El primer ministro de Polonia, Donald Tusk, ha anunciado este martes que introducirá controles temporales en las fronteras con Alemania y Lituania. La medida, que entrará en vigor el 7 de julio, pretende cortar el paso a los inmigrantes en tránsito desde el este e impedir los retornos organizados por Berlín en el oeste. La suspensión de la libre circulación de personas en la UE se produce tras días de tensiones internas en los que la oposición, liderada por el partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS), ha acusado al Gobierno de inacción y de plegarse ante Alemania.
El Gobierno alemán introdujo controles fronterizos con Polonia y el resto de sus vecinos en septiembre del año pasado. Las autoridades impiden el paso de inmigrantes y solicitantes de asilo, y devuelven a los que logran entrar en su territorio. En Polonia, el sentimiento contra los inmigrantes de origen africano o asiático está bastante extendido socialmente y los gobiernos de distinto signo han endurecido la política migratoria hasta llegar a suspender el derecho de asilo en la frontera con Bielorrusia, como hizo recientemente la coalición liberal de Tusk.
Con todo, el país es más bien un lugar de tránsito para las personas que acceden a la UE a través desde territorio bielorruso, en movimientos orquestados por el régimen de Aleksandr Lukashenko.
La llegada de personas devueltas por Alemania en la frontera occidental ha impulsado autodenominadas “patrullas ciudadanas” en la zona, lideradas por figuras de la extrema derecha, como Robert Bakiewicz. Estos grupos se han enfrentado a las fuerzas de seguridad, han intentado bloquear la frontera, y según informan medios locales como Notes from Poland, han llegado a efectuar “detenciones” de migrantes. PiS les ha mostrado su apoyo públicamente y Tusk ha censurado su actividad.
Tensiones fronterizas
Mariusz Blaszczak, exministro de Defensa de PiS y jefe de su grupo parlamentario, criticó el lunes en una entrevista con Polsat News, que haya personas procedentes de África u Oriente Próximo durmiendo en bancos en el lado polaco de la frontera. “No se sabe quiénes son, cuándo nacieron, de dónde vienen”, afirmó, y aseguró que el Gobierno “está poniendo en peligro la seguridad de la República de Polonia”. “Donald Tusk no aplica soluciones adecuadas a las que se aplican al otro lado de la frontera”, dijo, y añadió: “¿Cuál es la razón? Sumisión a los alemanes”.
Uno de los colíderes del partido de extrema derecha Confederación, Krzysztof Bosak, declaró en rueda de prensa que “está claro que los alemanes ya han perdido toda inhibición, simplemente están trayendo coches enteros de estos inmigrantes, y la Guardia de Fronteras polaca tiene las manos atadas”, como recoge el diario Rzeczpospolita. Tusk negó el lunes que sea cierto que Alemania esté “inundando” la frontera polaca con las devoluciones.
El jefe del Gobierno ha asegurado este martes que no se permitirá la entrada desde Alemania a nadie “cuyos papeles o motivo de entrega a la parte polaca sean cuestionables”. El primer ministro ha explicado que el motivo para reintroducir los controles, que PiS también puso en marcha en 2020, es una “corrección” de la situación en la frontera, desde que Alemania decidiese cerrar la puerta a su territorio.
“El cambio de práctica en esta frontera también ha provocado tensiones y una sensación de asimetría. Ya advertí a la parte alemana en marzo, y también hablé varias veces con el nuevo canciller alemán, Friedrich Merz, informándole de que la paciencia de Polonia se estaba agotando”, ha argumentado Tusk.
Cuando Alemania anunció el cierre de sus fronteras el año pasado, Tusk criticó duramente la medida, que calificó de “suspensión de facto a gran escala del espacio Schengen”. Menos de un año después, con la ultraderecha en auge y su Gobierno en apuros, como quedó en evidencia en las elecciones presidenciales del pasado 1 de junio, que perdió su partido, ha decidido atajar las críticas y resolver la situación con la misma medida.