David Lammy (Londres, 52 años) llegó hace casi un año al Ministerio de Asuntos Exteriores del Gobierno laborista del Reino Unido defendiendo su idea de un “progresismo realista”. Según él, hay que enfrentarse al mundo tal y como es, no como quisiéramos que fuera. Pero a la vez, hay que perseguir objetivos progresistas, no solo pensar en retener el poder. Por eso defiende que el acuerdo de la primera cumbre bilateral entre el Reino Unido y la UE en la era post-Brexit, celebrada este lunes, nunca pretendió regresar a un club del que los británicos decidieron irse, pero sí ha logrado recomponer muchas costuras rotas entre Londres y Bruselas después de años de gobiernos conservadores y euroescépticos.
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Pregunta. Desde la UE, algunos críticos señalan que este acuerdo no es para tanto. Es muy genérico y deja asuntos a medio negociar, dicen. Y los euroescépticos británicos le acusan de haberse vendido a Bruselas.
Respuesta. Creo que es enormemente relevante que hayamos podido firmar un acuerdo de seguridad y defensa con nuestros amigos europeos. Un acuerdo que no solo incluye asuntos convencionales como la estrategia de guerra o el gasto en defensa, sino cosas como las amenazas híbridas o la inmigración irregular. No debería subestimarlo. Había una guerra en Europa y esta relación entre el Reino Unido y la UE no existía. Abre el camino para que desarrollemos el papel que nos corresponde en Europa respecto a la gran cuestión de la próxima década: la planificación industrial y la financiación para el rearme que nos aportará más seguridad.
P. ¿Algún ejemplo concreto de lo que va a suponer este acuerdo? ¿Tropas británicas en misiones europeas, por ejemplo?
R. Sin ir más lejos, he estado hablando con Kaja Kallas [la alta representante de Política Exterior de la UE] de los desafíos a los que nos enfrentamos en los Balcanes. Hay preocupación, por ejemplo, sobre cómo se están socavando los acuerdos de Dayton en Serbia, Kosovo o Bosnia. Creo que debemos ser capaces de complementar a la OTAN y de cumplir nuestras obligaciones respecto a esa alianza, pero en una era en la que Europa se ha comprometido a aumentar su carga de responsabilidad. Creo que es muy bueno que el acuerdo alcanzado nos permita acceder al fondo de 150.000 millones de euros de defensa [el llamado SAFE, impulsado por la Comisión Europea].
P. Dos asuntos clave del nuevo acuerdo: el Reino Unido verá relajados los controles sanitarios y fitosanitarios de los productos que exporta a la UE, a cambio de alinearse con la normativa comunitaria. Y se trabaja ya en un Esquema de Experiencia Juvenil que permita a los jóvenes viajar y trabajar a uno y otro lado del canal de la Mancha. La derecha euroescéptica ya habla de la “traición” del Gobierno laborista.
R. Mi impresión es que los británicos ya han pasado página. Quieren un Gobierno pragmático que sea capaz de mirar hacia el futuro y que negocie un acuerdo que ayude a rebajar sus facturas —y este lo hace con pactos en electricidad, energía y emisiones de carbón—; que abarate los productos de los supermercados —y eso hemos logrado con el acuerdo sanitario y fitosanitario—; y que refuerce su seguridad, y eso es el resultado del nuevo pacto en defensa.
Será todo eso lo que juzgarán. Los que quieran resucitar las peleas del pasado, que lo hagan. Nosotros debemos ser pragmáticos, y con este pacto logramos prosperidad, seguridad y crecimiento económico.
P. Al final, es la demostración de que la geografía importa. El Reino Unido es una isla, pero no está aislado.
R. Dejamos la UE, pero no creo que nadie haya sugerido nunca que hemos abandonado Europa. El Gobierno anterior arrastró por los suelos las relaciones con países como Francia, Alemania o Irlanda. Estaban en su nivel más bajo, y el comercio entre el Reino Unido y la UE se desplomó. Este acuerdo pretende comenzar a superar ese declive.
Ya dejamos muy claro en las pasadas elecciones que no habría un regreso al mercado único ni a la unión aduanera, pero también que íbamos a enmendar el acuerdo chapucero que alcanzó Boris Johnson.
P. Pero con esas aspiraciones, ¿por qué no han ido más allá en los compromisos? No hay muchos detalles respecto al plan de movilidad juvenil. Parece que siguen teniendo miedo al fantasma de la inmigración.
R. Hicimos un pacto con la ciudadanía británica y debemos mantenerlo. Junto a la promesa de no regresar al mercado único o a la unión aduanera, estaba la de no volver a la libertad de movimiento [de ciudadanos comunitarios]. Trabajaremos en los detalles de este Esquema de Experiencia Juvenil, y creo que es algo maravilloso que puedan trabajar o estudiar en el Reino Unido o viceversa, como ya tenemos acuerdos similares con otros 13 países. Pero tiene que haber un tope en las cifras y un límite en el tiempo de estancia, porque eso es lo que quieren los británicos.
P. Despejado ya el acuerdo en defensa, ¿estamos ya más cerca de cerrar el acuerdo sobre Gibraltar?
R. Siempre hemos sido muy claros: debe ser un acuerdo que proteja la soberanía de Gibraltar. Pero junto a la Comisión Europea, mi homólogo español, José Manuel Albares, y con el ministro principal, [Fabian] Picardo, estamos haciendo todo lo que podemos para cerrarlo. Y sepa que le estoy dedicando un montón de esfuerzo.