Los 2,2 millones de gazatíes viven una situación límite. Tras 19 meses de bombardeos, invasión terrestre, hambre y constantes desplazamientos, reunir las fuerzas necesarias para afrontar un nuevo día con la incertidumbre de si será el último es cada vez más difícil. La crisis se ha agravado desde la ruptura del alto el fuego por parte de Israel el pasado 18 de marzo, una decisión que acompañó con el corte de la ayuda humanitaria, lo que disparó aún más el precio de unos alimentos cada vez más escasos y extendió la hambruna entre una población ya muy debilitada. 57 niños han muerto por desnutrición desde entonces, según el Ministerio de Sanidad de la Franja, en manos de Hamás. Solo desde el pasado martes, más de 300 gazatíes han fallecido en ataques del ejército de Israel, la mayoría mujeres y niños, fruto de la intensificación de los bombardeos. Israel comenzó en mayo una nueva fase de su plan, la de tomar el control y asentar sus tropas en el enclave palestino. “Ha llegado el momento de dejar de temer la palabra ocupación. Estamos ocupando Gaza para quedarnos”, declaró abiertamente el ministro de Finanzas, el ultra Bezalel Smotrich, a principios de mayo. Y así ha sido.
“Nosotros no comerciamos con un Estado genocida“. Esta frase, pronunciada por Pedro Sánchez este miércoles en el Congreso, ha provocado la última de las sucesivas crisis diplomáticas entre España e Israel. Poco a poco, los líderes internacionales están criticando cada vez más la actuación de Israel. El último fue el presidente francés, Emmanuel Macron, quien esta semana calificó de “inaceptable” lo que está sucediendo en la Franja.
Desde el inicio de la guerra, el 7 de octubre de 2023, ya son más de 53.000 los palestinos muertos y más de 120.000 los heridos. Ante esta situación humanitaria catastrófica, muchos -políticos, analistas y académicos- se preguntan si estas prácticas impulsadas por el Gobierno de Benjamín Netanyahu constituyen un acto de genocidio. La mayoría de expertos consultados para este reportaje, aunque admiten la dificultad de probar este crimen, coinciden en dar una respuesta afirmativa.
En 1948, la ONU celebró la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, donde estipuló cinco actos que pueden ser considerados como un crimen de genocidio. La matanza de miembros de una población —sin especificar cuántos—, causar daños corporales o mentales graves a los miembros del grupo, sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que acarrean su destrucción física, total o parcial, imposición de medidas destinadas a impedir los nacimientos dentro del grupo y trasladar por la fuerza a niños del grupo a otro grupo poblacional. No exige que se cumplan los cinco requisitos para considerar un acto como un crimen de genocidio, con uno solo es suficiente.
El Tribunal Internacional Penal Internacional (TPI) emitió el pasado noviembre órdenes de arresto contra Netanyahu y el que fuera su ministro de Defensa, Yoav Gallant, al considerar que tienen “motivos razonables” para creer que son responsables de presuntos crímenes de guerra y contra la humanidad. Sobre si se trata de un genocidio, la TPI considera que es “plausible” y continúa investigando. “Es uno de los crímenes internacionales más difíciles de probar“, responde Manuel Ollé, profesor de Derecho Penal Internacional en la Universidad Complutense de Madrid y abogado en representación de víctimas en varios casos ante el TPI. “Se debe determinar si verdaderamente la intención de Israel con sus ataques es destruir total o parcialmente a la población gazatí”, explica.
“Las declaraciones de miembros del Gobierno, como las que hizo Gallant al principio de la ofensiva calificando de ‘animales humanos’ a toda la población gazatí, deshumanizándola, sumado a otras muchas, evidencian que, además de querer responder a los ataques de Hamás, hay una finalidad añadida: la de exterminarlos”, añade Ollé. Por ello, a su juicio, se puede concluir que sí es un crimen de genocidio.
Omer Bartov, nacido en Tel Aviv en 1954, es escritor, profesor universitario y está considerado como uno de los mayores expertos en genocidio y el Holocausto. Asegura que, desde mayo de 2024, le resulta imposible negar la “naturaleza genocida” de la operación militar en Gaza, pero considera que esta ha ido aumentando con el paso de los meses. “Teniendo en cuenta los muertos, los heridos, las muertes ‘indirectas’ por la destrucción de hospitales, los desplazamientos, el nivel de destrucción y los miles de niños que nunca se recuperarán por completo de los efectos del hambre y el trauma, se puede concluir sin duda que Israel ha sometido a los gazatíes al sometimiento intencionado a condiciones de existencia para provocar su destrucción física, total o parcial, como establece el artículo II de la Convención de la ONU sobre Genocidio”, añade.
Omar Shakir, responsable de Israel y Palestina de Human Rights Watch, declara por teléfono desde Chicago que su organización ha sido capaz de recabar centenares de pruebas sobre los “actos genocidas” que comete Israel, recogidas en su informe publicado en diciembre. “Limitar o eliminar el acceso a agua, comida, electricidad y otros bienes necesarios para la supervivencia implican no solo crímenes de guerra y de lesa humanidad, sino la intención de exterminar a la población gazatí. Y esto no es un accidente, lo hace Israel intencionadamente”, señala.
“Israel no solo ha llevado a cabo actos prohibidos por la Convención sobre el Genocidio, sino que continúa haciéndolo“, indica Carlos de las Heras, responsable de Oriente Próximo de Amnistía Internacional (AI). Argumenta que se basa en tres de los cinco actos que la convención fijó para determinar un crimen de estas características. ”Se está produciendo la matanza de miembros de la población palestina en Gaza, las lesiones graves a su integridad física y mental y el sometimiento intencionado de esta población a condiciones de existencia que podrían acarrear su destrucción física”, añade, haciendo referencia al informe de AI que concluyó que sí hay un genocidio en Gaza.
José Vericat, investigador del Real Instituo Elcano vinculado desde hace 25 años al conflicto palestino-israelí, pone el énfasis en la clara intencionalidad que muestran los dirigentes israelíes cuando hablan de “purificar” la Franja, lo que esconde su “intención bíblica” de masacrar y ocupar la región. En este sentido, considera que se ha extendido una “fiebre genocida colectiva” en todo el Estado de Israel, fruto de un “proceso de deshumanización de los palestinos desde hace décadas”, lo que reduce la crítica interna a grupos muy minoritarios. “Las cifras brutales de civiles muertos demuestra la absoluta intencionalidad de arrasar, masacrar y exterminar la población gazatí”, concluye.
Al preguntarle quiénes son los responsables de estos actos que considera genocidio, Bartov indica que la responsabilidad directa recae en “los líderes políticos y militares”, pero no solo. Señala a los “pilotos, las tropas terrestres y la Marina del ejército israelí”, aunque también, en un sentido más amplio, cree que la población de Israel es “cómplice de esta continua destrucción de Gaza, al igual que los Estados occidentales, en particular Estados Unidos y Alemania, que proporcionan a Israel armas y cobertura diplomática, lo que le permite llevar a cabo un genocidio con casi total impunidad”.
Por su parte, desde Israel niegan todas acusaciones en este sentido y acusan de “antisemitismo” y “apoyar a una organización terrorista asesina” a cualquier persona que critique su ofensiva militar en Gaza. Alegan que la muerte de más de 1.200 personas en los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023, el mayor shock que vivió el país desde su fundación, y el objetivo de eliminar a todos sus integrantes justifica todas sus operaciones en la Franja.
Por último, Vericat apunta a que el exterminio judío por parte de los nazis durante la II Guerra Mundial es un factor que pesa a la hora de admitir abiertamente que Israel está cometiendo un genocidio: “El punto ciego es que no podemos concebir que la población que ha sido víctima de ese horror que fue el Holocausto, que es nuestro referente de la maldad y del mal, sea responsable de un crimen de esa categoría”.