El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, hizo creer el jueves que se iba de vacaciones con su familia al norte del país como prólogo de la boda de su hijo. En realidad, era una tapadera, una maniobra de distracción para, en medio de rumores sobre un posible ataque, hacer creer al régimen iraní que no iban a lanzar una ofensiva inminente. Pero, a primera hora de la madrugada del viernes, Israel destapó la caja de los truenos y, empleando todo el poder de su fuerza aérea ―más de 200 aviones de combate―, lanzó unos bombardeos nunca vistos contra el que considera su principal enemigo. Este, pese a los daños sufridos, respondió en la noche del viernes con dos oleadas de misiles sobre diferentes regiones del Estado judío causando al menos tres muertos y decenas de heridos y dejando la puerta abierta a un agravamiento del conflicto que eleva aún más la tensión en todo Oriente Próximo.
La bautizada por Israel como operación León Creciente, llevaba años en la mente de las autoridades, ha requerido de una meticulosa planificación y se ha preparado sobre el terreno desde meses atrás con estrecha colaboración entre el ejército y los servicios de inteligencia.
Por un lado, se recabó toda la información necesaria para llevar a cabo los asesinatos de responsables de la cúpula militar iraní, tanto del ejército como de la Guardia Revolucionaria, y de científicos claves del programa nuclear iraní. Por otro, con el fin de golpear las instalaciones militares y nucleares, Israel ha empleado incluso agentes de élite pertenecientes al servicio secreto en el exterior, el Mosad, empotrados en suelo iraní con armamento de precisión y una base de drones.
Así se forjó el mayor golpe asestado jamás a Irán, un mazazo que ha dejado casi a nivel de anécdota anteriores ataques llevados a cabo durante la actual contienda sobre intereses iraníes. Netanyahu subraya que la operación sigue abierta e Irán amenaza con seguir contraatacando. El jefe del ejército israelí, Eyal Zamir, reconoce que “va a haber momentos más difíciles”. “Debemos estar preparados para los distintos escenarios que hemos previsto”, avisa. Según el representante de Irán ante Naciones Unidas, Saeed Iravani, los ataques israelíes han costado la vida a 78 personas, y han causado, además, 320 heridos, en el primer recuento oficial de víctimas.
Tres han sido los ejes operativos sobre los que se ha asentado la misión para atacar el programa nuclear y militar del régimen de Teherán, según han detallado fuentes de la seguridad a medios israelíes. Primero, el despliegue de armas de precisión en territorio iraní. Para ello, los comandos del Mosad tuvieron que montar en el centro del país sistemas operativos de armas guiadas en áreas próximas a instalaciones donde se ubican misiles tierra-aire. Una vez se puso en marcha el ataque, esos sistemas activaron misiles contra sus objetivos.
El segundo pilar consistió en facilitar el trabajo de los bombarderos israelíes en el cielo iraní. Para ello, los sistemas de defensa locales fueron atacados desde vehículos que habían permanecido camuflados y que se habían introducido de manera clandestina en Irán. Por último, entraron en acción los drones que permanecían en una base que se había logrado instalar cerca de la capital, Teherán, con mucha antelación al ataque de este viernes. Los aparatos no tripulados se dirigieron contra lanzaderas de misiles.
El Gobierno de Netanyahu se ha mostrado satisfecho con el resultado obtenido, tanto por los daños personales como materiales causados. De hecho, Israel ha logrado matar a la cúpula de la Guardia Revolucionaria y de las Fuerzas Armadas y a un grupo de científicos claves para el programa nuclear iraní. Paralelamente, ha causado importantes destrozos en instalaciones del programa nuclear.
Más allá del letal despliegue aéreo, ha sorprendido la capacidad de penetración de los servicios secretos, pese a que ya habían demostrado sus habilidades con otras acciones llevadas a cabo en los últimos años en Irán con asesinatos selectivos de altos mandos militares.
Esa efectividad para sorprender con complejas operaciones en el bando enemigo ya se puso de manifiesto con el golpe asestado al partido-milicia chií libanés Hezbolá, apoyado por Teherán, el pasado septiembre, durante una operación de película. Miles de buscas y walkie talkies que habían sido intervenidos y cargados de explosivos por los servicios secretos de Israel causaron no solo la muerta al menos a 39 personas, sino que desataron el pánico y casi desactivaron el sistema de comunicaciones del grupo chií.
“Durante el último año y medio hemos lidiado con los agentes del entorno de Irán, pero ahora nos enfrentamos a la cabeza de serpiente en sí”, sostiene el ministro de Defensa, Israel Katz.