El gabinete de seguridad de Israel ha aprobado por unanimidad este lunes un plan para expandir por fases la ofensiva en Gaza. No es un simple paso formal. El ejército lleva desde el sábado llamando a filas a decenas de miles de reservistas y ahora ―por primera vez desde el inicio de la invasión en octubre de 2023― pronuncia en voz alta palabras que antes solo susurraba. El plan es “diferente de sus predecesores” porque supone pasar “del método de incursiones a la conquista de territorios y la permanencia en ellos”, según dijo el primer ministro, Benjamín Netanyahu, al defenderlo, de acuerdo a la televisión pública. Una fuente oficial israelí confirmó que la iniciativa aprobada incluye “la conquista de Gaza y la retención de territorios”.
El plan ―que no se pondrá en práctica de inmediato― implicará un nuevo desplazamiento masivo de población hacia el sur. Ya ordenó uno, de casi la mitad de la población, al principio de la guerra, pero las familias pudieron volver durante el alto el fuego que Netanyahu rompió en marzo. Se calcula que un quinto de los 2,2 millones de gazatíes están allí ahora.
Desde que Netanyahu dinamitó el alto el fuego (para no tener que pasar a la fase que habría liberado a los últimos 59 rehenes en manos de las milicias palestinas, pero también implicado el fin de la guerra), sus tropas vienen empequeñeciendo Gaza hasta extremos inéditos en año y medio de invasión. La agencia de asuntos humanitarios de la ONU calcula que la población solo puede acceder ya al 31% del territorio, que ya era antes el de mayor densidad de población del mundo. Al Mawasi, la zona atestada de tiendas de campaña de desplazados, a la que exhortó repetidamente a la población a dirigirse y que ha bombardeado decenas de veces desde entonces, ya no tiene la consideración de “humanitaria”.
Netanyahu también aseguró que continúa “promoviendo” el plan de Trump para vaciar permanentemente Gaza de su población —denominado de “salida voluntaria”— y que mantiene “contactos sobre el tema con varios países”.
El gabinete también ha aprobado otra novedad importante: la reanudación de la entrada de alimentos, electricidad, medicamentos o combustibles a Gaza, que las Fuerzas Armadas de Israel llevan más de dos meses impidiendo por completo, lo que ha aumentado la desesperación, hambre y saqueos de la población. Será, sin embargo, en el marco de un plan de militarización de la ayuda del que las agencias de Naciones Unidas rechazan formar parte.
Consiste en establecer puntos de reparto en zonas bajo control militar israelí pleno del sur de Gaza para que lo entreguen contratistas privados de seguridad y agencias humanitarias. El mecanismo “impediría a Hamás tomar el control de los suministros y destruiría su capacidad de gobierno”, según la fuente oficial. Las autoridades políticas y militares israelíes justifica el cerco absoluto a la Franja con en la presión a Hamás para que se rinda (que entregue las armas y a los 59 rehenes que mantiene y acepte la ocupación de Gaza) y en que roba la ayuda humanitaria, algo que no ha corroborado ningún organismo internacional u ONG con presencia en el terreno.
La idea es poner en marcha el nuevo sistema en unas dos semanas, condicionado por la visita del presidente de EE UU, Donald Trump, al Golfo, que comienza el próximo día 13.
El mecanismo salió adelante con un único voto en contra, el del ministro de Seguridad Nacional, el ultranacionalista Itamar Ben Gvir, que aboga por destruir con bombardeos los (hoy menguantes) almacenes de comida en Gaza. Eyal Zamir, el nuevo jefe del Estado Mayor que lo presentó, insistió en que ni un solo soldado israelí entregará directamente la ayuda humanitaria, según las filtraciones de los debates.
Victoria
La reunión del gabinete comenzó en la noche del domingo y se extendió hasta entrada la madrugada. Al anunciarla, Netanyahu retomó su mantra del triunfo “pleno y total” sobre Hamás (que hace más de un año veía “al alcance de la mano”). Tres días antes, indignó a los partidarios de priorizar el regreso negociado de los rehenes al afirmar que, si bien era una tarea “muy importante”, el “objetivo supremo” era la victoria.
El plan aprobado este lunes ya tiene consecuencias regionales. Este domingo, tras superar las defensas antiaéreas conjuntas de EE UU e Israel, los hutíes de Yemen ―el único grupo armado que sigue atacando a Israel con frecuencia desde que comenzó la invasión de Gaza― lanzaron un misil que impactó junto a un centro neurálgico tan importante y simbólico como el principal aeropuerto del país, Ben Gurión, ubicado cerca de Tel Aviv. Hubo seis heridos, casi todos leves, pero más de 15 aerolíneas, como Iberia, Air Europa, Lufthansa, British Airways, Delta, United Airlines y Wizzair, han cancelado vuelos a Tel Aviv.
A última hora del día y en respuesta a la decisión de expandir la ofensiva en Gaza, la milicia hutí exhortó a las aerolíneas de todo el mundo a “tomar en consideración” su intención de imponer a partir de ahora un “bloqueo aéreo completo” sobre Israel, con disparos frecuentes contra sus aeropuertos. Netanyahu advirtió de que se cobrarán la venganza “en su debido momento” no solo contra los hutíes, sino también contra Irán, su principal apoyo.