contenido, quedó de manifiesto durante los discursos que se pronunciaron en la gran avenida de Whitehall, sede de gran parte de los ministerios del Gobierno, donde Elon Musk compareció como invitado sorpresa, a través de videoconferencia.
El propietario de X había sido el responsable de restablecer la cuenta de Robinson, cuyo nombre real es Stephen Yaxley-Lennon, de donde había sido vetado por su discurso de odio. Como uno de los máximos representantes de la extrema derecha en Reino Unido, Robinson ha demostrado que su capacidad de convocatoria se mantiene, tras un periodo en el que su activismo, especialmente potente en internet, había quedado atenuado por su paso por la cárcel, donde había entrado en octubre del año pasado y permaneció hasta mayo, por ignorar una orden judicial que le prohibía repetir falsas alegaciones sobre un refugiado sirio.
Choque de ideas
Musk, por su parte, mantuvo la línea de ataque frontal al Gobierno de Keir Starmer, con quien habitualmente muestra una curiosa fijación a través de X, e instó a un “cambio de gobierno” en el Reino Unido. “No podéis estar otros cuatro años, o cuando sean las próximas elecciones, es demasiado tiempo. Tiene que hacerse algo, tiene que disolverse el Parlamento y tiene que haber una nueva votación”, declaró a un público entregado, entre el que las banderas de Inglaterra igualaban en número a las del Reino Unido. La enseña, de fondo blanco con la cruz roja de San Jorge, se ha convertido en un símbolo para la extrema derecha y el debate sobre su supuesta apropiación ha alcanzando un nivel de alto voltaje en los últimos meses.
Frente a las arengas de los ultras, los manifestantes antirracistas, organizados bajo el paraguas de la plataforma Levántate contra el Racismo (Stand Up To Racism) sumaban unos 5.000, de acuerdo con la policía, y portaban pancartas que recogían lemas como “Paremos a la extrema derecha”, o “Refugiados bienvenidos”.
El choque de ideas tiene lugar tras un verano dominado por protestas diseminadas en el exterior de alojamientos, como hoteles, que albergan a solicitantes de asilo, a quienes la extrema derecha vincula con un supuesto riesgo para la seguridad. Uno de estos alojamientos, en el condado de Essex, llegó a protagonizar una batalla judicial, después de que las autoridades municipales solicitasen su cierre como refugio de migrantes, pero un tribunal dio la razón a la justicia.