Fiona Hill (Bishop Auckland, Reino Unido, 59 años) es una de las más destacadas expertas occidentales sobre Rusia y el espacio postsoviético. Ha trabajado como analista y asesora de seguridad para tres Administraciones de Estados Unidos: la de Bush hijo, la de Obama, y la primera de Trump, en este caso con el cargo de consejera adjunta del presidente y directora principal de asuntos europeos y rusos en el Consejo de Seguridad Nacional de EE UU de 2017 a 2019. Hija de un minero y una enfermera ingleses, logró desde la Inglaterra periférica, y con un acento que ella misma definió de clase obrera, acceder a Harvard y a partir de ahí forjar una carrera estelar y adquirir la nacionalidad estadounidense. Su declaración en 2019 en la investigación del Congreso de EE UU para el procedimiento de impeachment a Trump es considerada por muchos como un emblema de su valiente independencia de juicio.
Concedió esta entrevista el lunes en Madrid, donde acudió por invitación de la Fundación Ramón Areces para pronunciar una conferencia en su sede. Hill, que actualmente es rectora de la Universidad de Durham, miembro de la Junta de Supervisores de la Universidad de Harvard, investigadora de Brookings Institution y asesora para la revisión estratégica del Ministerio de Defensa británico, considera que Trump se ve como un emperador, y exhorta a los europeos a fortalecer su unión y defensas ante un panorama internacional hostil.
Pregunta. Usted ha podido observar con sus propios ojos las interacciones entre Donald Trump y Vladímir Putin en el pasado. ¿Cómo describiría la relación entre ambos?
Respuesta. Para Putin, la relación es una en la que intenta aprovecharse de las debilidades de Trump para poder manipularlo. Y Trump no ha sido capaz de hacer lo mismo con Putin, porque está demasiado encandilado con Putin como un símbolo y como un ejemplo de lo que él quiere ser. Trump quiere ser un autócrata. Se ve a sí mismo como un rey, como un emperador. Se ve como un coloso que camina sobre el escenario mundial. Y ve a Putin como ese tipo de titán que él quiere ser. Y lamentablemente, no lo ve por lo que realmente es, también alguien con muchas debilidades. No ve que Rusia no es la superpotencia que fue la Unión Soviética. Y, francamente, en este momento, toda la influencia en esa relación la tiene Putin.
P. Putin ha dejado claro que busca restablecer algún tipo de esfera de influencia de Rusia; es evidente que trata de dividir a Occidente y que está muy interesado en ver a unos EE UU debilitados, menos eficaces en el escenario mundial. ¿Está ganando?
R. Bueno, en la superficie, sí, Trump parece estar dándole a Putin todo lo que quiere. También está hablando del mundo en términos de esferas de influencia, algo que presidentes anteriores de EE UU no han hecho. Trump está hablando, básicamente, de que EE UU tome el control casi literal de todo el hemisferio occidental. Eso es una victoria para Putin, porque es la forma en que él habla acerca recuperar territorio que una vez fue parte del Imperio Ruso, parte de la Unión Soviética. A Putin le gustaría restaurar el estatus de Rusia en Europa, lo que significa dominio sobre Europa del Este, sin duda, pero en realidad mucho más que eso. No obstante, si se observa en un sentido más práctico, con respecto a la guerra en Ucrania, Putin no está ganando, por supuesto. Putin veía la invasión de 2022 en la misma línea que las intervenciones soviéticas en Europa del Este en Hungría en 1956, en Checoslovaquia en 1968. La idea era que habría un ataque rápido y contundente y que todos volverían a alinearse. Pensó que Zelenski huiría. Pero los ucranios decidieron resistir y, en lugar de ser una operación militar especial que terminaría en cuestión de días o semanas, se ha convertido en la campaña militar más grande de Rusia en Europa desde la II Guerra Mundial.
Las bajas para Rusia son enormes. Más de 800.000 entre muertos y heridos. Si consideramos a los muertos en combate, que los británicos y otros estiman en unos 200.000, son cifras impactantes de soldados rusos muertos. En la guerra de Afganistán, durante la época soviética, fueron solo entre 10.000 y 15.000. Así que no hay mucha victoria allí. En cuanto a la economía rusa, no está estancada, pero está sobrecalentada porque se ha transformado en una economía de guerra. El 40% de la economía está dedicada a la guerra, y en aumento. ¿Y está ganando en términos de Europa? Si las potencias europeas reconstruyen un pilar europeo de la OTAN para ser más independientes de Estados Unidos, y si se mantienen firmes en el rechazo a una imbricación económica con Rusia, entonces eso no es una victoria para Putin. Él apuesta a que Estados Unidos no solo le entregue Ucrania en bandeja a Rusia, sino también empuje a Europa a reabrir un camino hacia el reencuentro con Rusia. Y hasta ahora, no ha ganado en eso.
P. Acaba de hablar de Europa. ¿Cuáles deberían ser, en su opinión, las prioridades de Europa para adaptarse a una época en la que EE UU se está alejando de décadas de alianzas transatlánticas y al mismo tiempo se enfrenta a la amenaza del imperialismo ruso?
R. Hay varias cosas que deben hacerse. Primero, Europa debe reconocer precisamente lo que ha dicho usted: que está atrapada entre una Rusia muy agresiva y unos EE UU que ya no son el aliado confiable que eran antes y que ciertamente no van a ser el garante de la seguridad europea. El mayor riesgo para los europeos ahora mismo es que hay una gran vulnerabilidad en su infraestructura nacional crítica. Eso debería abordarse de inmediato. Toda nuestra infraestructura nacional crítica necesita estar protegida tanto de accidentes, desastres naturales, como de ataques híbridos de otros países. Eso debería concentrar las mentes de los europeos; hay que trabajar más estrechamente juntos, independientemente de si un país está en la UE o en la OTAN. Los europeos deben proteger colectivamente la infraestructura nacional, construir fuerzas conjuntas. Dejar de lado las disputas en otros temas y enfocarse en la defensa nacional y colectiva, también en el intercambio de inteligencia.
P. Menciona usted el riesgo de sabotajes. ¿Cómo defendemos nuestras democracias, que están bajo ataque, tanto por la manipulación, el sabotaje proveniente de Rusia, como por campañas de desinformación y manipulación internas de populistas…?
R. Eso también requiere acción colectiva por parte de Europa. Se trata de usar los tribunales, de vigilar y de regular. Por supuesto, habrá presión desde Estados Unidos en contra de esto, con argumentos que denuncian la regulación de la libertad de expresión, pero está claro que en ese terreno hay una oportunidad de subversión. Europa está muy expuesta a la manipulación desde Rusia y también desde el hacktivismo estadounidense en contra de su sistema político. Creo que ya es bien sabido que en el caso del movimiento independentista catalán, Rusia fue altamente manipuladora. Podría ocurrir lo mismo desde EE UU o desde otros grupos dentro de Europa. Tenemos que tomarnos todos estos riesgos con extrema seriedad. Así que eso significa que tenemos que trabajar juntos a través de todos nuestros distintos sistemas de inteligencia, tanto internos como externos. También tenemos que emprender una campaña para asegurar que nuestros ciudadanos estén mejor informados sobre los riesgos.
P. Vemos instintos autoritarios por parte de Trump y vemos también instintos hiperlibertarios por parte de los oligarcas en EE UU. ¿Es optimista con que la democracia estadounidense, admirada por Tocqueville, sea capaz de resistir esta combinación de presiones?
R. Espero que sea capaz, pero esperar es distinto de ser optimista. En este momento me he vuelto bastante pesimista porque no ha habido una reacción del Congreso. El Congreso está de brazos cruzados en este momento. Trump ha capturado completamente al Partido Republicano. La destrucción de la burocracia estadounidense ha eliminado la capacidad del sector público de hacer frente. Demasiado énfasis está recayendo ahora en los tribunales. Y en cuanto a la sociedad civil, está bajo ataque. La prensa está bajo ataque. Y las universidades, también. Y realmente tenemos que ver si estos esfuerzos de organizarse y contraatacar provenientes de los sindicatos y otros grupos de trabajadores, así como universidades, bufetes de abogados y otros actores de la sociedad civil, funcionarán. Espero que funcionen, porque sería una gran tragedia ver el fin de la república estadounidense y su democracia en vísperas del 250º aniversario de la revolución e independencia de Estados Unidos, que asistiéramos al regreso a la tiranía, al retorno de un rey.