El Parlamento de Países Bajos ha pedido este miércoles al Gobierno interino que convoque elecciones lo antes posible para despejar el futuro político del país. La iniciativa llega un día después de que el líder ultra, Geert Wilders, hiciera saltar por los aires el Ejecutivo al no ver respaldadas sus exigencias de mano dura en inmigración. La Junta Electoral ha sugerido como primera fecha factible el próximo 29 de octubre.
El Ejecutivo holandés está en funciones desde que Wilders, al frente del Partido por la Libertad (PVV), retirase a sus cuatro ministros de la coalición de cuatro partidos conservadores que gobernaba el país, y donde tenía mayoría, porque sus socios no secundaron un decálogo de medidas de última hora para endurecer las políticas de asilo.
En un tenso debate, Dick Schoof, el primer ministro interino, ha solicitado por su parte a la Cámara de Representantes que le faculte para tomar decisiones en asuntos nacionales e internacionales considerados importantes, a pesar del carácter provisional de su cargo en la actual situación.
La salida del PVV ha dejado cojo al Gobierno, que tiene que buscar sustitutos a toda prisa. A pesar de ello, Schoof ha señalado varios temas sobre los que le parece indispensable tomar decisiones, aunque no se haya formado nuevo Gobierno. Se ha referido al apoyo a Ucrania y al problema económico derivado de los aranceles impuestos por Estados Unidos. También ha pedido que no se retrase ni se congele el pago de las indemnizaciones a miles de familias inocentes que fueron acusadas erróneamente de fraude en la percepción de ayudas sociales en 2020. En cuarto lugar, ha mencionado las labores de recuperación en la provincia de Groningen, afectada por el cierre del yacimiento de gas natural que provocaba seísmos con sus extracciones. Por último, se ha referido a los presupuestos del Estado.
En el debate del Congreso ha habido reproches generalizados, críticas personales a Wilders por su espantada y lamentos de los grupos conservadores porque no se ha podido comprobar si un Gobierno de derechas podía funcionar. Pero, sobre todo, se ha mostrado la voluntad de que el país no se paralice.
El propio Wilders, que abrió la sesión, ha asegurado que espera que las leyes de asilo que ya estaban siendo debatidas puedan ser aprobadas. Ante el asombro general, ha calificado su abandono de “política madura”, porque no tenía otra opción. “Nos votaron 2,5 millones de personas para aplicar medidas estrictas en materia de asilo y desislamización, y no fue posible en este Ejecutivo”, ha reprochado.
Un sondeo efectuado este mismo martes por la televisión pública muestra que un 65% de los votantes del PVV está a favor de la decisión del político. Un 79% le sigue respaldando. Por otra parte, solo un 14% de los votantes de todos los demás partidos tiene buena opinión de este Gobierno, que ha durado apenas 11 meses. Antes de su marcha, el PVV, que tiene 37 escaños en un Parlamento de 150, perdía en las encuestas hasta diez diputados.
Las críticas más personales han salido de la izquierda y de uno de los socios de gobierno. Por un lado, Frans Timmermans, líder de la alianza entre ecologistas y socialdemócratas (GroenLinks-PvdA), le ha dicho que siempre se comporta de la misma manera con estas palabras: “Su modelo de negocio es hacer grandes promesas, no cumplirlas y luego culpar a otra persona, normalmente alguien del extranjero”.
Por otro lado, Dilan Yesilgöz, jefa del Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD), uno de los cuatro que formaban el Gobierno, ha criticado a Wilders por dejar en la estacada a los votantes, “que le dieron una oportunidad”, ha dicho. Después, ha ido incluso más lejos afirmando que Wilders “estaba harto, porque ni siquiera había conflicto; solo quería marcharse”. De todos modos, Yesilgöz no ha aclarado si volvería a colaborar con el líder de extrema derecha en una nueva coalición.