El Papa ha recibido este jueves a las diez de la mañana al presidente de Israel, Isaac Herzog, que luego se ha reunido con el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, en un momento crítico de la situación en Gaza y Cisjordania, para tratar de recomponer sus relaciones. Es un paso en el objetivo de la Santa Sede, que ha pedido la liberación de los rehenes en manos de Hamás y que en el conflicto siempre ha apoyado la creación de dos estados. El propósito del Vaticano es intentar influir diplomáticamente en las autoridades israelíes y lograr un alto el fuego en la Franja como primer paso para la resolución a la crisis.
Se trata de un intento de nuevo inicio tras el tormentoso pontificado de Francisco, al que Israel no podía ni ver por su apoyo a la causa palestina. En su último libro, Jorge Mario Bergoglio opinaba que la situación en Gaza, según los expertos, podría ser un “genocidio”. Netanyahu desertó de su funeral y redujo la presencia oficial en las exequias al embajador. Herzog, en cambio, asistió a la misa de inicio de pontificado de León XIV el pasado 18 de mayo.
Prueba de lo delicado de la situación y de la susceptibilidad que hay en el aire es que con este encuentro hasta se ha discutido quién pidió ver a quién. El martes se armó un pequeño lío: Israel lo anunció como una invitación de León XIV, pero el Vaticano salió a precisar a última hora que no, usando el sinuoso lenguaje vaticano, cuidadoso pero firme: “Es praxis de la Santa Sede admitir peticiones de audiencia dirigidas al pontífice por parte de jefes de Estado y de Gobierno, la praxis no es dirigirles invitaciones a ellos“. Este es el clima, pero ambos estados buscan cómo entenderse.
Al Vaticano le interesa defender sus intereses en Oriente Próximo y no renuncia a hacer valer su papel diplomático e intentar ser un mediador con Israel. A su vez, a ese Estado le interesa contar con un interlocutor más en medio de la creciente presión internacional. Y sobre todo, Herzog, laborista y que estará en el cargo hasta 2028, es otra cara de Israel algo distinta de la más radical del Gobierno de Benjamin Netanyahu.
La Santa Sede ha emitido luego un comunicado en el que señala que en el encuentro “se expresó el deseo de una pronta reanudación de las negociaciones” para que sea posible “lograr la liberación de todos los rehenes, alcanzar urgentemente un alto el fuego permanente, facilitar la entrada segura de la ayuda humanitaria a las zonas más afectadas y garantizar el pleno respeto del derecho humanitario, así como las legítimas aspiraciones de ambos pueblos”. El Vaticano, subraya la nota, “reafirmó la solución de dos Estados como única salida a la guerra en curso”.
Por su parte, Herzog ha publicado en X un texto en el que agradece la “cálida bienvenida” del Papa, subraya su respeto a la comunidad cristiana, de la que “Israel está orgulloso”, y sobre todo insiste en que “todos los líderes de fe y de buena voluntad deben unirse para pedir la liberación inmediata de los rehenes como primer y esencial paso hacia un futuro mejor para toda la región”. “La inspiración y el liderazgo del Papa en la lucha contra el odio y la violencia, y en la promoción de la paz mundial, son valiosos y vitales. Espero profundizar nuestra cooperación para un futuro mejor de justicia y compasión”, ha concluido.
El papa estadounidense-peruano, Robert Prevost, al que se va descubriendo poco a poco, ha seguido en todo caso la línea de su predecesor, pero no da titulares y se mueve con prudencia. En sucesivos discursos e intervenciones, León XIV ha condenado los bombardeos de Israel, la hambruna creada en Gaza y los planes de traslado de sus habitantes.
Ataque a la parroquia católica en Gaza
En julio, durante el Ángelus en Castel Gandolfo, hizo un llamamiento a “observar el derecho humanitario y respetar la obligación de tutela de los civiles, así como la prohibición de castigos colectivos, de uso indiscriminado de la fuerza y desplazamiento forzado de la población”. El pasado 23 de agosto, sin mencionar expresamente a Gaza, insistió en que “todos los pueblos, también los más pequeños y débiles, tienen que ser respetados por los más potentes en su identidad y en sus derechos, y nadie puede obligarles a un exilio forzado”.
El momento más tenso se produjo el pasado mes de julio, cuando la parroquia de la pequeña comunidad católica de Gaza, la iglesia de la Sagrada Familia, sufrió un ataque que causó tres muertos y nueve heridos. El secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, declaró sin rodeos que habría que ver “si ha sido verdaderamente un error, cosa de la que se puede dudar legítimamente, o ha habido voluntad de atacar una iglesia cristiana”.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, llamó luego por teléfono a León XIV para excusarse. Pero en agosto la misma comunidad recibió la orden de evacuación de Gaza, a lo que el patriarca de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, se negó en una declaración conjunta con el patriarca greco-ortodoxo Teophilus III. “Dejar Gaza City e intentar huir hacia el sur sería una condena a muerte”, aseguraron. La comunidad, de tres sacerdotes y cinco monjas, acoge a 500 refugiados y asiste a medio centenar de discapacitados. Además, el Vaticano ha protestado por los ataques en Cisjordania de colonos hebreos a la aldea de Taybeh, a 30 kilómetros de Ramal, la única en donde todos sus 1.300 vecinos son cristianos.
En la propia Italia hay un intenso debate político sobre su postura con Israel y esta semana se suman nuevos episodios de tensión. Por un lado, parte de la Sumud Global Flotilla −que se dirige hacia Gaza para tratar de romper el bloqueo del territorio− ha zarpado de Génova, y se unirá a la que salió de Barcelona, con cuatro diputados de la oposición a bordo. También ha surgido una polémica porque tres aviones militares KC130 israelíes, según la oposición, han hecho escala esta semana en la base de la OTAN en Sigonella, Sicilia. Varios partidos han pedido explicaciones porque temen que formen parte de maniobras para espiar a la flotilla humanitaria, aunque el Gobierno ha replicado que fue una escala de simple “apoyo logístico”. Por último, el próximo 14 de octubre la selección italiana de fútbol se enfrenta a Israel en Udine, dentro de los partidos para la clasificación del Mundial, y ya hay protestas para impedir que ese partido se juegue.