El Foro Económico de San Petersburgo es, en superficie, una exhibición de músculo económico. Entre bastidores, sin embargo, los empresarios admiten estos días no estar muy contentos con el rumbo del país tras más de tres años de invasión de Ucrania.
Uno de los enormes pabellones en los que se celebra el encuentro acogía este jueves un encuentro con la participación del ministro de Desarrollo Económico, Maxim Reshétnikov; el ministro de Finanzas, Antón Siluanov; y la gobernadora del Banco Central de Rusia, Elvira Nabiúllina. Una cita que se esperaba con expectación por las presiones del Kremlin al organismo monetario para que suavice su política económica.
“Según nuestras cifras, se está enfriando la economía. Según la percepción de las empresas, estamos al borde de la recesión”, ha admitido Reshétnikov. La guerra sigue estancada y, pese a la muy reciente subida en el precio del petróleo y el gas, el panorama sigue siendo oscuro para un país que depende en gran medida de las exportaciones de hidrocarburos.
“El verano siempre llega después del frío”, ha insinuado el ministro Siluanov en un intento de insuflar algo de confianza. Desde el banco central, sin embargo, Nabiúllina ha advertido de lo contrario: es el invierno lo que se aproxima. “Crecimos a un ritmo bastante alto durante dos años gracias al uso de los recursos que había disponibles”, ha deslizado la jefa del instituto emisor en referencia al pleno empleo, los fondos de reserva del Kremlin e, indirectamente, el enorme gasto militar desde 2022. “Debemos comprender que muchos de estos recursos se han agotado, necesitamos pensar en un nuevo modelo de crecimiento”.
La oficina federal de estadísticas, Rosstat, ya ha avanzado que la economía rusa se contrajo en el primer trimestre, pero sin ofrecer datos concretos.
Fin de un modelo
Nabiúllina ha apoyado la tesis expuesta recientemente por el subdirector de la Administración Presidencial, Maxim Oreshkin. Esta misma semana, el alto cargo del Kremlin subrayó que el modelo económico ruso “se ha agotado” y que el país necesita “un salto tecnológico”. Un deseo más que una realidad, dado que las empresas rusas han reducido al mínimo sus inversiones por los altos tipos de interés y el desplome del consumo civil.
La mejor noticia para las empresas rusas es que su banco central parece abierto a relajar su política económica, a pesar de que no cree que sea el antídoto correcto para su crisis. “Bajaremos los tipos de interés a medida que la inflación disminuya. Actualmente, se desacelera más rápido de lo que preveíamos”, ha manifestado Nabiúllina. Aun así, Reshétnikov, sentado a su lado, pidió al banco central que no se espere a que el encarecimiento de la cesta de la compra se ralentice.
El banco central mantiene una política monetaria estricta, con el objetivo de frenar la inflación, descontrolada desde la segunda mitad del año pasado. En su última reunión, a principios de mes, el instituto emisor bajó los tipos de interés en un punto porcentual, hasta el 20%. En paralelo, sin embargo, advertía de que los riesgos inflacionistas siguen siendo altos.
Camisetas con frases de Putin
El Foro Económico de San Petersburgo es una exhibición de empresas que ofrecen de todo a los visitantes: desde comida hasta regalos, como camisetas con frases del presidente, Vladímir Putin, estampadas. Muy pocas son, sin embargo, compañías privadas; la mayoría son consorcios públicos generosamente financiados por el Kremlin.
Aunque hay visitantes de otras regiones, especialmente de Asia y África, la inmensa mayoría son rusos. Se cuentan, de hecho, con los dedos de la mano los expositores de otros países. Aunque Rusia ha logrado eludir las sanciones a través de terceras naciones, su foro económico internacional ha quedado reducido a un mercado eminentemente ruso. No era así en los años anteriores a la invasión de Ucrania.
“La situación es terrible, la guerra nos ha lastrado”, lamentaban a este periódico fuentes de una empresa con proyección internacional que se vio obligada a replegar sus operaciones internacionales, entre otras en el Reino Unido. Aunque capeó la crisis trasladando su delegación a Dubái (Emiratos Árabes Unidos), las sanciones han hecho mella desde entonces y no ve una vuelta a la normalidad en Rusia durante el putinismo.
La crisis abierta por la guerra desatada por Israel amenaza también indirectamente a Rusia. Aunque, en el muy corto plazo, el encarecimiento del petróleo y el gas natural es una buena noticia para Moscú, una potencial recesión internacional profunda golpearía directamente las cuentas de un país muy dependiente de la exportación de estas materias primas.
Llamada Putin-Xi
Vladímir Putin y Xi Jinping han conversado este jueves por teléfono sobre esta nueva guerra en la región. Una llamada que, según el asesor de política exterior del líder ruso, se centró en el “agravamiento de la situación en Oriente Próximo”. Ambos mostraron su interés en actuar como mediadores en un conflicto en el que Estados Unidos amenaza con involucrarse directamente.
El miércoles, el presidente ruso mantuvo un encuentro nocturno con los representantes de varias agencias de noticias internacionales en el que afirmó que el rearme europeo “no supone una amenaza para la seguridad de Rusia” y defendió el derecho de Irán a desarrollar su propia energía nuclear con fines pacíficos. Según el mandatario, Israel ha garantizado a Rusia la seguridad de sus trabajadores en la construcción de la central atómica de Bushehr (oeste de la República Islámica).
El mandatario ruso aseguró que las instalaciones subterráneas iraníes para el enriquecimiento de uranio no han resultado dañadas por los ataques israelíes. Se refirió, además, al bombardeo de un edificio residencial en Kiev del pasado 17 de junio en el que murieron al menos 28 civiles ucranios como “un ataque contra una fábrica militar”.
“¿Ha cometido errores?“, le preguntaron este miércoles a Putin los periodistas occidentales. “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”, respondió el presidente ruso.