La noche electoral de este domingo generó sensaciones encontradas en Europa. La más inmediata, el alivio entre las fuerzas europeístas porque el candidato populista ultra rumano George Simion no logró la victoria que auguraban las encuestas. Nicusor Dan, centrista y proeuropeo, se impuso finalmente en las elecciones presidenciales. Los resultados mostraron también, sin embargo, el auge y consolidación de las fuerzas conservadoras y ultras en Europa. En Portugal, donde se impuso la coalición conservadora, el gran ganador de la noche fue Chega, que registró un fuerte avance, mientras las fuerzas ultraconservadoras y de extrema derecha en Polonia mostraron que siguen muy vivas.
La tendencia es global, empezando por Estados Unidos, con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. En Europa queda patente en cada cita electoral. Se observó con claridad en las elecciones al Parlamento Europeo de junio del año pasado, que dejaron un hemiciclo en el que más de la mitad los 720 eurodiputados se encuadran entre el centroderecha y la derecha más extrema. Ante el temor muy real a que las fuerzas más extremas lleguen al poder, la UE respira cuando la ciudadanía vuelve a frenar el avance ultra, como en Rumania este domingo. Pero como dice Zsuzsanna Végh, analista del centro de análisis German Marshall Fund, “no es momento de relajarse o dejar de preocuparse por el auge de la extrema derecha”.
A nivel europeo, estas fuerzas “están consolidando su posición como actores establecidos en toda la Unión”, señala la experta en extrema derecha. Se vio en las legislativas en Francia del verano pasado, cuando el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen ganó la primera vuelta, aunque finalmente quedase tercero en la segunda. En Alemania, Alternativa para Alemania (AfD), se situó por primera vez en segundo lugar en las elecciones de febrero. Mientras, los socialdemócratas del SPD registraron su peor resultado desde 1890, poco más del 16%.
En Portugal la noticia es el resultado de Chega. La formación ultra de André Ventura ha pasado en apenas seis años del 1,3% de apoyos cuando se presentó por primera vez en 2019 al 22,5%, de este domingo. También aquí, el Partido Socialista sufre un descalabro histórico que ha provocado la dimisión de su líder, Pedro Nuno Santos. En Rumania ganó la opción centrista del alcalde de Bucarest, pero Simion consiguió el 46,4% de votos y puso a la UE en tensión. En Polonia, pese a la mínima ventaja del candidato liberal, Rafal Trzaskowski, el arco ultraconservador y de extrema derecha suma más del 50% de los votos.
Végh señala algunos elementos que contribuyen al auge de las fuerzas ultras, como un sentimiento generalizado antiestablishment, combinado con factores económicos. Estos partidos abordan los problemas socioeconómicos y capitalizan “el fracaso de los partidos tradicionales para resolverlos”. Su credibilidad va creciendo entre el electorado, “y cada vez más personas consideran aceptable votar por ellos”. El coqueteo de los partidos tradicionales con sus ideas les da un extra de legitimidad.
En Bruselas se observa muy de cerca el acercamiento de los conservadores a las posiciones más extremistas. “Es inaceptable”, critica Karel Lannoo. El director ejecutivo del Centro de Estudios Políticos Europeos (CEPS) subraya el aumento de la tolerancia del Partido Popular Europeo (PPE) hacia el grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), donde se sientan partidos como los Hermanos de Italia de la primera ministra Giorgia Meloni o Ley y Justicia (PiS), de los ultraconservadores polacos. Cada vez en más ocasiones votan juntos.
Esta aproximación ideológica es más evidente en asuntos como las políticas verdes o la inmigración. En Polonia, el primer ministro, Donald Tusk, defiende una línea migratoria todavía más dura que la de PiS y cuestiona aspectos del pacto verde europeo, ante el que se ha levantado el potente sector agrícola. Trzaskowski, considerado progresista, está siguiendo la misma senda en campaña para ganarse a ese electorado. “Nadie se atreve a decir: queremos reindustrializar, pero eso significa que necesitamos más migrantes. Nadie”, señala Lannoo a modo de ejemplo.
Montenegro, Trzaskowski y Friedrich Merz, el nuevo canciller alemán, pertenecen a la familia de los populares europeos. Todos pueden vender que han quedado primeros en sus respectivos comicios —aunque la segunda vuelta de las presidenciales polacas están muy abiertas—, pero ninguno puede presumir de gran victoria. Para Alberto Alemanno, profesor Jean Monnet de Derecho y Políticas Europeas de la Escuela de Estudios Superiores de Comercio de París, los populares “mantienen el poder, solo porque cedieron una parte a su flanco derecho…”. “Es una apuesta”, reflexiona, pero cree que “corren el riesgo de ser canibalizados”.
Declive socialdemócrata
La socialdemocracia, en su gran mayoría reacia a asumir estas posturas, está en declive. España es el único gran país de la UE con un Gobierno progresista. “En los últimos años, los asuntos relacionados con la ‘guerra cultural’ han desplazado a los temas socioeconómicos en el debate público, lo que da ventaja comunicativa a la extrema derecha”, explica Végh. “Además, han empezado a apropiarse de temas tradicionales de la izquierda, presentándose como fuerzas creíbles para abordar los problemas sociales y económicos”, añade.
En el impulso de la ola reaccionaria hay un elemento que también se ha plasmado en las elecciones de este domingo: el voto de los jóvenes, especialmente el de los hombres. En Portugal, Chega ha sido su primera elección. En Polonia, el candidato de Konfederacja, una formación libertaria de extrema derecha, ha sido el más votado entre los menores de 39 años, especialmente en el tramo entre 18 y 29 años, entre quienes ha cosechado el 36,1% de apoyos, según el sondeo a pie de urna de Ipsos.
Alemanno ve detrás del atractivo para este sector social, “que [las fuerzas ultras] no se centran en la elaboración de políticas, sino en la protesta”. Son capaces de canalizar el descontento juvenil “alimentado por la precariedad material, la inseguridad sobre el futuro y la sensación de que vivirán peor que sus padres”, como señala Végh.
La experta recuerda además que estas generaciones ya no tienen una conexión directa con las dictaduras del pasado. Y hay otro factor, el tecnológico: “Tienen una gran ventaja en plataformas como TikTok, donde se comunican eficazmente con los jóvenes”.
Si la historia tiene algo de cíclico, una pregunta oportuna sería cuánto durará esta fase conservadora y en qué punto de la curva nos encontramos. “Ojalá hubiéramos alcanzado el pico de la extrema derecha, pero no”, opina con franqueza el director del CEPS. Como señala, la participación de estos grupos en el Parlamento Europeo ha aumentado constantemente.
El profesor Alemanno cree que “el interés por los grupos extremistas suele ser efímero y estar impulsado por la frustración con el presente, y no por la nostalgia del pasado”. Opina, sin embargo, que, cuando llegan al Gobierno, incluso si solo se quedan en el ámbito local, “tienden a perder terreno”, y señala el ejemplo de Vox en España.
Pero ejemplos como Hungría, donde Viktor Orbán suma 15 años de mandatos consecutivos, hacen que la UE contenga la respiración en cada cita electoral. La internacional trumpista que ansía el primer ministro húngaro no termina de cuajar a la velocidad que le gustaría. Los partidos ultras o euroescépticos van tocando poder, sin embargo, con mayor o menor grado de pragmatismo, en países como Italia, con Meloni, o en Países Bajos, con la formación de Geert Wilders.
Por ahora, nadie ha encontrado la fórmula definitiva para frenar este avance. La unión de las fuerzas democráticas en Polonia en las elecciones parlamentarias de 2023 se convirtió en un ejemplo a seguir. Poco más de un año y medio después, la primera vuelta de las presidenciales ha dejado claro que los ultraconservadores siguen muy vivos, y que vienen acompañados de fuerzas aún más ultras.
Metodología
El mapa de extrema derecha emplea los datos de resultados de elecciones parlamentarias de la base de datos de la web especializada ParlGov. Para este mapa, la lista de partidos clasificados como ‘extrema derecha’ proviene de la base de datos PopuList, que mantiene un grupo de académicos de diferentes universidades europeas.
El mapa con la suma de las derechas también se ha elaborado tomando como punto de partida los datos de Parlgov, actualizados hasta junio de 2023. Para clasificar la posición de cada partido se han considerado derechas los partidos que obtienen una puntuación de más de 5 en la escala de izquierda a derecha de parlgov, que va del 0 al 10.
En los casos e los países que han celebrado nuevos comicios desde junio de 2023, la base de datos se ha completado manualmente con los resultados electorales de cada cita. Se ha mantenido la clasificación de Parlgov para todos los grupos políticos que ya estuvieran registrados; en el caso de nuevas incorporaciones se ha tomado como referencia la postura ideológica que se le asigna en Wikipedia.