Yara Ashour (Gaza, 27 años) piensa en su familia cada vez que se lleva a la boca un trozo de comida. Desde la primavera del año pasado vive en El Cairo (Egipto), pero su cabeza sigue en la Franja, dice. Ella nació, creció y estudió Medicina en el enclave palestino. Y allí estaba terminando su año de prácticas cuando estalló la guerra, en el otoño de 2023. Embarazada entonces de pocas semanas, vivió entre bombardeos del ejército israelí durante seis meses, medio año en el que estuvo ejerciendo de voluntaria en los hospitales de la Franja y, como centenares de miles de gazatíes, también se vio obligada a desplazarse en varias ocasiones. “Debido a los graves riesgos para mi embarazo y al colapso total del sistema sanitario, tuve que evacuar Gaza con mi marido en abril de 2024. Era la primera vez que salía de mi país”, cuenta a este diario.
Desde entonces, Ashour se ha volcado en concienciar sobre la crisis humanitaria que está ocurriendo en Gaza. Ella es, de hecho, uno de los tres firmantes de una carta en la prestigiosa revista The Lancet donde alertan de que Israel está usando la hambruna en la Franja como “arma de guerra”. La joven médica pide responder a las preguntas de EL PAÍS por correo electrónico. “Aunque físicamente me he ido de Gaza, emocionalmente nunca me he ido. Pienso en mi familia y en la gente de allí cada vez que como, bebo agua limpia o disfruto de un momento de paz. La sensación de injusticia es abrumadora”, adelanta.
Pregunta. En el artículo de The Lancet, denuncia que “la hambruna se utiliza cada vez más como táctica deliberada de guerra”. ¿Qué significa esto?
Respuesta. Se está utilizando como arma de guerra en Gaza. Desde el principio, las autoridades israelíes restringieron severamente la entrada de alimentos, combustible y productos esenciales cerrando los cruces fronterizos. Han apuntado particularmente contra alimentos básicos como harina, carne, huevos, verduras, sal y azúcar, al tiempo que permiten una cantidad limitada de alimentos enlatados, que carecen de nutrientes esenciales para el crecimiento infantil. Esto ha provocado una grave escasez y una inflación masiva de precios, de hasta el 1.400% en alimentos básicos. ¿Cómo podría una familia de seis personas permitirse comer en estas condiciones?
En los últimos meses, incluso bloquearon el acceso a la harina, un recurso vital en Gaza, donde el pan es el alimento principal en cada comida. Al analizar esta táctica, queda claro: se trata de un esfuerzo sistemático para debilitar física, nutricional y psicológicamente a la población. Crea las condiciones perfectas para la enfermedad y la muerte.
P. Como médico, y conociendo el estado de salud de la población de Gaza, ¿qué es lo que más le preocupa: las bombas o el hambre?
R. Las bombas matan al instante, pero el hambre mata lenta y silenciosamente. El suelo, el agua y el aire de Gaza están contaminados por los intensos bombardeos, lo que genera preocupación a largo plazo por el cáncer, la infertilidad y los problemas desde el nacimiento. Informes recientes ya sugieren un aumento de anomalías congénitas y abortos espontáneos.
Los niños que comen una sola rebanada de pan al día, o nada en absoluto, sufrirán retrasos irreversibles en el crecimiento y el desarrollo. La falta de gas para cocinar ha obligado a la gente a quemar leña y basura, exponiéndolos al humo todo el día, lo que aumenta su probabilidad de desarrollar enfermedades respiratorias ahora o en el futuro.
Las personas que viven en tiendas de campaña —el 92% de las viviendas de Gaza han sido dañadas o destruidas— carecen de saneamiento, lo que aumenta la propagación de enfermedades infecciosas. No solo estamos presenciando una crisis sanitaria; estamos presenciando el colapso del ecosistema mismo de la vida.
Pero lo más doloroso es ver a niños haciendo fila para recibir comida en lugar de estar en las aulas, aprendiendo y soñando. Casi dos años de guerra han arrebatado a toda una generación su derecho a la educación. Estamos presenciando el desmantelamiento intencionado del futuro de una sociedad.
Los niños que comen una sola rebanada de pan al día, o nada en absoluto, sufrirán retrasos irreversibles en el crecimiento y el desarrollo”
P. ¿Cuál es la situación alimentaria actual en Gaza?
R. Es catastrófica. Más del 90% de la población de Gaza se enfrenta a una inseguridad alimentaria de emergencia. La gente come hierba, pienso o comida podrida. Las madres ya no pueden amamantar. Los bebés mueren no por trauma, sino por inanición. Hasta el 24 de julio de 2025, el Ministerio de Salud ha documentado 113 muertes por inanición: 81 niños y 32 adultos. Se han registrado más de 24.700 casos de desnutrición. Toda Gaza corre el riesgo de entrar en la fase 5 de la hambruna, la más grave.
P. Cien organizaciones han alertado esta semana de una “hambruna masiva” en Gaza. ¿Llegan demasiado tarde estas advertencias?
R. Lamentablemente, sí. Los avisos han llegado durante meses, pero no se han tomado medidas efectivas. Las muertes por inanición están aumentando. Incluso si los alimentos llegan hoy, muchos niños y mujeres embarazadas ya no se recuperarán. La desnutrición, cuando se prolonga, provoca daños irreversibles.
P. ¿Cree que el mundo es realmente consciente de lo que está sucediendo en Gaza?
R. Hay una creciente concienciación, pero ¿de qué sirve la concienciación sin acciones significativas? Mientras los gobiernos debaten, mueren niños. Esto no es un desastre natural. Es hambruna provocada por personas, resultado de decisiones políticas deliberadas. El derecho internacional es claro: la hambruna como arma de guerra es un crimen de guerra. El mundo debe responder en consecuencia.
P. Desde una perspectiva médica, ¿cuáles son sus efectos en las personas que sufren desnutrición?
R. La hambruna causa desnutrición proteico-energética, insuficiencia orgánica, inmunodepresión y, finalmente, la muerte. Los niños sufren retraso en el crecimiento y en el desarrollo cerebral. Las mujeres embarazadas sufren anemia, abortos espontáneos y mortalidad perinatal. Estos efectos pueden persistir a lo largo de generaciones debido al daño epigenético.
P. ¿Cómo vive la población esta situación? ¿Qué le trasladan?
R. La mayoría de la gente en Gaza está desesperada. Hay un nivel de agotamiento y entumecimiento que nunca antes había visto. Algunos ya no lloran cuando muere un ser querido; no les queda energía. Y, sin embargo, aún hay esperanza. Cuando hablo con mi padre, me dice: “Pronto terminará”. Me anima él a mí cuando debería animarlo yo a él. Esta resiliencia impulsa a la gente a seguir adelante.
P. ¿Qué están haciendo los civiles para sobrevivir a esta escasez de alimentos?
R. Han hecho lo imposible. Ahora el pan se hace con lentejas, pasta o incluso guisantes. La gente usaba líquidos intravenosos (con glucosa) de los hospitales como sustitutos del azúcar [el principal combustible de las células del organismo]. Algunos comen una sola vez al día, con suerte.
Estamos presenciando el desmantelamiento intencionado del futuro de una sociedad”
P. Hay estudios científicos sobre episodios pasados de hambruna en la historia, que apuntan a consecuencias a largo plazo, incluso para las generaciones futuras. ¿Estamos ante una sentencia de muerte o una mala salud para los palestinos hoy y en el futuro?
R. Esto tendrá consecuencias durante décadas: mayores tasas de diabetes, enfermedades cardiovasculares, trastornos de salud mental, dificultades de aprendizaje y muerte prematura. Estamos presenciando una sentencia de muerte para la salud pública, no solo ahora, sino para las generaciones futuras.
P. Para que un territorio se considere oficialmente en hambruna, debe cumplir una serie de criterios. Pero es difícil medir esto dada la devastación que sufre la Franja y las restricciones de acceso al personal humanitario. ¿Cómo encajan estos requisitos técnicos en la realidad que ve a diario?
R. Las declaraciones de hambruna se basan en datos —tasas de desnutrición, número de muertes, inseguridad alimentaria—, pero los sistemas de salud y monitoreo de Gaza han colapsado. Los grupos de ayuda ni siquiera pueden llegar a las zonas más afectadas. Se le llame oficialmente hambruna o no, lo que estamos viendo es hambruna. Las vidas no deberían depender de definiciones.
P. ¿Qué otras enfermedades se están viendo en la Franja? Un informe de la ONG Oxfam Intermon advierte de un aumento de las enfermedades transmitidas por el agua.
R. Hay un aumento repentino de las enfermedades transmitidas por el agua —diarrea, ictericia, hepatitis A— debido al agua contaminada. El hacinamiento en los refugios ha provocado sarampión, sarna e infecciones respiratorias. Con la higiene comprometida y la falta de atención médica disponible, las enfermedades se propagan sin control, empeorando la situación.
Algunos ya no lloran cuando muere un ser querido; no les queda energía”
P. ¿La privación de alimentos y la hambruna están empeorando o acelerando la aparición de otras enfermedades?
R. Sí, es un círculo vicioso. La desnutrición debilita todas las defensas del cuerpo. Una simple herida se infecta. La diarrea se vuelve mortal. Los pacientes heridos se encuentran entre los más vulnerables: sin suficientes proteínas, calorías y micronutrientes, sus heridas no pueden sanar y son extremadamente susceptibles a infecciones, sepsis y muerte. Esta es una dimensión silenciosa pero devastadora de la crisis sanitaria en Gaza. El hambre no solo causa la muerte, sino que abre la puerta a muchas otras causas de muerte.
P. ¿Cuáles son sus perspectivas para Gaza? ¿Hay esperanza?
R. La esperanza es nuestra única opción. La comunidad médica de Gaza es resiliente, pero está agotada. Sin un alto el fuego total, ayuda humanitaria masiva y una reconstrucción a largo plazo, la recuperación tardará décadas. Pero con la solidaridad y la rendición de cuentas internacionales, el cambio aún es posible.