La huida de un padre con sus tres hijos en un bosque llevaba casi cuatro años acaparando titulares en la prensa neozelandesa. Hasta este lunes, cuando la policía del país oceánico ha abatido a tiros al progenitor y rescatado a los tres críos, que actualmente tienen entre 9, 10 y 12 años. Están sanos y salvos, pese a lo prolongado del cautiverio y las 12 horas transcurridas hasta que las autoridades dieron con la ubicación de los dos que en ese momento no estaban con él.
Tom Phillips desapareció con sus hijos a finales de 2021, tras una supuesta pelea con la madre de los niños. Desde entonces no se conocía su paradero, hasta la madrugada de este lunes, cuando la policía recibió una llamada en la que un ciudadano alertaba de un robo en una tienda de alimentación de Piopio, un pequeño municipio rural ubicado en la región de Waikato (en la Isla Norte), a menos de tres horas en coche de Auckland, la ciudad más poblada del país.
La persona que presenció el delito describía a dos asaltantes vestidos con ropa de campo y que portaban una linterna en la cabeza. Eran las 2.30 horas, las 16.30 del domingo en la España peninsular.
Menos de una hora después, los agentes dispusieron pinchos en una intersección de carreteras de grava por la que intuían que tendrían que pasar los sospechosos del hurto, con la esperanza de poder detenerlos. El quad en el que viajaban Phillips y su hija se topó con los pinchos, y ambos tuvieron que bajar del vehículo, en el que portaban más armas. De la tienda únicamente habían sustraído leche, a pesar de que había verduras y mantequilla a la vista.
El primer agente que llegó al lugar fue “recibido con disparos a corta distancia que le alcanzaron en la cabeza”, según ha explicado la comisaria adjunta en funciones de la policía de Nueva Zelanda, Jill Rogers. “Cayó inmediatamente al suelo y se puso a cubierto”, ha añadido. Las heridas, provocadas por un rifle, eran graves —en particular, en un ojo—, pero no mortales.
Un segundo agente, que llegó poco después, fue quien disparó a Phillips, que murió en el lugar de los hechos. La niña que estaba con él durante el intercambio de disparos resultó ilesa y su colaboración con la policía fue vital para poder encontrar a sus dos hermanos, que fueron hallados 12 horas más tarde —según la cadena Radio New Zealand— en un campamento rodeado de vegetación particularmente densa. Estaban solos.
Los menores fueron trasladados a un centro sanitario, donde están siendo sometidos a pruebas médicas. También se practicará una investigación forense en el lugar en el que fueron hallados, un terreno que la policía describe como escarpado y de difícil acceso en el que a la caída de la noche apretaba el frío —en el hemisferio sur todavía es invierno—.
Phillips y sus tres hijos desaparecieron por primera vez en septiembre de 2021. Fueron encontrados a finales de ese mismo mes y el 20 de diciembre volvieron a desaparecer de Marokopa, siempre según la emisora estatal neozelandesa. Unos meses más tarde, en 2022, el padre no se presentó a una audiencia judicial. Ya estaba en busca y captura.
El hombre se enfrentaba a múltiples cargos: robo con agravantes, lesiones con agravantes y posesión ilegal de armas de fuego, entre otros. La policía siempre sospechó que estaba recibiendo algún tipo de ayuda del exterior y que logró evadir a las autoridades escondiéndose en zonas boscosas y tierras agrícolas remotas en la zona central de la Isla Norte.
Antes de desaparecer definitivamente con sus hijos, el hombre vivía en la pequeña comunidad de Marokopa (costa oeste), de menos de 100 habitantes. Piopio, donde ocurrió el robo el lunes, está relativamente cerca de allí: a solo una hora y media por carretera.
La madre de los niños, Catherine, declaró a Radio New Zealand que los había “echado de menos cada día durante casi cuatro años”: “Estamos deseando recibirlos en casa con amor y cuidado”. Los neozelandeses han tenido dificultades para entender cómo Phillips logró evitar la captura durante tanto tiempo en una zona tan remota de la región de Waikato.
“El desenlace no es el que habríamos deseado”, ha reconocido, por su parte, la comisaria adjunta en funciones de la policía neozelandesa. “Nuestros pensamientos están con todos los involucrados. Los agentes que han trabajado en este caso han tenido como prioridad el bienestar de los niños. Aunque están a salvo, esto marca el inicio de un largo proceso de recuperación, y su bienestar sigue siendo nuestra máxima prioridad. Por esa razón, no entraremos en detalles sobre dónde se encuentran ahora ni sobre su estado emocional”.