Iban a por comida y recibieron fuego. Disparos de munición real alcanzaron a un total de 38 palestinos la madrugada del lunes cuando intentaban acceder a un punto de reparto en el sur de Gaza. Al menos tres de ellos murieron. El incidente ocurrió en las mismas instalaciones de la controvertida Fundación Humanitaria de Gaza (FHG) —participada por mercenarios estadounidenses— donde el día anterior habían muerto otras 35 personas.
Testimonios de fuentes que presenciaron las escenas de ayer y del domingo responsabilizaron al ejército israelí de los disparos ocurridos durante ambos sucesos, pero este lo niega.
Las agencias de Naciones Unidas consideran que la FHG es un proyecto que rompe con los principios humanitarios básicos y han expresado que no cooperarán con este organismo, pero esto puede estar cambiando. “Ante este nivel de desesperación, hay que trabajar con quien sea para poder alimentar a la población”, ha indicado el Programa Mundial de Alimentos de la ONU a pesar de que varios representantes de la ONU siguen acusando a Israel de bloquear sus suministros en los accesos a Gaza, mientras la ayuda continúa sin llegar en las cantidades necesarias y los repartos de la fundación se convierten en trampas mortales.
Al mismo tiempo, las tropas israelíes llevan a cabo lo que describen como una ampliación de sus operaciones militares. En un comunicado, el ejército ha asegurado el lunes que ha disparado contra “decenas” de objetivos en 24 horas, incluyendo “células terroristas y túneles”. El portavoz del ejército israelí en árabe, Avichay Adraee, también ha llamado a la población civil la tarde de lunes a huir de Jan Yunis, en el sur del enclave, antes de que el ejército actúe en la zona “con toda la fuerza”.
Las informaciones castrenses chocan con las denuncias de los equipos gazatíes de Defensa Civil. Su portavoz, Mahmoud Bassel, ha indicado que han encontrado los cuerpos sin vida de seis niños y tres mujeres en Yabalia, donde hay confirmados 15 muertos y 20 desaparecidos. La jornada ha dejado un total de 50 víctimas mortales, según el Ministerio de Sanidad del enclave.
Una vez más, los puntos de reparto de la FHG se han cobrado víctimas mortales. La Oficina de Prensa de Gaza ha informado el lunes de que tres personas han muerto durante otra operación de reparto de comida, en la zona de la sureña Rafah, impulsada por esta entidad que pretende controlar quién recibe comida en la Franja y arrinconar el sistema humanitario liderado por la ONU. El reparto empezó a las cinco de la madrugada, movilizando hacia el lugar multitudes hambrientas antes de que saliera el sol. Testimonios recogidos por entidades humanitarias y periodistas sobre el terreno aseguran que francotiradores apostados en colinas cercanas y aviones teledirigidos han disparado contra los accesos al reparto.
Con estas tres muertes, las autoridades gazatíes han señalado que son 75 las personas abatidas en el interior o en las inmediaciones de los puntos de distribución de FHG desde que esta fundación echara a andar, el pasado 27 de mayo, hace una semana.
A las siete de la mañana, dos horas después de que empezara el reparto, la FHG ha emitido un comunicado en el que desmentía cualquier percance: “Una vez más, las operaciones transcurrieron sin contratiempos y no se han producido incidentes de seguridad”.
La ONU pide una investigación independiente
El día anterior, 35 personas habían perdido la vida al ser tiroteadas en ese mismo punto de reparto. Testimonios recogidos por Médicos Sin Fronteras acusaron las tropas israelíes de disparar desde tierra, mar y aire durante aquel incidente. El ejército de Israel negó que sus soldados estuvieran implicados en la tragedia. “Los resultados de una investigación inicial indican que el ejército no disparó contra civiles mientras se encontraban dentro o cerca del punto de distribución”, dijeron las tropas en un comunicado.
António Guterres, secretario general de la ONU, ha exigido el lunes que se abra una investigación independiente en referencia a ese suceso: “Es inaceptable que los palestinos se tengan que jugar la vida por comida”. Guterres ha recordado que Israel tiene la “responsabilidad” de “permitir y facilitar el acceso de ayuda humanitaria”.
“Esto es a lo que se ha reducido la gente de Gaza, literalmente a animales hacinados en corrales”, ha lamentado Sam Rose, director de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), en declaraciones a Al Jazeera. El sector humanitario critica el mecanismo impulsado por FHG por el modo en el que marca los pasos de la población hambrienta, haciéndola desplazarse durante decenas de kilómetros en medio de un territorio que sigue temblando por la continuación de los bombardeos. “Si estas escenas” no provocan la acción de quienes tienen influencia, ha advertido el funcionario, “entonces habremos perdido”.
“Un plan de ayuda no puede ser un plan mortal”, protestó la portavoz de esa agencia, en referencia a la FHG. “Esto es lo que ocurre cuando la ayuda accede desde fuera de la ONU”, ha declarado a este diario. Según la portavoz, la ONU cuenta con la “confianza” de los gazatíes, algo que la hace “única” en tiempos de guerra: “Tenemos 13.000 trabajadores en la Franja. Hemos estado allí durante varios conflictos. Cuando la gente ha perdido su casa, su familia, y ve personal de la UNRWA, confían en ellos porque son parte de su propia comunidad”.
Las sospechas alrededor de la FHG, percibida por muchos observadores como una herramienta para el beneficio militar israelí, ha llevado al conjunto del sector humanitario a desvincularse de dicha fundación. Sin embargo, hace dos semanas que Israel anunció la reapertura del flujo humanitario y las agencias de la ONU continúan denunciando el bloqueo de sus suministros por parte de Israel, mientras se registran víctimas mortales en los puntos de reparto estadounidenses todos los días.
En medio de ese contexto, Cindy McCain, directora ejecutiva del Programa Mundial de alimentos, mostró su flexibilidad el domingo: “Lo que necesitamos es un acceso total, a gran escala y sin restricciones para frenar esta catástrofe, que puede ser como ninguna otra”, dijo en declaraciones a la televisión estadounidense ABC. “Ante este nivel de desesperación, hay que trabajar con quien sea para alimentar a la gente”.