Jozef Síkela, (Rokycany, República Checa, 57 años) es el encargado de construir los acuerdos internacionales de la Unión Europea. Desde el pasado diciembre, es el comisario de Cooperación Internacional, un cargo desde el cual maneja la iniciativa Global Gateway, un programa de la Comisión que movilizará 300.000 millones de euros entre 2021 y 2027. Con este programa, Bruselas espera apuntalar su presencia geopolítica, en un momento de repliegue de Estados Unidos y de creciente influencia de las potencias que Síkela denomina como sus “rivales”: China ―con su Ruta de la Seda― y Rusia.
El comisario europeo recibió a EL PAÍS el miércoles en Madrid, en las vísperas del Día de Europa, para conversar sobre los retos externos que enfrenta el Viejo Continente.
Pregunta. Después de la decisión del presidente de EE UU, Donald Trump, de suspender USAID [siglas en inglés de la agencia de cooperación estadounidense], países como el Reino Unido, Alemania, Francia y Países Bajos también han anunciado recortes en la ayuda al desarrollo. ¿Está en crisis esta ayuda?
Respuesta. [La decisión de suspender USAID] es un mal mensaje para la agenda del desarrollo, porque la brecha para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible [ODS] es enorme, de cuatro billones de dólares [unos 3,68 billones de euros]. Lamentamos profundamente esa decisión. Sin embargo, es también una oportunidad y tenemos que aprovecharla. Porque hay una amenaza: si no lo hacemos, dejamos ese vehículo a nuestros rivales, como China y Rusia. Y ya estamos viendo qué significa, por ejemplo, en el Sahel. Europa es el mayor patrocinador de la agenda de desarrollo. Seguiremos siendo un socio confiable, a pesar de que algunos de los países probablemente reduzcan ―ligeramente, espero― sus contribuciones, debido al gasto en defensa y otros temas.
P. Los recortes en USAID han intensificado los debates en torno a la “descolonización” del sistema de ayuda exterior. En un reportaje recientemente publicado en este diario, varios trabajadores humanitarios criticaron la narrativa del “salvador blanco” en la cooperación. ¿Cree que las iniciativas de ayuda europeas empoderan a los países receptores, dándoles voz y poder de decisión?
R. Lo que tenemos que ofrecer es futuro sostenible, lo que significa creación de empleo, de cadenas de valor, de acceso a la educación… Pero también acceso a los mercados mundiales, porque vemos que la fragmentada agenda tradicional de ayuda al desarrollo no ha dado los resultados esperados. Por lo tanto, tenemos que centrarnos en el impacto económico de las inversiones. La segunda razón es que necesitamos atraer capital privado. Cuando me reúno con los representantes de nuestros países asociados, me preguntan cuándo vendrán las nuevas inversiones, a lo que les digo: “Depende de ustedes”. Los negocios deciden dónde y cuándo ir. Nosotros podemos ayudarlos a crear un entorno más favorable para la inversión. Así es como podemos ayudar con el desarrollo sostenible.
P. Algunos países destinatarios de ayuda están sujetos a sanciones económicas, como Cuba. A la luz de las iniciativas públicas y privadas de inversión, ¿en qué medida estas sanciones obstaculizan su desarrollo?
R. Siempre actuaremos de acuerdo con nuestros valores fundamentales, la democracia y los derechos humanos. No queremos colaborar con regímenes no democráticos; pero también en estos países hay gente necesitada. Así que siempre buscamos las formas de ayudar a estas personas en un contexto muy frágil. Siria, Afganistán… también en Cuba hay mucha gente necesitada. Por supuesto, preferimos colaborar con socios que comparten nuestros valores y principios básicos. Sin embargo, también tenemos nuestros deberes cuando se trata de contextos extremadamente frágiles.
La cumbre CELAC-UE es un momentum político, con oportunidades de inversión real
Jozef Síkela, comisario de Cooperación Internacional
P. Gustavo Petro, presidente de Colombia y presidente rotatorio de la CELAC, ha defendido la propuesta de cambiar la deuda externa de los países por acciones climáticas. ¿Es esta una estrategia viable?
R. El alivio de la deuda es un tema complicado, porque se crea un precedente. La deuda es como el fuego: es un buen sirviente, pero puede ser una herramienta muy mala. Esto es lo que experimentamos en el pasado: préstamos caros concedidos por nuestros competidores a sabiendas de que eran difícilmente reembolsables para luego ponerlos en contra del deudor para negociar condiciones mucho más duras. Esta no es la forma en que queremos trabajar. Cuando concedemos un préstamo, se basa en estudios de viabilidad de que pueden ser pagados. [Reemplazar deuda por acciones climáticas] es una idea muy interesante que podría ayudar. Pero no puede ser que Europa cancele los préstamos y otros como China no lo hagan. Así que discutamos el tema, también con las instituciones financieras involucradas, como el Banco Mundial. Pero creo que es algo muy difícil.
P. Uno de los objetivos del Global Gateway es implementar la Agenda 2030 más allá de las fronteras de la UE. Pero al mismo tiempo, la extrema derecha europea critica estos objetivos como una “agenda ideológica” que socava “los valores tradicionales”. A la luz de estas críticas, ¿ve viable que la UE promueva estos principios?
R. No creo que en Europa se critiquen los ODS. Las críticas van dirigidas principalmente a su asequibilidad, a los costes. Estamos experimentando altos costes de energía en Europa. Oímos a las empresas decir que estamos perdiendo competitividad porque la energía es mucho más barata en Asia y en EE UU. Cada tonelada adicional de CO₂ ahorrada en Europa es extremadamente costosa. Global Gateway está ofreciendo una solución para cumplir con los objetivos climáticos mediante la descarbonización en otros continentes.
Hay formas de ayudar a la industrialización sostenible. Tenemos que ayudar con la energía renovable y esta es la manera de limitar las críticas en Europa, de convencer a los ciudadanos europeos de que, si no invertimos hoy, el coste en el futuro será mucho mayor. El cambio climático no desaparecerá si no hablamos de ello: esto es como una enfermedad, si no se habla de los síntomas no significa que la enfermedad haya desaparecido. Así que nos atenemos a estos objetivos y solo tenemos que ser más pragmáticos. Tal vez no siempre esforzarse por la solución perfecta, pero muy costosa… Tal vez, una solución al 80% que cuesta solo la mitad.
P. Hay figuras influyentes en América, como Trump, el presidente de Argentina, Javier Milei, o el expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que cuestionan los ODS desde una perspectiva ideológica. ¿Es ese un obstáculo para la implementación de los objetivos que la UE tiene en América Latina?
R. No lo creo. Podemos convertirlo en una ventaja. Esta agenda sostenible no desaparecerá. Así que si alguien dejó de invertir en ella, puede crear para nosotros una ventaja, porque si seguimos adelante, incluso mejoraremos las tecnologías que tenemos disponibles y podemos monetizarlas en el futuro. Pero hemos de ser rápidos, estar más enfocados, más selectivos.