El primer ministro francés, François Bayrou, expone en la tarde de este lunes en la Asamblea Nacional su plan de recortes para hacer frente a la deuda francesa. La sesión incluye una moción de confianza que él mismo activó y cuyo resultado marcará la continuidad del jefe del Gobierno. Si la pierde, sobre lo que ahora mismo hay pocas dudas, deberá dimitir y pasar a dirigir el Ejecutivo en funciones mientras el presidente de la República, Emmanuel Macron, busca una solución. Antes de irse, Bayrou lanzó un discurso dramático y grave sobre la deuda pública: “Francia vive una insoportable hemorragia. El destino de sus ciudadanos está amenazado”.
Nunca antes el primer ministro de un Gobierno en minoría se había arriesgado a pronunciar una declaración de política general —sobre los presupuestos y la deuda pública, en este caso— ante diputados cuya mayoría le es notoriamente hostil, con el fin de solicitar su confianza. Bayrou respondió a eso nada más empezar su discurso. “El riesgo no era esta moción, sino hacer como si nada, como siempre. No es una cuestión política, es una cuestión histórica. De esas que conciernen a los pueblos y a las naciones”.
Francia se adentra de nuevo en una crisis política, solo nueve meses después de que Bayrou fuera nombrado primer ministro. El democristiano ha durado apenas ocho meses en el cargo; pero bastante más que su predecesor, Michel Barnier, que resistió solo tres meses. Será el cuarto jefe del Gobierno en perder su puesto durante la segunda legislatura del presidente de la República,Emmanuel Macron, que comenzó en 2022. Y el tercero en poco más de un año.
El jefe del Estado tendrá dos opciones: encontrar rápidamente una figura de consenso, un nuevo primer ministro capaz de recabar el apoyo de la derecha (Los Republicanos) y los socialistas; o convocar elecciones legislativas, solo un año después de las últimas. Según las encuestas, esos hipotéticos comicios llevarían al país a una nueva situación de bloqueo o a la victoria de la ultraderecha.
Una de los elementos que marcará esa decisión es la solidez de la actual base parlamentaria del Gobierno. Se espera que la mayoría de socios -Renaissance, Modem, Los Republicanos- apoyen a Bayrou, pero Los Republicanos han dado libertad de voto a sus diputados. Si resultase, como quiere el ala dura del partido, que los conservadores dan la espalda a sus viejos socios, Macron tomaría más en consideración la opción de la disolución de la Asamblea Nacional al no tener posibilidad ya de conformar una nueva mayoría.
Con el voto de la moción de confianza, que va precedido de un discurso y cuyo desenlace él mismo podía imaginar cuando lo convocó —porque los partidos le avisaron de que votarían en contra—, Bayrou pretende más bien escribir su propia historia y despejar su futuro político para no caer como su predecesor, Michel Barnier, quien él considera que se humilló. Todo ello con la autorización de Macron.
La elección que tome el jefe de Estado deber tener en cuenta los plazos para presentar un presupuesto. En principio, el borrador debe presentarse a finales de septiembre al Consejo de Estado para una validación jurídica, y al Alto Consejo de Finanzas Públicas para una opinión técnica. Luego debe ser depositado en el Parlamento, a más tardar, el primer martes de octubre, es decir, este año el 7 de octubre. Pero algunas fuentes aseguran que podría ampliarse el plazo hasta el 13 de octubre. Con esa fecha, quedarían los 70 días previstos por la Constitución para examinar el texto y permite una promulgación ajustada justo antes de finales de diciembre.
La hipótesis de un nuevo primer ministro socialista, que tomó fuerza la última semana, se ha deshinchado en las últimas horas. Especialmente tras las declaraciones del presidente de Los Republicanos (LR) y ministro del Interior, el ultraconservador Bruno Retailleau. En un acto de su partido el domingo aseguró que “está fuera la mesa que aceptemos un primer ministro socialista”.