El ejército de Israel ha anunciado este jueves que ha informado a las autoridades médicas gazatíes y a las organizaciones humanitarias de que deben prepararse para abandonar Ciudad de Gaza y trasladarse hacia el sur. El aviso anticipa que más adelante habrá una orden de evacuación “para el conjunto del municipio”, donde el Ministerio de Sanidad de la Franja y grupos humanitarios estiman que hay un millón de personas.
Israel da a conocer esta advertencia de manera pública el día después de que los portavoces del ejército afirmaran, con el beneplácito del Gobierno de Benjamín Netanyahu, que ya se encontraban enzarzados en la controvertida toma del mayor municipio del enclave.
Netanyahu ha anunciado este jueves que ha ordenado que se inicien “de manera inmediata” las negociaciones “para liberar a todos los rehenes” que permanecen en la Franja. La declaración supone la primera referencia aparente a las conversaciones existentes por un alto el fuego y a la propuesta de tregua que Hamás aceptó el lunes y a la que el Gobierno israelí hasta ahora no había hecho mención.
A pesar de retomar la vía diplomática, el primer ministro ha insistido en que la ofensiva sobre la Ciudad de Gaza sigue adelante: “Estamos ante la victoria decisiva. He venido [a visitar] la División de Gaza para aprobar los planes que el ejército me ha presentado para tomar el control de Ciudad de Gaza y vencer a Hamás”. Múltiples analistas consideran que el primer ministro gesticula cada paso de la preparación de la ofensiva para lograr ventajas en la mesa de negociación.
Según un comunicado castrense, un representante del COGAT —la autoridad israelí que gestiona la ayuda humanitaria en Gaza y en el resto de territorios palestinos ocupados— mantuvo una llamada telefónica con un miembro de las autoridades sanitarias de la Franja: “Te estoy hablando de la posibilidad de que el ejército entre en Ciudad de Gaza”, le dice en la llamada, cuyo contenido está reflejado en la nota: “Esto requiere que preparéis un plan para transferir los equipos médicos desde el norte hacia el sur para que podáis atender a todos los pacientes”.
Desde hace dos semanas, las autoridades israelíes avanzan en la planificación de una ofensiva que llevará a las tropas a expulsar a las multitudes hambrientas que se concentran en Ciudad de Gaza. El desmantelamiento de los servicios de salud y su traslado hacia el sur, tal y como pretende Israel, permitiría al ejército israelí lanzar una ofensiva contra la superficie y el subsuelo de ese municipio que ha vendido ante su población como culminante en la búsqueda de los cautivos.
Olga Cherevko, portavoz de la Oficina de las Naciones Unidas para los Asuntos Humanitarios (OCHA), afirma que seguirán presentes en Ciudad de Gaza mientras puedan. “No seremos parte de ningún desplazamiento forzoso”, asegura en declaraciones a EL PAÍS. “La ayuda debe estar presente allí donde la gente decida estar. Si la gente decide quedarse en el norte [como en Ciudad de Gaza], también debe tener servicios”.
El Ministerio de Sanidad gazatí, controlado por Hamás, también se opone a la exigencia israelí: “El ministerio expresa su rechazo a cualquier medida que debilite lo que queda del sistema de salud tras la destrucción sistemática llevada a cabo por las autoridades de ocupación”. Esta medida, añade, pondría en peligro la vida de residentes, pacientes y heridos. El mismo ministerio ha informado este jueves de la muerte de 70 personas a causa de los ataques israelíes, que también han dejado más de 350 heridos en 24 horas. Las autoridades gazatíes también han informado de dos nuevas muertes por inanición, que elevan a 271 los fallecimientos por esa causa en 22 meses de conflicto.
“Bastión gubernamental y militar de Hamás”
El miércoles, el portavoz militar Effie Defrin confirmó que el ejército ya había iniciado la segunda fase de la ofensiva Carros de Gedeón, con la que pretende invadir Ciudad de Gaza. El ejército asegura que el municipio es “el bastión gubernamental y militar de la organización terrorista Hamás”, y avisa de que está preparándose para “profundizar el daño a esa infraestructura por encima y por debajo de la tierra, cortando la dependencia de la población con respecto a Hamás”. Las tropas aseguran que la operación se encuentra en fase preparatoria, que ya “controlan” algunas partes de la periferia de la ciudad y que están presentes en el barrio de Zeitoun, el más grande de la urbe.
Lo que las tropas ven como una fase preparatoria ha significado la expulsión violenta de miles de civiles inocentes. Así lo reflejan los datos de la OCHA. Durante los últimos 8 días, el 95% de las personas que se han desplazado dentro del enclave lo han hecho para huir del barrio de Zeitoun, donde las tropas de Israel ya están presentes, y donde los testimonios denuncian bombardeos constantes.
“Mi familia decidió irse de su casa en Zeitoun el pasado sábado porque fueron atacados por un dron”, dice a través de WhatsApp Ayman Lubbad, cooperante palestino que trabaja en Deir el Balah, en el centro del enclave. “[El ataque] mató mi primo y al otro lo dejó herido, con ambas piernas amputadas. Mis padres y mis hermanos han sobrevivido de milagro”.
Mohamed Salha, un doctor que dirigía el último hospital disponible al norte de Ciudad de Gaza hasta que el ejército israelí expulsó en mayo a los trabajadores amenazándolos de muerte, decía hace unas semanas que deseaba quedarse en Ciudad de Gaza pasara lo que pasara. Ahora, lo ve distinto. “Estoy intentando encontrar un sitio en Deir el Balah”, dice por WhatsApp en referencia al territorio en el centro del enclave, donde Israel permite la presencia de civiles mientras ataca la zona. “Pero es muy difícil encontrar uno”.
Para las organizaciones humanitarias, el desplazamiento masivo que pretende Israel podría ser un crimen del derecho internacional. “Forzar a centenares de miles de personas hacia el sur es una receta para un desastre todavía mayor”, ha denunciado la OCHA en un comunicado este jueves en referencia al acto recogido como una violación de la Convención de Ginebra.
Un grupo de pocos centenares de palestinos se manifestó el jueves en Ciudad de Gaza con pancartas y banderas palestinas para exigir el fin de la guerra y los desplazamientos forzosos. En los carteles se leía “Parad la guerra” o “Gaza está luchando sola”. La protesta contó con la participación del sindicato de periodistas, de los miembros de la red de ONG local, de la Cámara de comercio y de líderes de algunos de los principales clanes gazatíes.
“La historia se repite”, decía en una rueda de prensa desde el otro lado del muro Lishay Miran, mujer de un rehén que se cree que sigue con vida. “Hay un acuerdo sobre la mesa que puede salvar a los cautivos vivos y dar un entierro digno a los difuntos. Hamás lo ha aceptado, pero el primer ministro se esfuerza en decretar una sentencia de muerte para los vivos y una de desaparición para los muertos”.
