Un centenar de apartamentos de la calle Ivan Dziuba de Kiev dejaron de existir el jueves en un visto y no visto. Un misil balístico ruso impactó en un edificio de 10 plantas durante otro bombardeo con cientos de drones y cohetes. Los Servicios de Emergencias finalizaron al mediodía del viernes las tareas de búsqueda de víctimas entre los escombros. 31 personas fallecieron y los heridos superan los 150. Entre las víctimas hay cinco menores de edad muertos y 16 heridos.
La tragedia se produjo en la última fase del bombardeo de la madrugada del jueves. El ataque duró más de seis horas (de las 23:00 a las 5:30) y, como es habitual en la táctica rusa, sus drones bomba Shahed y Gerber llegan en varias olas que intentan desbordar a las defensas antiaéreas rodeando la ciudad. Es al final de la operación cuando el invasor dispara sus misiles, para que coincidan con la última columna de drones que alcanzan la capital. Cinco misiles balísticos Iskander irrumpieron sobre Kiev en ese momento. Uno de estos alcanzó un bloque de viviendas de 10 plantas, causando la segunda mayor matanza de civiles en la capital en los casi tres años de guerra.
El ataque que dejó más muertos en Kiev se produjo en julio de 2024, justo hace un año, cuando fallecieron 32 personas y 82 resultaron heridas. Aquella jornada es sobre todo recordada porque el fuego ruso destruyó un hospital pediátrico de la capital.
Los vecinos de las viviendas colindantes al lugar del impacto en la calle Ivan Dziuba continuaban un día después recogiendo sus enseres de sus domicilios, para trasladarse a vivir a casas de allegados que los acojan o en albergues ofrecidos por organismos públicos y voluntarios. En un ataque como el de la madrugada del jueves quedan dañados cientos de hogares, que solo tras costosas y largas reformas pueden volver a ser habitables.
Un árbol del parque comunitario fue convertido por los ciudadanos del barrio en lugar de recuerdo de los fallecidos, con flores y velas.
Ucrania convocó este viernes una reunión de urgencia del consejo de seguridad de las Naciones Unidas para protestar por el ataque y para aumentar la presión internacional sobre Rusia para que acepte un alto el fuego sin condiciones, según ha informado el ministro de Exteriores de Ucrania, Andrii Sibiga. El presidente ruso, Vladímir Putin, se niega a aceptar esta tregua. Esto ha llevado a su homólogo estadounidense, Donald Trump, a aceptar por primera vez el envío de armamento para Ucrania y la inminente imposición de nuevas sanciones económicas sobre el país invasor y los países que compren sus recursos energéticos.
Putin ha reiterado este viernes que es partidario de proseguir con las negociaciones con Ucrania, pero que Rusia solo firmará la paz cuando se cumplan las metas que se ha marcado con la invasión. Estas son, según los planes hechos públicos por el Kremlin, la plena anexión de las provincias de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, la renuncia de Ucrania a formar parte de la OTAN y la suspensión de toda ayuda militar internacional para Kiev.
Algo poco habitual, Trump se manifestó el jueves específicamente para condenar el último ataque sobre Kiev. La oficina de la ONU en Ucrania emitió el jueves un comunicado en el que advertía que Rusia está utilizando este verano 10 veces más misiles para bombardeos de largo alcance que en la misma época en 2024. Según las estadísticas diarias que comunican las Fuerzas Aéreas de Ucrania, en julio fueron disparados 6.294 drones y 201 misiles en bombardeos de largo alcance, el triple que hace medio año, cuando Trump llegó a la Casa Blanca. El pasado junio fue el mes con más víctimas civiles de los últimos tres años de la guerra, según el Alto Comisionado por los Derechos Humanos de la ONU: 232 asesinados y 1.343 heridos. El total de civiles muertos en Ucrania en casi tres años y medio de guerra se acerca a los 14.000.
Fue precisamente este junio que Kiev sufrió otro bombardeo que dejó un reguero de muertos civiles, 28 personas. Las circunstancias fueron parecidas a las del 31 del julio. Un misil balístico impactó directamente en un bloque de viviendas. En aquel caso, el objetivo era una fábrica próxima. Por lo menos otros cinco impactos dieron en aquella manzana industrial, a 150 metros del edificio destruido. Putin aseguró que el objetivo era una fábrica de drones. Otro bombardeo del 23 de junio dejó una decena de muertos en Kiev cuando un misil impactó en un bloque de viviendas próximo a una nave en la que se alojaban militares.
En el bombardeo del lunes, la trayectoria del misil indica que su destino de destrucción final podía ser una zona industrial situada a 300 metros del lugar de la tragedia. A diferencia de los dos anteriores, en el suceso del jueves no queda claro cuál era el objetivo de Iskander, un proyectil que tiene un coste mínimo de producción de 2,7 millones de euros.
Récord de muertos
La ONU cree que julio verá otro récord negro en pérdidas de vidas civiles. Tanto la ONU como las autoridades locales han registrado un incremento del uso de munición de racimo en estos misiles y drones, lo que causa una extensión de daños mayor en territorio, pero también dispara el riesgo para la población civil.
En julio se superó en dos ocasiones el récord de drones utilizados en un solo bombardeo de largo alcance contra ciudades ucranias lejos del frente: el máximo número utilizado fueron 728, el 9 de julio. El ministerio de Defensa ucranio da por hecho que este 2025, Rusia superará la cifra de los 1.000 drones bomba utilizados en un solo ataque.
Pese a ello, el mayor número de bajas humanas lo causan los misiles y los aviones bombarderos rusos. Si un Shahed puede cargar entre 30 y 100 kilogramos de explosivo TNT, un Iskander puede cargar 500 kilos. Igual de letales son las bombas aéreas rusas FAB. Varios de estos proyectiles mataron el 28 de julio a 17 reclusos de un centro penitenciario de la provincia de Zaporiyia. Aquel día murieron bajo fuego ruso 23 civiles en toda Ucrania.