Lo que debía ser una nueva demostración de músculo militar por parte de Corea del Norte ha acabado convertido en un bochorno para Kim Jong-un. El líder supremo del país asistió este miércoles a la ceremonia de botadura de un nuevo destructor de 5.000 toneladas en el puerto oriental de Chongjin que terminó en desastre: la rampa de lanzamiento se desprendió antes de lo previsto, lo que provocó que la popa del buque se precipitara al agua de forma descontrolada mientras la proa quedaba atrapada en tierra. Como resultado, la nave volcó parcialmente y ha sufrido daños estructurales en el casco, según informó este jueves el Rodong Sinmun, diario oficial del Partido de los Trabajadores. El accidente, aseveró Kim, “ha dañado severamente la dignidad y el orgullo de la nación en un instante”, recogen los medios estatales.
El episodio, que ha sido reconocido con una celeridad poco habitual por el hermético régimen norcoreano, ha desatado una oleada de reproches internos. El propio Kim ha calificado el fallo como un “acto criminal” causado por el “descuido, la irresponsabilidad y el empirismo anticientífico”, y ha señalado directamente a varias instituciones estatales como responsables. El incidente supone un revés importante para el programa de modernización naval impulsado por Pyongyang en los últimos años, el más ambicioso emprendido en décadas, y que ha avanzado en paralelo a su plan de desarrollo de submarinos de nueva generación y de misiles.
La nave accidentada, de la que se desconoce el nombre oficial, es el segundo destructor de nueva generación que Corea del Norte ha presentado en pocas semanas. En abril, la prensa estatal difundió imágenes de Kim en el acto de lanzamiento del Choe Hyon, el primer destructor construido desde cero en muchos años. De acuerdo con los medios oficiales, ese buque está equipado con “las armas más poderosas” del arsenal nacional, aunque no se han ofrecido pruebas concluyentes sobre sus capacidades reales. Kim acudió a aquella ceremonia acompañado de su hija Ju Ae, a quien se señala como posible heredera del poder. Entonces, el mandatario norcoreano aseguró que Corea del Norte construirá más destructores, cruceros y fragatas.
El ejército de Corea del Sur ha confirmado este jueves que el nuevo destructor permanece volcado en el puerto de Chongjin (a poca distancia del puerto ruso de Vladivostok) y ha apuntado que el navío parece contar con un equipamiento similar al del Choe Hyon.
Kim ha insistido en varias ocasiones en que la modernización de la flota norcoreana es una prioridad estratégica para reforzar el potencial defensivo del país frente a las “crecientes amenazas de Corea del Sur y Estados Unidos”. Según algunos analistas, el Choe Hyon marcaba un punto de inflexión respecto a la obsoleta escuadra norcoreana de origen soviético. Aunque los detalles sobre este barco de guerra son escasos, las imágenes satelitales que se han difundido sugieren que comparten elementos de diseño similares a los de la marina rusa.
De acuerdo con algunos expertos, esta nueva clase de destructores cumple funciones polivalentes, con capacidad tanto antiaérea como antisubmarina. Su incorporación permitiría a Pyongyang ampliar su estrategia defensiva, pasando de una protección meramente costera a un control más activo de las aguas cercanas. Además, estos buques podrían desempeñar un papel de apoyo en el despliegue y la protección de los submarinos nucleares que las autoridades norcoreanas afirman estar desarrollando.
Algunos analistas surcoreanos han vinculado el acelerado ritmo de construcción de estas naves con posibles acuerdos con Moscú, en un contexto de creciente cooperación militar entre Corea del Norte y Rusia, reforzada tras la alianza sellada por Kim Jong-un y Vladímir Putin el año pasado, que incluye compromisos en materia de defensa y transferencia tecnológica.
Si bien Pyongyang no ha publicado imágenes del incidente del miércoles, analistas navales consultados por varios medios internacionales consideran que los daños causados por un fallo de este tipo pueden ser catastróficos, ya que, si el barco no se mueve en conjunto, las tensiones generadas pueden deformar el casco, provocar grietas e, incluso, llegar a partir la quilla.
Por eso, el accidente plantea dudas sobre la capacidad real de Corea del Norte para renovar a corto plazo la marina, considerada el eslabón más débil de sus Fuerzas Armadas. Según estimaciones preliminares, el incidente podría retrasar entre uno y dos años los planes de ampliación de la flota. No obstante, la reacción del mandatario norcoreano demuestra que la voluntad de modernizarla permanece intacta. Kim ha exigido responsabilidades al Departamento de la Industria de Municiones del Partido, al Instituto de Mecánica de la Academia Estatal de Ciencias, a la Universidad Tecnológica Kim Chaek, al Instituto Central de Diseño Naval y al propio astillero de Chongjin. El líder norcoreano ha ordenado reparar el destructor antes de finales de junio, fecha en la que se celebrará una sesión plenaria del Partido de los Trabajadores, y ha insistido en que el incidente se abordará durante dicha reunión.
El tratamiento informativo de la noticia en Corea del Norte también ha llamado la atención de los expertos. En un entorno donde el discurso oficial evita cualquier atisbo de debilidad, la decisión de hacer pública una humillación de este tipo supone una anomalía. A diferencia de episodios anteriores en los que Pyongyang ha optado por silenciar sus fallos, esta vez no solo ha reconocido el incidente con rapidez, sino que le ha concedido una posición destacada en la portada del Rodong Sinmun. Analistas citados por el digital NK News interpretan esta exposición como una estrategia calculada de Kim Jong-un para reforzar su autoridad interna, al responder con firmeza, exigir responsabilidades y afianzar su control sobre los distintos estamentos del aparato estatal.