En algo que ya forma parte de la nueva normalidad del Estados Unidos de Donald Trump, la noticia la dio él mismo. Fue este viernes, según arrancó el programa matinal de Fox News, que tenía programada una entrevista con el presidente de Estados Unidos. “Creo que lo tenemos”, dijo este sobre el sospechoso del asesinato del activista ultraconservador y estrecho aliado de Trump Charlie Kirk, al que mató el miércoles pasado una bala disparada desde una azotea a una distancia de unos 180 metros por un rifle caza de alta potencia. Kirk estaba en la universidad de Utah Valley, participando en uno de los multitudinarios actos públicos al aire libre que organizaba regularmente en campus por todo el país.
Fue Spencer Cox, gobernador de ese Estado del Oeste, quien confirmó la identidad del sospechoso. Se llama Tyler Robinson, tiene 22 años y es vecino de Washington, condado del sudoeste de Utah, en la frontera con Nevada, a unos 400 kilómetros del lugar del crimen.
Robinson se entregó en la comisaría de la localidad de St. George el jueves a las 23:00 tras una frenética búsqueda de algo más de 30 horas, liderada por el FBI, cuyo director, Kash Patel, ha recibido críticas de dentro y de fuera de la agencia por su inexperiencia al frente del operativo. Las autoridades difundieron cuatro fotos del sospechoso, con gorra y ropa oscura, así como dos vídeos de antes y de después de que cometiera el crimen, con la esperanza de que la ciudadanía ayudara a identificarlo. También ofrecieron una recompensa de 100.000 dólares.
Finalmente, el arresto fue posible gracias al aviso del padre de Robinson (que no está claro si cobrará ese dinero). Cuando se dio cuenta de su implicación, trató de convencer a su hijo de que se entregara, y este le dijo que antes prefería suicidarse que hacer tal cosa. El padre le pidió que hablara con un amigo de la familia, un joven religioso que sí consiguió persuadir al sospechoso. Fue la Oficina del Sheriff del Condado de Washington la que avisó al FBI de que estaba bajo custodia.
Cox se refirió a “un miembro de la familia”, al que llamaron la atención unos comentarios que Robinson había hecho sobre Kirk. “Habló específicamente de cuán en desacuerdo estaba” con él, días antes del acto en Utah Valley, según el gobernador, que descartó que vayan a producirse más arrestos. Robinson, dijo ese familiar, consideraba que el activista ultraconservador estaba “lleno de odio” y que hacía todo lo posible por “esparcirlo”.
Pese a las especulaciones previas, el sospechoso no estudiaba en la universidad escenario del asesinato. A falta de todos los detalles sobre su vida anterior al momento en el que decidió inscribir su nombre en la historia de la violencia armada de Estados Unidos, de momento se enfrenta, según anunció el Estado de Utah al final de la mañana del viernes, a varios delitos, pero sobre todo a uno: asesinato en grado capital, lo que podría acarrearle la pena de muerte. El Departamento de Justicia también estudia sumarse a esa petición, para lo cual tendría que ser considerado culpable de un delito federal.
El gobernador Cox habló de mensajes incriminatorios hallados por los investigadores en una conferencia de prensa en Orem, localidad en la que está la universidad en la que Kirk fue asesinado. En un chat de Discord, Robinson preguntó sobre cómo hacerse con un rifle como el que finalmente empleó. Los agentes también encontraron inscripciones tanto en los cartuchos disparados como en aquellos que no usó. Uno decía: “¡Oye, fascista! ¡Atrapa esta [bala]!“. En otro, Robinson talló un verso de Bella Ciao, himno antifascista italiano que se popularizó durante la Segunda Guerra Mundial y que ha goza de una segunda vida gracias a las series y los videojuegos. Según afirmó Cox, el sospechoso “se había politizado en los últimos años” y consideraba nociva la influencia de la figura pública de Kirk, especialmente influyente en las redes sociales y entre un público juvenil, al que trataba de seducir para la causa de la ultraderecha, mientras los animaba a delatar a los profesores que difundieran lo que él consideraba “ideas marxistas”.
La “politización” que atribuye Cox a Robinson, que carece de antecedentes penales y era “buen estudiante”, según consta en los registros públicos, choca con la información de que, si bien estaba registrado para votar, carecía de afiliación partidista. No ejerció su derecho al sufragio en las pasadas elecciones.
A la luz de esas revelaciones, la derecha estadounidense en bloque consideró probado lo que ya habían dado por hecho desde el principio, incluso antes de conocer la identidad del atacante: que su crimen debe contemplarse en la perspectiva de la larga historia de la violencia política en Estados Unidos, un país que ha visto morir asesinados a cuatro presidentes en el ejercicio de sus cargos.
Esa confirmación ha servido a Trump para insistir en algo que lleva repitiendo estos días: atribuye a la “izquierda radical” toda la responsabilidad del caldo de cultivo en el que llega el asesinato de Kirk, un activista ultraconservador conocido por su brillantez para el debate, por sus extremistas posturas antiabortistas, xenófobas y anti LGTBIQ+ y por su orgulloso nacionalismo cristiano.
El presidente de Estados Unidos, que también se empeña en no ver la relación de lo sucedido con el hecho de que Estados Unidos sea un país armado hasta los dientes, prometió el jueves por la noche contestar a la muerte de alguien al que, dijo en Fox News al día siguiente, consideraba “casi como un hijo” dando “una paliza a los ‘lunáticos de la izquierda radical”. Al sospechoso del asesinato lo definió como un “animal” y se sumó al coro de quienes piden su ajusticiamiento. Esas declaraciones hacen presagiar (aún más) medidas de su Administración encaminadas a silenciar los discursos progresistas en Estados Unidos.
El gobernador Cox, principal promotor de la idea de la pena capital (legal en Utah), no solo fue el encargado de dar los principales detalles; también cogió por segunda vez el micrófono durante la conferencia de prensa de este viernes para cargar contra las redes sociales (“un cáncer de nuestra sociedad”) y para lanzar un encendido llamamiento a aparcar las diferencias, dado que el asesinato de Kirk ha vuelto a subrayar la profunda división y la crispación que han secuestrado el discurso político y la vida pública en Estados Unidos.
“Aún sigo creyendo en nuestro país”, aseguró Cox con tono afectado, “y que hay más bien que mal en nosotros”. “Podemos devolver la violencia con violencia, podemos devolver el odio con odio, y ese es el problema de la violencia política: que se propaga”, añadió, con una retórica ciertamente más conciliadora que la de Trump. “Porque siempre podemos señalar al otro bando. Y en algún momento, tenemos que encontrar una salida, o la cosa empeorará muchísimo”.
Después del gobernador, fue el turno de Patel. El director del FBI aprovechó su intervención para defenderse de las críticas escuchadas estos días, especialmente porque el miércoles, pocas horas después del atentado, anunció en X la detención de un asesino que resultó no serlo, claramente ansioso por resolver cuanto antes su primer gran caso desde que Trump lo nombró para un trabajo para el que este podcaster MAGA (Make America Great Again) carecía de toda experiencia.
“Esto es lo que pasa cuando dejas a los buenos policías trabajar”, dijo al principio de su discurso Patel, que se felicitó por la “rapidez” con la que se había resuelto la investigación: “menos de 36 horas; 33, para ser exactos”. “Un periodo de tiempo histórico”, según el director del FBI, que dio datos que en su opinión prueban el buen hacer de los agentes, como que recibieron “unas 11.000 pistas”, efectuaron “unas trescientas entrevistas” y solo tardaron 16 minutos en presentarse en el lugar del crimen.
Terminó sus palabras con un recuerdo a su “amigo” Kirk y con una extraña despedida. “Nos vemos en Valhalla”, dijo, en una referencia de tintes wagnerianos al lugar que la mitología nórdica reserva para el último descanso de los héroes.
Patel había llegado a Orem la noche anterior, durante la que participó en una decepcionante conferencia de prensa que solo sirvió para hacer público un vídeo sobre la huida del atacante y para confirmar que este aún estaba a la fuga tras disparar un solo proyectil, que dio en el cuello al famoso influencer de la extrema derecha. El balazo le provocó una profusa y mortal hemorragia y desató el pánico en el campus. Poco después de esa comparecencia, en la que Patel no abrió la boca, Robinson, que ahora está preso en la cárcel del condado de Utah, se entregó a unos 400 kilómetros de distancia, según dijo Cox, animado por su familia.
“Como un hijo”
El momento de la muerte de Kirk fue inmortalizado por centenares de teléfonos móviles de los cerca de 3.000 asistentes al acto, y esas grabaciones corrieron después como la pólvora por internet. En su entrevista en Fox News, Trump contó este viernes que no había querido ver el macabro vídeo del momento en el que la bala impacta en el cuello de Kirk y la sangre mana a borbotones, pues prefiere recordarlo “como realmente era”. El presidente de Estados Unidos también confirmó que asistirá al funeral de su “amigo”, fallecido a los 31 años
Era “un tipo brillante”, afirmó Trump de un activista que fue clave también en su segundo triunfo electoral, del pasado noviembre: “Me ayudó con TikTok”, añadió el republicano. Kirk era esencial en la movilización del voto juvenil y, desde su entrada en escena hace 13 años, cuando solo era un muchacho de 18, trabajó incansablemente por atraer a los jóvenes no necesariamente involucrados en política, especialmente a los hombres, al movimiento MAGA (Make America Great Again) con sus ideas extremistas. “Nunca los he visto recurrir a una sola persona tanto como lo hicieron con Charlie”, agregó Trump.
El presidente estadounidense tampoco perdió la oportunidad de volver a la carga contra la izquierda. “Diré algo que me meterá en problemas, pero me da igual”, contestó a una pregunta de los tres presentadores de Fox & Friends en la que le sugirieron tímidamente que los “los radicales de la derecha” también pueden ser parte del problema. “Esos suelen ser radicales porque no quieren ver delincuencia. Los radicales de izquierda son el problema”.
El asesinato de Kirk generó en un primer momento entre la clase política estadounidense un cierto consenso de que tocaba “bajar el tono” del debate. Ese amago de enfriamiento de los ánimos duró poco, en vista de los comentarios de quienes desde el mundo MAGA defienden que esto demuestra que el país está “en guerra” y de la toma de postura de Trump, que sobrevivió a dos atentados el año pasado y ha insistido en no reconocer la existencia de víctimas de la violencia política en el otro bando. Demócratas y republicanos andan desde el miércoles enfrentados por la memoria del activista ultraconservador y su legado y sobre quién es más culpable de la polarización que se vive en el país, si la izquierda o la derecha.
La revelación de la identidad del sospechoso de matar al influencer MAGA y las primeras informaciones difundidas por las autoridades sobre sus motivos no indican que ese debate vaya a remitir, por muchos llamamientos que haga el gobernador Cox a la moderación y a la búsqueda de puntos en común. Tampoco, de qué impredecible manera continuará escribiéndose la historia de esta nueva era de la violencia política en Estados Unidos. Otro aspecto de la nueva normalidad de la América de Trump.