Cinco jóvenes ultraortodoxos enrolados en las tropas israelíes han muerto en Gaza por la explosión de una bomba colocada por Hamás. La operación pone de manifiesto, por un lado, que la milicia y su entorno siguen teniendo cierta capacidad militar sobre el terreno. Por otro, que esas cinco muertes van a alimentar más todavía la perenne polémica que rodea el derecho a no alistarse que asiste a los jaredíes (temerosos de dios, como se conoce a los ultraortodoxos) y que cada vez está más en entredicho.
Esos cinco soldados que han perdido la vida forman parte de una minoría, una excepción dentro de su comunidad, pues históricamente solo visten el uniforme de manera voluntaria. Integraban el batallón Netzach Yehuda, creado en 1999 para facilitar el ingreso al ejército de los ultraortodoxos y que, por vez primera, participa en primera línea de combate en la presente contienda. “Este es el ataque más mortífero contra las tropas jaredíes desde que se estableció la unidad hace 26 años”, señala Yaya Fink, uno de los israelíes que lidera las manifestaciones para que los religiosos se unan al ejército.
Tanto portavoces castrenses israelíes como del brazo armado de Hamás han informado del ataque. Los hechos ocurrieron en torno a las diez de la noche del lunes en Beit Hanún (norte de Gaza) cuando un grupo de militares cruzaba a pie una carretera y explotó un artefacto dejando cinco muertos y 14 heridos, dos de ellos muy graves, según la versión del ejército que publican medios locales. Las tareas de evacuación, añaden, estuvieron acompañadas de disparos en forma de emboscada.
“La compleja operación de Beit Hanún es un golpe más asestado por nuestros feroces combatientes al prestigio del débil ejército de ocupación”, celebra en un comunicado Abu Obeida, portavoz de las Brigadas Ezedin Al Kasam, brazo armado de Hamás. “La decisión más insensata que [Benjamín] Netanyahu puede tomar es la de mantener sus fuerzas dentro de la Franja de Gaza”, amenaza en referencia al primer ministro israelí.
Lo ocurrido en Beit Hanún “es un doloroso recordatorio de que estos soldados no sirven simbólicamente; están en el frente, arriesgando y perdiendo la vida como todos los demás”, añade Fink, que ha participado como reservista en la presente contienda. “¿Cambiará esto el discurso político? Es improbable. Podría animar a algunos más a alistarse y generar cierta incomodidad para quienes promueven la evasión del servicio militar, pero el sistema en general está construido para resistir al cambio”, agrega.
El ataque ha tenido lugar mientras las tropas de ocupación mantienen intensos ataques a lo largo del enclave donde siguen lanzado órdenes de evacuación forzosas a la población como ha ocurrido este martes con nueve áreas de Jan Yunis (sur). De forma paralela, se mantienen conversaciones indirectas entre Hamás e Israel en Doha (Qatar) que podrían llevar en los próximos días a acordar una tregua en un 80 o 90%, según una fuente oficial israelí citada por medios locales.
Al mismo tiempo, Netanyahu, que ha emitido un comunicado de condolencias por las cinco muertes, sigue de viaje en Estados Unidos, donde en la noche del lunes fue recibido por el presidente Donald Trump. El mandatario israelí aceptó la propuesta de 60 días de alto el fuego que el líder republicano ha ofrecido como vía para conseguir el final de la guerra con la liberación del medio centenar de rehenes que quedan en la Franja, la mayoría ya dados por muertos.
Un alto mando de Hamás herido al principio de la guerra y retirado desde entonces de primera línea, ha señalado que el grupo armado palestino ha perdido casi el 80% de su control sobre Gaza y que otras facciones armadas están ocupando ese vacío, según la cadena BBC. Ese miembro del movimiento añade que el sistema de mando y control de la milicia se ha derrumbado por los meses de ataques israelíes, que han devastado el liderazgo político, militar y de seguridad del grupo.
Esto no impide que Hamás pueda seguir llevando a cabo acciones puntuales como la de Beit Hanún o la que, grabada incluso en vídeo, llevó a uno de sus hombres a introducir una bomba por la escotilla de un vehículo blindado a finales de junio en Jan Yunis matando a los siete soldados israelíes que se encontraban en su interior.
El activista y analista israelí Gershon Baskin se ha mostrado indignado tras escuchar en una emisora de radio a un responsable de Netzach Yehuda afirmar que esos cinco soldados “han muerto como mártires defendiendo la madre patria”, según un comentario escrito en la mañana del martes. “Sus palabras me han recordado de inmediato a Abu Obeida”, agrega Baskin, muy crítico con el gobierno y buen conocedor de la retórica islamista y del recurso al martirio como justificación.
“Los cinco soldados israelíes muertos en Gaza y los palestinos que ahora mueren en Gaza están siendo asesinados en vano. No están defendiendo la patria. No están liberando nada. No son mártires. Son peones en un juego perverso de líderes que han perdido su humanidad y no tienen compasión por su propio pueblo”, zanja el activista, que en el pasado llegó a negociar directamente con altos mandos de Hamás.
Cambiar la ley y obligar a vestir el uniforme a los hombres que integran la comunidad religiosa supone un paso complicado para la estabilidad política de Israeal pese a que la calle cada vez reclama más poner fin a ese privilegio. El Gobierno de coalición que lidera el primer ministro Benjamín Netanyahu depende del apoyo de formaciones religiosas opuestas a que los jaredíes se alisten. En el Parlamento no se ha alcanzado todavía una cuota que pueda salvar las diferencias y que podría estar en torno a las 5.000 llamadas a filas el primer año.
“Los líderes políticos jaredíes siguen presionando para lograr exenciones totales para todos los estudiantes de yeshiva [escuela talmúdica], incluso en tiempos de guerra. Su influencia depende de ello, y mientras esta coalición se mantenga, esa agenda avanzará”, sostiene Yaya Fink que, como reservista, entiende que todos los israelíes han de compartir los riesgos. Pero cree que “el verdadero cambio solo llegará con un cambio de liderazgo”. Mientras, el ejército lleva años tratando de adaptar los usos y costumbres para que los religiosos puedan amoldarse a la vida militar. Desde permitir que no convivan con mujeres a poder mantener sus ritos. Pero no consiguen suficientes candidatos que quieran unirse.
En medio de la polémica, el ejército anunció el pasado domingo que ha comenzado a enviar 54.000 notificaciones de reclutamiento a estudiantes de escuelas religiosas tras ser autorizado por la Fiscalía en junio. La experiencia no es muy halagüeña, pues desde julio de 2023, se han emitido 24.000 de esas notificaciones, pero apenas un puñado se han dado por aludidos y se han presentado a prestar servicio, según datos del diario Haaretz. El ejército advierte de la posibilidad de empezar a detener a desertores, pero, al mismo tiempo, reconoce que apenas dispone de 300 plazas frente a los miles que deberían ser arrestados.
Desde la creación del Estado judío en 1948, las autoridades israelíes permiten a la población ultraortodoxa, hoy casi el 15% de diez millones de habitantes, evitar el ejército. Son, además, con casi siete hijos de media por familia, el principal motor demográfico del país. Pero ese privilegio se ha ido poniendo cada vez más en solfa según se ha ido alargando la guerra en Gaza, donde la lista oficial de palestinos muertos supera ya los 57.500. El ejército y parte del estamento político llevan meses reclamando la participación de los ultraortodoxos para poder alimentar la creciente necesidad de efectivos, especialmente por la guerra en la Franja.
Cientos de miles de ciudadanos israelíes se han unido como reservistas a lo largo de los últimos 21 meses de contienda, desde que tuvo lugar la matanza liderada por Hamás de unas 1.200 personas el 7 de octubre de 2023. En este tiempo, el número de militares muertos asciende a 888. Frente al reclutamiento masivo de la población, muchos jaredíes no tienen más ocupación que estudiar la Toráh (texto sagrado del judaísmo). Esa falta de implicación en la defensa nacional está cada vez peor vista entre el grueso de la sociedad israelí. Las manifestaciones, sin embargo, se suceden por ambas partes en la calle.
Arye Dery, líder del partido ultraortodoxo Shas, uno de los que sostiene la coalición de gobierno, ha querido dejarlo claro, según declaraciones publicadas por Haaretz, lo que puede ocurrir: “En el momento en que la policía militar entre en una yeshiva o en una casa y arreste a un solo estudiante, en ese momento, el Shas dejará de estar en el gobierno”.