El Partido Laborista ha ganado las elecciones parlamentarias de este lunes en Noruega con en torno al 28% de los votos, según distintas proyecciones basadas en sondeos a pie de urna y el escrutinio del voto anticipado. La formación socialdemócrata necesitará el respaldo de todos los partidos del bloque rojo (izquierda) para seguir gobernando el país nórdico. En el lado opuesto, el Partido del Progreso (derecha populista y xenófoba) supera holgadamente a los conservadores y se convierte en la segunda fuerza parlamentaria.
Los laboristas obtendrán un resultado ligeramente mejor al de hace cuatro años, según las proyecciones de la radiotelevisión pública, la cadena TV2 y el diario Verdens Gang. Junto a sus socios tradicionales sumarán una ajustada mayoría absoluta en el Storting (Parlamento), con 89 de los 169 escaños, solo cuatro más de los necesarios. Jonas Gahr Store, de 65 años, el primer ministro desde 2021 —tras ocho años de gobiernos liderados por los conservadores— tendrá que formar un Ejecutivo de coalición o seguir gobernando en minoría, como hasta ahora, con el apoyo del resto de formaciones de su bloque: el Partido Rojo (5,1%), Izquierda Socialista (también 5,1%), los verdes (4,1%) y el Partido del Centro, una formación agraria y profundamente euroescéptica, que pierde la mitad de los apoyos respecto a los comicios anteriores y se queda en el 6,8%.
La incertidumbre generada por el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, tanto por la imposición de aranceles como por sus amenazas de anexionar la isla danesa de Groenlandia, han favorecido al Partido Laborista, según distintos analistas, que consideran que muchos votantes se han decantado por la experiencia política de Store y del ministro de Economía, Jens Stoltenberg.
Los socialdemócratas retendrán el poder en Noruega (5,6 millones de habitantes), una posibilidad que parecía muy lejana a principios de año, cuando las encuestas los situaban en tercera posición, por detrás de la ultraderecha y los conservadores. El regreso a la política nacional en febrero de Stoltenberg, ex primer ministro y ex secretario general de la OTAN, supuso un revulsivo e impulsó una tendencia al alza para los laboristas.
Store también se ha beneficiado de la implosión, el pasado enero, de la coalición liderada por los laboristas con el Partido del Centro como socio minoritario, después de que los ministros de esta formación abandonaran el Ejecutivo por su negativa a adoptar tres directivas comunitarias en materia energética. A pesar de que Noruega no es miembro de la UE, sí tiene acceso al mercado único y forma parte del Espacio Económico Europeo, por lo que está obligado a incluir en su legislación una gran parte de las normas aprobadas en Bruselas.
Los temas centrales de una campaña electoral muy polarizada han sido la inflación, los impuestos, el precio de la electricidad, la sanidad, el medioambiente y el futuro de la industria petrolera y gasística. Los partidos más a la izquierda del bloque rojo demandarán a Store elevar los impuestos para las rentas más altas con el fin de financiar recortes fiscales para las familias de menores ingresos y ampliar los servicios públicos. Los verdes y el Partido Rojo también reclamarán que se impongan restricciones más estrictas a la explotación de hidrocarburos. Desde que se aprobar las sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania, Noruega se ha convertido en el principal proveedor de gas para Europa.
En el bloque de la derecha, el ultraderechista Partido del Progreso sumará el 23,7% de los votos, (frente al 11,6% obtenido en 2021), superando a los conservadores, que caen desde el 20,4% de los apoyos cosechados hace cuatro años al 14,8%. Junto a sus otros dos socios tradicionales, el Partido Liberal (3,7%) y los cristianodemócratas (4,1%) sumarán 80 escaños.
La derecha conservadora, encabezada por Erna Solberg, que fue primera ministra entre 2013 y 2021 y lidera el partido desde hace más de dos decenios, defendió en campaña una reducción drástica de impuestos y una mayor explotación de gas y petróleo. El Partido del Progreso, que obtiene el mejor resultado de su historia, además de abogar por una bajada impositiva, ha basado su discurso en las críticas a la inmigración.
El debate sobre la relación con la Unión Europea ha sido prácticamente inexistente durante la campaña. Los laboristas y conservadores, cuyos líderes son partidarios de la adhesión al club comunitario, han preferido esquivar el asunto para evitar que entorpeciera la futura formación de una coalición de gobierno, ya que tanto en el bloque rojo como en el azul hay partidos favorables y contrarios a estrechar los vínculos con Bruselas.
Las elecciones han estado también marcadas por el voto anticipado. El 47% de los electores, algo más de 1,9 millones, se han decantado por enviar su papeleta por correo. Además, en un tercio de los municipios noruegos los colegios electorales también abrieron durante unas horas este domingo.