Los ministros de Exteriores de más de 50 países árabes e islámicos se han dado cita este domingo en Qatar para formar un frente unido en solidaridad con el emirato y plantarse contra la expansión de las hostilidades israelíes en Oriente Próximo. El pasado martes, la capital del país, Doha, fue bombardeada por Israel, ante la inacción de Estados Unidos. Varios Gobiernos movilizados por Doha, incluso aliados de la Casa Blanca, ven en esa ofensiva un acto de traición estadounidense y una señal de que los acuerdos de seguridad que comparten con Washington los dejan desprotegidos ante las agresiones israelíes.
La cumbre de emergencia, que convoca a los 22 integrantes de la Liga Árabe y los 57 de la Organización de la Cooperación Islámica, ha dado comienzo con un encuentro en el que participaron los titulares de Exteriores de cada país. El portavoz de esa cartera en Qatar explicó el sábado que la cita tiene el propósito de esbozar una resolución conjunta, que los jefes de Estado de los países participantes discutirán el lunes.
“El encuentro refleja la amplia solidaridad árabe e islámica con el Estado de Qatar a la hora de confrontar la cobarde agresión israelí”, ha dicho el ministro Al Ansari, que ha endurecido la posición de Qatar frente al conflicto desde que Israel bombardeó Doha y ha acusado a ese país de perpetrar un “genocidio” en Gaza. El jefe de la diplomacia catarí, que hasta hace unos días era una figura en la mediación para lograr un alto el fuego, también ha calificado a Netanyahu como “narcisista”.
De manera similar, el portavoz de la Liga Árabe, Jamal Rushdi, ha declarado que la cumbre abordará las consecuencias del ataque israelí sobre un país soberano como Qatar, y que se pronunciará en defensa del derecho internacional, que prohíbe atacar a los actores que ejercen como mediadores en un conflicto, tal y como hace Qatar entre Israel y Hamás.
En paralelo, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, ha llegado este domingo a Israel para “reafirmar el compromiso de Washington con la seguridad” de ese país, según ha afirmado la embajada estadounidense en Israel. Rubio se ha visto con Benjamín Netanyahu en una visita al Muro de las Lamentaciones de Jerusalén, y se espera que se vuelva a reunir con el primer ministro israelí el lunes.
Antes de partir a Oriente Próximo, Rubio ha declarado ante la prensa que el bombardeo israelí en Qatar “no va a cambiar la naturaleza de la relación [de EE UU] con los israelíes”. En su visita a Jerusalén, dice, busca entender: “Qué viene a partir de ahora, cómo rescataremos los 48 rehenes y cuál es el plan para terminar con Hamás”.
Mientras los mayores representantes diplomáticos del mundo se mueven alrededor de la región, la realidad sigue siendo la misma en Gaza. El portavoz del ejército israelí en árabe ha publicado tres comunicados distintos durante la mañana del domingo en los que anuncia múltiples bombardeos inminentes contra edificios en Ciudad de Gaza, la ciudad más poblada del enclave palestino. Y ha afirmado, sin aportar pruebas, que Hamás utiliza las construcciones para fines militares.
Huida y muerte en Gaza
Israel calcula que en las últimas semanas al menos 250.000 personas han abandonado Ciudad de Gaza. Imágenes del medio catarí Al Jazeera mostraban este domingo multitudes de civiles que se desplazaban con complicaciones hacia el sur por la carretera litoral de Al Rashid, huyendo del despliegue militar de las tropas israelíes. Algunos palestinos desplazados circulan en sentido contrario tras comprobar que no hay espacio disponible en las zonas del centro y del sur del enclave que Israel permite poblar mientras las ataca, según una periodista de la cadena catarí sobre el terreno.
El Ministerio de Sanidad gazatí, controlado por Hamás, informó de la muerte de 68 personas a causa de las hostilidades israelíes en las últimas 24 horas, así como de dos nuevas muertes por inanición. Según las autoridades sanitarias, 422 personas han muerto por hambruna desde octubre de 2023, cuando Israel inició su contraofensiva, aunque la mayoría ha fallecido por esa causa en los últimos dos meses.
Golpe a las negociaciones de paz
El martes pasado, la aviación israelí disparó una decena de misiles contra una zona residencial de Doha donde se concentran varias embajadas y colegios. Representantes estadounidenses dijeron al diario conservador The Wall Street Journal que los aviones israelíes sobrevolaron el mar Rojo y proyectaron los disparos por encima de Arabia Saudí. El ataque, según reconocieron los mandatarios israelíes minutos después, apuntaba contra la dirigencia de Hamás, que se encontraba reunida para estudiar la última propuesta de alto el fuego para Gaza planteada por Washington.
El bombardeo mató a cinco miembros de la milicia y un policía catarí. Según Hamás, sus líderes más destacados, entre ellos el negociador jefe, Khalil al Haya, han sobrevivido al ataque, e Israel no ha anunciado hasta ahora que haya conseguido borrar del mapa los dirigentes de la organización palestina. A pesar de eso, el ataque israelí sobre territorio catarí se percibe como una traición en Doha, que acoge oficinas de Hamás y ejerce como mensajero con ese grupo a petición del Gobierno de Donald Trump e Israel.
Más allá de una supuesta defensa del derecho internacional, esta cumbre árabe-islámica —la tercera desde que empezó la guerra en Gaza— refleja una creciente sensación de vulnerabilidad ante las agresiones israelíes. Los Gobiernos de la región ven con preocupación que Israel se haya atrevido a bombardear a Qatar, un aliado de Washington con el que comparte un acuerdo de defensa desde 1972.
Por ese motivo, quieren impedir el avance hacia un nuevo statu quo en el que el ejército israelí pueda atacar cualquier país alegando motivos de seguridad mientras EE UU, a quien se le presupone un papel de protector en el golfo Pérsico, se queda en los márgenes, falto de capacidad o de voluntad de frenar esas hostilidades.
Entre las delegaciones que han aterrizado durante las últimas horas en el Aeropuerto Internacional de Hamad, en Doha, se encuentra la iraní, dispuesta a pescar en río revuelto. La República Islámica, que durante años fue la mayor preocupación de seguridad de los emiratos árabes, estará presente en la cumbre mediante la participación de su presidente, Masoud Pezeshkian, y del ministro de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi. Ali Larijani, asesor de seguridad de Teherán, ha llamado el sábado a los participantes del congreso a establecer una “sala de operaciones conjunta” para vigilar las acciones israelíes.