Elon Musk, el hombre más rico del mundo, sigue moviéndose en la frontera que separa la política y los negocios que, con la presidencia de Donald Trump, ha quedado desdibujada en Estados Unidos. El magnate acompañó al presidente en su viaje oficial a Oriente Próximo de la semana pasada y aprovechó para cerrar suculentos acuerdos para sus compañías. Musk, sin embargo, ha asegurado este martes en una intervención por videoconferencia en un foro económico en Doha organizado por Bloomberg que planea reducir sustancialmente sus donaciones a las campañas políticas. Al tiempo, reafirma el compromiso con su principal empresa, Tesla, asegurando que pretende seguir al frente de la misma dentro de cinco años.
“En términos de gasto político, voy a hacer mucho menos en el futuro. Creo que ya he hecho suficiente”, ha dicho Musk al ser preguntado al respecto, aunque ha dejado la puerta abierta a cambiar de parecer. “Si veo una razón para hacer gastos políticos en el futuro, lo haré. Pero actualmente no veo ninguna razón”, ha argumentado.
Musk fue el principal financiador de la campaña presidencial de Donald Trump y los republicanos en las elecciones del 5 de noviembre de 2024, con más de 280 millones de dólares. Recientemente, destinó más de 20 millones a la campaña para cubrir un puesto en el Tribunal Supremo de Wisconsin, donde está interesado en que se anule una ley que impide a Tesla tener concesionarios, aunque el candidato conservador al que apoyaba fracasó en el intento. El fundador de SpaceX, dueño de la red social X y jefe de Tesla también se ha comprometido a aportar cerca de 100 millones de dólares a los republicanos para la campaña de las elecciones legislativas del año próximo, a pesar de lo que ha dicho este martes.
Con categoría de empleado gubernamental especial, Musk desembarcó en el Gobierno para dirigir el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), que pese a su nombre no es en sentido estricto un Departamento de la Administración. Musk ha lanzado desde el DOGE falsas acusaciones de fraude y ha contabilizado recortes de gasto que no eran reales, al tiempo que difundía bulos sin parar a través de su red social X. Los anuncios de despidos masivos y el acoso a los empleados federales ha provocado una fuga de talento de la Administración, dañando la labor de parte de las agencias gubernamentales. A la vez, el hombre más rico del mundo ha mostrado su apoyo a líderes y partidos de extrema derecha en otros países del mundo.
Esa implicación política ha ahuyentado a los clientes de Tesla, cuyas ventas han caído por fuerza. El boicot de parte de los consumidores han venido acompañado de algunos episodios aislados de violencia contra los concesionarios de la marca, a los que se ha referido en su intervención de este martes.
“Hice lo que había que hacer. No soy alguien que haya cometido actos violentos y, sin embargo, se han cometido actos violentos contra mis empresas y se me ha amenazado con actos violentos. No se preocupen: iremos a por ustedes”, ha dicho amenazante.
Tras los reveses sufridos por su implicación política y los magros resultados de su gestión en el DOGE, que pese al daño causado se ha quedado lejísimos de los objetivos de ahorro que se había propuesto, Musk decidió dar un paso atrás, según anunció a los analistas en la presentación de los resultados de Tesla del primer trimestre, en el que los beneficios de la compañía se hundieron un 71%.
Musk ha restado importancia al desplome de las ventas que continúa en Europa, diciendo que la empresa está mejorando en otras regiones. “Las ventas van bien en este momento. No prevemos ninguna caída significativa en las ventas”, ha dicho.
Al multimillonario le han preguntado si estaba comprometido a seguir siendo el consejero delegado de Tesla dentro de cinco años. “Sí”, ha contestado con un monosílabo. Cuando el moderador le ha preguntado si no tenía ninguna duda al respecto, ha contestado riendo: “No podré seguir aquí si estoy muerto”.
Musk también ha criticado a la jueza de Delaware que anuló su astronómica retribución en Tesla por las irregularidades cometidas en su adjudicación. Ha dicho que la autora de la sentencia, Kathaleen McCormick, es una “activista que se disfraza de juez en Halloween”.
El empresario ha afirmado que quiere tener “suficiente control sobre los votos” para “no poder ser destituido por inversores activistas”. “No es una cuestión de dinero, es una cuestión de control razonable sobre el futuro de la empresa, especialmente si estamos construyendo millones, potencialmente miles de millones, de robots humanoides”, ha añadido, en referencia a su proyecto de humanoides Optimus.