• AL AIRE

Síguenos:

Facebook Whatsapp Whatsapp
MENÚ
  • INICIO
  • NOTICIAS
  • CONTACTO
Menu
  • INICIO
  • NOTICIAS
  • CONTACTO
Search
e-mail
  • INICIO
  • NOTICIAS
  • CONTACTO
Menu
  • INICIO
  • NOTICIAS
  • CONTACTO
JABALÍ RADIO > Blog > Noticias > Del amor incondicional a la guerra total: romance y ruptura de Trump y Musk en cuatro actos | Internacional
Noticias

Del amor incondicional a la guerra total: romance y ruptura de Trump y Musk en cuatro actos | Internacional

Última actualización: junio 8, 2025 7:13 am
JABALÍ RADIO
Compartir
21 Lectura mínima
COMPARTIR

Contents
Primer acto. El cortejoSegundo acto. El noviazgo del “tío Elon”Tercer acto: la rupturaCuarto acto. Epílogo tras la batalla

Cuando los historiadores del futuro estudien y clasifiquen por épocas la figura de Donald Trump es muy posible que entre ellas destaquen “la era de Elon Musk”. Y los historiadores lo saben: rara vez las épocas terminan tan limpia, pública y violentamente como se clausuró el jueves pasado la del bromance, palabra que en inglés describe una amistad especial entre hombres, que unió los destinos del presidente de Estados Unidos y el hombre más rico del mundo, a los que les bastaron unas pocas horas y un puñado de mensajes cruzados desde las redes sociales de las que cada cual es propietario (Truth y X) para poner fin ante una audiencia planetaria a su idilio, menos de un año después de oficializarse.

La discusión que condujo a la ruptura fue a cuenta de una ley fiscal republicana —“grande y hermosa”, la bautizó Trump, su gran impulsor—. Está tramitándose en el Capitolio, es esencial en la agenda legislativa del presidente y propone recortes de impuestos y de la cobertura sanitaria de casi 11 millones de personas, así como un aumento del déficit público en, según cálculos oficiales, 2,4 billones de dólares. Por ese motivo, Musk la considera “una abominación repugnante”, como dejó claro este martes en X. Y tiene sentido que así sea. Hasta la semana pasada, el empresario estaba encargado por Trump de todo lo contrario: adelgazar la Administración estadounidense al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), puesto del que se despidió cuando agotó el límite legal de 130 días para ejercer como empleado especial del Gobierno.

Aquellos comentarios provocaron la respuesta de Trump, que se dijo “sorprendido y muy disgustado” por ellos durante una reunión con el nuevo canciller alemán, Friedrich Merz. Fue la chispa que encendió una bronca entre ambos de proporciones bíblicas que incluyó amenazas y descalificaciones personales.

Según consideró el viernes pasado en un mensaje de texto el hostelero Raheem Kassam, aliado de Steve Bannon y una de las personalidades más influyentes del mundo MAGA en Washington, aquel estallido equivale a una “guerra total”. “No hay posibilidad de reconstrucción”, añadió, pese a que algunos medios informaron este sábado de maniobras de colaboradores de ambos titanes para restañar la relación o, al menos, apaciguar los ánimos. Para Kassam, que, como Bannon, ha expresado en el pasado sus reservas con la influencia de Musk en la derecha global, la salida de aquel de la escena son “GRANDES NOTICIAS” (así, en mayúsculas) para el conservadurismo estadounidense.

El relato de cómo el jefe de Tesla o SpaceX, entre otras empresas, pasó de tuitear que amaba a Trump “tanto como es posible que un hombre heterosexual ame a otro hombre” (7 de febrero de 2025) a vincularlo sin pruebas en un post —que acabó borrando el sábado— con el pederasta Jeffrey Epstein (5 de junio), puede contarse como una extravagante tragedia en tres actos y un epílogo, aún abierto.

Primer acto. El cortejo

Trump y Musk se llevan 35 años y ambos representan dos versiones muy distintas del arquetipo tan estadounidense del multimillonario metido en política: el primero basa el origen de su riqueza en el nepotismo y en los negocios inmobiliarios y hoteleros; el segundo, nacido en Sudáfrica y ciudadano de EE UU desde hace algo más de una década, en intangibles como la tecnología (Starlink), la exploración espacial (SpaceX), el futuro libre de combustibles fósiles (Tesla) y el control del discurso público (X).

Como habitante de Silicon Valley, Musk vivió durante años más interesado en sus emprendimientos, más o menos visionarios, que en la política. Mostraba cierta querencia progresista en asuntos sociales y un credo libertario basado en la alergia a que el Gobierno se inmiscuya en sus cosas.

La extraña pareja se conoció en 2017, y, como en tantas historias de amor, la chispa no surgió a la primera. Fue en una reunión de Trump con empresarios tecnológicos, justo después de que este ganara unas elecciones en las que Musk votó por Hillary Clinton, pero antes de tomar posesión de su cargo por primera vez. Al término de ese encuentro hablaron en un aparte. A Musk, cuenta su biógrafo autorizado Walter Isaacson, no le gustó que el presidente electo le dijera que un amigo le había regalado un Tesla, pero que aún no lo había conducido (tal vez sin reparar en que Trump, hijo de otro empresario inmobiliario, creció en un coche con chófer). Que a continuación le contara que quería revitalizar la NASA le “desconcertó aún más”, escribe Isaacson. “Parece un poco loco”, dijo de Trump tras ese encuentro, “pero tal vez no esté mal”.

En otro punto de su libro, el biógrafo relata otra reunión, aún más desastrosa, con el siguiente inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, cuando este era vicepresidente de Obama. El empresario encontró al político “tremendamente aburrido”, lo cual no evitó que se inclinara por votarlo en 2020 (aunque finalmente se abstuviera).

El “desprecio” que sintió al año siguiente, cuando la Casa Blanca de Biden organizó un evento sobre vehículos eléctricos al que Tesla no fue invitada; la gestión demócrata de la pandemia —tiempo en el que Musk escaló puestos hasta convertirse en el hombre más rico del mundo—; y el “virus de la mentalidad woke” operaron en él un cambio similar al de otros gurús del Valle.

En su caso, esa mutación desembocó en octubre de 2022 en la compra de Twitter, red social que redujo a sus cenizas para reconstruirla despojada de los controles de moderación previos. Como parte de su nueva condición de “absolutista de la libertad de expresión”, restauró la cuenta de Trump, que le habían quitado al final de su primer mandato, tras el asalto al Capitolio. Los cambios en el algoritmo acabaron favoreciendo los discursos extremistas del movimiento MAGA y, a la postre, contribuyeron al regreso del expresidente a la Casa Blanca.

Cierto es que entonces casi nada hacía pensar en esa vuelta. Trump estaba en sus horas más bajas por el varapalo republicano en las elecciones legislativas. Musk, que apostó primero por otro caballo, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, fue en esos meses deslizándose por “la madriguera de las conspiranoias”, por tomar prestada la imagen de la ensayista Naomi Klein (vía Lewis Carroll), para encontrar “al otro lado del espejo” un ámbito de influencia MAGA en el que se sintió cómodo y que está lista para darle la espalda.

Musk votó por primera vez republicano en las elecciones de medio mandato de Texas. Cuando DeSantis se deshinchó, fue aproximándose a Trump con la ayuda de otro barón de Silicon Valley y de la extrema derecha: Peter Thiel. Finalmente, brindó todo su apoyo al candidato republicano el 13 de julio, después de que este sobreviviera a un atentado en un mitin de Butler (Pensilvania).

Segundo acto. El noviazgo del “tío Elon”

“Elon se aproximó a Trump movido por dos sus grandes intereses: el poder y los datos”, explica en una entrevista telefónica el investigador del Institute for Policy Studies Chuck Collins, experto en desigualdad y agudo analista de las motivaciones del magnate de origen sudafricano. “Al frente del DOGE pudo cumplir su sueño de acceder a una ingente cantidad de información de los estadounidenses que le servirán en sus negocios, así como para correr con ventaja la carrera de la inteligencia artificial. En cuanto al poder, creo que le interesa ser dueño del país, de sus cielos y de las comunicaciones. También creo que por el camino los dos desarrollaron una verdadera relación de amistad”.

Musk aportó una cantidad récord a la campaña de Trump: más de 260 millones. El 5 de octubre pasó a la acción en un mitin en Butler, donde se manifestaron las constantes del nuevo Musk, el “MAGA oscuro”: un atuendo que ya no abandonaría (americana, camiseta, pantalones y gorra trumpista negras); el discurso apocalíptico; y las extravagantes demostraciones de entusiasmo, los gritos, los saltos, la flexión de los bíceps y, con el tiempo, los saludos aparentemente nazis. Una investigación de The New York Times, desmentida por Musk y su entorno, encontró parte de explicación a todo eso: el consumo de drogas del empresario, que ha reconocido públicamente que toma ketamina para combatir la depresión, se hizo “más intenso” y encendió las alarmas de la campaña de Trump.

En Pensilvania, uno de los siete Estados decisivos, el empresario se lanzó al proselitismo electoral personalmente, y regaló cheques de un millón para motivar a los votantes. Se fue haciendo inseparable de Trump, y prácticamente se mudó al hotel de la residencia privada de este en Mar-a-Lago, a riesgo, que acabaría demostrándose real, de desatender sus negocios.

Una semana después del triunfo electoral, proclamó en su cuenta de X que se sentía “feliz de ser el primer amigo” de un político famoso por las prolongadas ausencias de su primera dama. Pocos días antes de eso, Kae, nieta del presidente electo colgó una foto con el magnate y el pie de foto: “Elon, ganándose la consideración de tío”.

En septiembre, el candidato ya había encontrado cometido para Musk: “Una reforma drástica” de la Administración. En las semanas de la transición presidencial, la influencia de Musk en el universo MAGA creció hasta hacer sombra al líder. Poco antes de la Navidad le bastó una ronda de llamadas a congresistas republicanos para colocar al Gobierno al borde del cierre con su oposición a una ley de financiación temporal.

Entonces, parecía invencible e inmune hasta a los ataques de Bannon, el hombre del presidente por antonomasia. En el orgullo de Trump, tipo poco dado a compartir foco, no parecían hacer mella las insinuaciones de que el empresario estaba socavando su poder. Como en tantas relaciones sentimentales, trataron de enfrentarlos. Suerte que Musk, al haber nacido en el extranjero, no puede por ley aspirar a ser presidente del país.

Tercer acto: la ruptura

El empresario llegó a la Casa Blanca con la promesa que mandar al hombre a Marte (convertir a la humana en una especie interplanetaria es, junto a la procreación sin freno, una de sus obsesiones) y convencido de que el pueblo estadounidense lo aclamaría como a un héroe por dejar de lado su cómoda vida de hombre más rico del mundo para dedicarse a una reforma necesaria del Gobierno al frente el DOGE. Reclutó a un equipo de jóvenes acólitos y se puso manos a la obra.

Desguazó varias agencias federales, provocó un daño global incalculable con el tajo a la cooperación al desarrollo que supuso el cierre de USAID y forzó el despido de miles de funcionarios. “Su principal legado no serán los coches eléctricos o el lanzamiento de cohetes al espacio, si no las muertes y enfermedades innecesarias que ha provocado entre los más vulnerables”, ha afirmado el profesor de la Universidad de Nueva York y podcaster Scott Galloway. “Eso no es ser un innovador. O un buen estadounidense. Ni supiera significa ser un hombre”.

Como reacción, empezaron los ataques vandálicos contra los coches y concesionarios de Tesla, las manifestaciones con carteles que lo ponían en el punto de mira, las pérdidas millonarias de sus empresas y la impaciencia de los inversores por su dedicación política. Entretanto, Trump le ofrecía el dormitorio Lincoln de la Casa Blanca para quedarse a dormir, le agasajaba, según contó el empresario, con cantidades ilimitadas de helado, comparecía con su aliado y el hijo de este en el Despacho Oval y salía en su defensa al convertir los jardines de la residencia presidencial en un anuncio sin precedentes de sus coches.

Las primeras grietas en la relación llegaron con los enfrentamientos, públicos y privados, con miembros del gabinete de Trump. ¿Los motivos? La impopularidad de sus recortes y la agresiva y volátil política arancelaria del América Primero, con los que el Musk empresario no podía estar de acuerdo. A finales de abril, cuando las pérdidas hicieron peligrar su puesto al frente de Tesla, le anunció a Trump que necesitaba tomarse un tiempo, y, como uno de sus cohetes de Space X, empezó un progresivo desacoplamiento de Washington, ciudad que creyó que sería más fácil conquistar.

El viernes pasado, Trump lo despidió con honores en el escenario de tantos buenos momentos, el Despacho Oval, y, pese a que un par de días antes Musk había criticado la ley “grande y hermosa”. En aquel acto, en el que el empresario compareció con un ojo morado, pese a que, contó después Trump, le ofrecieron disimularlo con maquillaje, Musk prometió que seguiría siendo “un amigo y un colaborador” del presidente.

Cuando las cámaras se apagaron, Trump le comunicó, según informa The New York Times, su incomodidad con el hecho de que Jared Isaacman, la persona designada para dirigir la NASA, una apuesta personal de Musk, tuviera un historial reciente de donaciones al Partido Demócrata. Al día siguiente, el presidente retiró esa designación, y eso, dice el Times, fue “una humillación” para el dueño de SpaceX, compañía que tiene un extraordinario interés en quién gobierne su principal cliente, la agencia espacial estadounidense.

Musk pasó el fin de semana en Montana, en una reunión de líderes tecnológicos, de la que regresó dispuesto a continuar sus ataques a la ley fiscal. El jueves, mientras Trump hablaba en la Casa Blanca, el empresario decidió pegarle en directo una patada al avispero y acabó diciendo que Trump era un desagradecido por no reconocer a quién debía la presidencia y vaticinando que los aranceles llevarán al país a la recesión antes de final de año. Las acciones de Tesla cayeron un 14% y su jefe perdió 34.000 millones de dólares.

Cuarto acto. Epílogo tras la batalla

A la explosión de los egos siguió el viernes una extraña calma y el análisis de daños: ¿quién tiene más que perder? El empresario se juega miles de millones en contratos federales y se expone a investigaciones por sus empresas o por su estatus migratorio; si algo ha demostrado Trump 2.0 es su sed de venganza. A este le puede pasar factura la posible pérdida de simpatizantes del empresario, que cuenta con más de 220 millones de seguidores en X, red cuyo algoritmo podría alterar para perjudicar al presidente. También está en juego la financiación de candidatos republicanos con la que el magnate se había comprometido antes de las próximas elecciones, en 2026.

“Que alguien como Musk se haya atrevido a plantarle cara al gran jefe puede dar ejemplo a quienes se oponen a su dominio del Partido Republicano, pero temen alzar la voz”, considera Collins. Para el experto en desigualdad, la bronca del jueves y las críticas a la ley fiscal son síntomas de las “muchas fracturas que se están abriendo en la coalición que llevó a Trump al poder”. “También las hay en el cierre de filas de la clase oligarca con su Administración, debido a los aranceles y el caos económico, y probablemente se irán ampliando si prospera esa reforma fiscal. Hay dos equipos en esa oligarquía: los disruptores, que buscan las ganancias a corto plazo, y los interesados en un sistema funcional que les permita ganar dinero en el largo”.

Trump dedicó el viernes a mandar mensajes a su ex por personas interpuestas, esos medios tradicionales de Washington que desprecia. También envió señales de que había pasado página, que ya “no estaba pensando en Elon”. En Truth prefirió hablar de otros asuntos, como su proyecto de remodelar el salón de baile de la Casa Blanca. Musk, por su parte, supo estarse quieto por una vez en X, que usó mucho menos de lo habitual.

“Trump es el rey de las emociones MAGA. Musk es el rey de las infraestructuras MAGA, y se necesitan”, advierte en una conversación telefonica desde Los Ángeles Eric Schiffer, estratega de marca y reputación e inversor en tecnología, ve esta disputa como uno de esos combates de lucha libre profesional, una suerte de pantomima que acaba “en un apretón de manos”. “La primera encuesta [de YouGov, hecha el mismo viernes] dice que el 48% es optimista sobre una reconciliación”, recuerda Schiffer. “Creo que esta solo podrá llegar si alguien contribuye a salvar la distancia entre ambos. Por ejemplo, [el zar cripto de la Casa Blanca] David Sacks. Para que eso sea posible, las cosas tendrán que calmarse antes”.

Curiosamente, Collins también echa mano del símil de las artes marciales mixtas. “No olvidemos que estos dos disfrutan del conflicto”, dice, antes de recordar que ese tipo de lucha, más violenta que el wrestling, fue una de las pasiones que compartieron Musk y Trump mientras su relación iba asentándose. Solían ir juntos a los combates. Este sábado, Trump disfrutó de otra pelea, en la que Sean O’Malley buscaba en Newark su revancha de Merab Dvalishvili. Esta vez, Trump fue solo, sin su “primer amigo”.

You Might Also Like

El atentado contra Miguel Uribe revive la pesadilla de los magnicidios en Colombia

Israel recupera el cuerpo de un rehén tailandés en Gaza en una operación | Internacional

Jersón, la ciudad ucrania donde los drones rusos salen a ‘cazar’ civiles | Internacional

La marea ultra amenaza el camino de la UE hacia la autonomía estratégica | Internacional

Francia psicoanaliza su violencia | Internacional

Sign Up For Daily Newsletter

Be keep up! Get the latest breaking news delivered straight to your inbox.
[mc4wp_form]
By signing up, you agree to our Terms of Use and acknowledge the data practices in our Privacy Policy. You may unsubscribe at any time.
Share This Article
Facebook Twitter Copy Link Impresión
Compartir
What do you think?
Amor0
Sad0
Contento0
Somnoliento0
Enfadado0
Dead0
Guiño0
Artículo anterior La marea ultra amenaza el camino de la UE hacia la autonomía estratégica | Internacional
Artículo siguiente Jersón, la ciudad ucrania donde los drones rusos salen a ‘cazar’ civiles | Internacional

Mantente conectado

235.3kSeguidoresMe gusta
ANUNCIATE AQUÍ
Ad imageAd image

Últimas noticias

¿Son los alemanes unos vagos? Merz les pide que trabajen más | Internacional
Noticias junio 8, 2025
“Hola, soy Ahmed, desde Gaza”: diario del hambre, la huida y el miedo | Planeta Futuro
Noticias junio 7, 2025
J. D. Vance, sobre la pelea de Musk y Trump: “Espero que Elon vuelva al redil” | Internacional
Noticias junio 7, 2025
El papa León XIV recibe por primera vez a Milei y le promete que viajará a Argentina | Internacional
Noticias junio 7, 2025
LOGO
Facebook Whatsapp Whatsapp

Copyright © | Todos los derechos reservados | Empresarial Host

Facebook Whatsapp Whatsapp
Mandamos un e-mail
Search
  • INICIO
  • NOTICIAS
  • CONTACTO
Menu
  • INICIO
  • NOTICIAS
  • CONTACTO
Noticias

El atentado contra Miguel Uribe revive la pesadilla de los magnicidios en Colombia

JABALÍ RADIO junio 8, 2025
¡Bienvenido de nuevo!

Iniciar sesión en su cuenta

¿Perdiste tu contraseña?