El Estado estadounidense de Florida ejecutó el martes, mediante la aplicación de una inyección letal, a Kayle Bates, un hombre de 67 años, exmilitar, que había sido condenado por homicidio y llevaba más de cuatro décadas en el corredor de la muerte. Con esta ejecución son ya diez las realizadas por Florida en los ocho primeros meses de 2025; la anterior, hace apenas tres semanas. El Estado —que concentra más de un tercio de todas las penas capitales registradas en Estados Unidos este año— ha batido así su record anual y volverá a superarlo próximamente si lleva a cabo las otras dos ejecuciones previstas hasta finales de año.
Las autoridades penitenciarias suministraron a Bates, veterano de la Fuerza Aérea del ejército, la inyección letal a las 18.00 hora local (medianoche del martes al miércoles en la España peninsular) en la Prisión Estatal de Florida, en Raiford. La inyección contenía tres sustancias: un sedante, un paralizante y un fármaco que detiene el corazón.
Bates había sido condenado por el homicidio en primer grado, robo a mano armada e intento de ataque sexual a Janet White, trabajadora de una oficina de seguros, el 14 de junio de 1982. “La evidencia estableció que Bates secuestró a la víctima en su oficina, la llevó a un bosque detrás del edificio, intentó violarla, la apuñaló hasta la muerte y le quitó el anillo de diamantes de uno de sus dedos”, recoge el expediente judicial.
La ejecución de Bates se produjo pese a que una delegación de más de 130 veteranos de guerra pidió la semana pasada en una carta al gobernador de Florida, Ron DeSantis, que no aplicara la pena capital a exmilitares estadounidenses, señalando que cerca de 30 de ellos permanecen en el corredor de la muerte. La asociación de Floridanos por Alternativas a la Pena de Muerte (FADP, en inglés) también entregó una petición el martes en la que sostenía que “el caso de Kayle remarca los profundos errores en el sistema de la pena de muerte en Florida”.
“Él ha afrontado más de 42 años en el corredor de la muerte y ha despertado serias preocupaciones legales, incluyendo la negativa de pruebas de ADN, asesoría legal ineficaz y el juicio con jurado”, aseveraba el comunicado de FADP. La organización Death Penalty Action realizó una vigilia mientras se producía la ejecución de Bates, un hombre afroestadounidense al que describió como un veterano que lidiaba con síndrome de estrés postraumático y una lesión cerebral y que fue condenado por un jurado formado solo por personas blancas.
Con la de Baytes son ya 29 las personas ejecutadas en Estados Unidos en lo que va de 2025, la cifra más alta de los últimos cinco años, según Death Penalty Information Center. Florida concentra más de una de cada tres ejecuciones, y planea realizar dos más antes de que acabe el año: el 28 de agosto la de Curtis Windom, condenado por matar a tres personas; y el 17 de septiembre la de David Pittman, condenado por asesinar a la hermana y los padres de su esposa. En el conjunto de EE UU son nueve las ejecuciones programadas para el resto de 2025, según los datos recopilados por la cadena de televisión CBS News.