El esfuerzo de las principales potencias europeas, el Reino Unido, Francia y Alemania, para movilizarse y detener la ofensiva israelí en Gaza -que quedó plasmado este viernes en un comunicado en el que exigían el fin de la “catástrofe humanitaria-, es un paso inédito hacia un cierto consenso, que contrasta con la postura de Estados Unidos y de Israel. Esos dos países están cada vez más solos en su justificación de la invasión israelí de la Franja, en la que han muerto más de 59.000 palestinos desde octubre de 2023. De ellos, 122 de hambre, muchos en los últimos días. Las imágenes de los niños reducidos a piel y huesos por el bloqueo israelí, a las que ha aludido también el primer ministro australiano, Anthony Albanese, están impulsando esa movilización europea.
Frente al coro de voces que reclaman un alto el fuego, al que se han sumado este viernes estos tres países -dos de ellos, Reino Unido y Francia, miembros permanentes del Consejo de Seguridad-, el presidente estadounidense, Donald Trump, y Benjamín Netanyahu, insisten en ir a contracorriente. Incluso han amagado con una “nueva ofensiva” en el territorio palestino en ruinas.
Este viernes por la noche, medios israelíes se hacían eco de las declaraciones de representantes estadounidenses, que el día anterior explicaron a familiares de los rehenes israelíes en Washington que la retirada de las negociaciones es parte de una estrategia para ganar una posición de fuerza ante Hamás.
El jueves, cuando la materialización de un acuerdo para un alto el fuego parecía cercana, un comunicado de la oficina del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sorprendió anunciando el abandono de las conversaciones en Qatar por parte de su equipo de negociadores. Poco después, altos funcionarios estadounidenses, incluyendo al presidente Donald Trump, justificaban la congelación del diálogo, lo que dio al traste con las esperanzas de lograr una tregua que permitiera la entrada de ayuda humanitaria.
Se desconoce si las partes retomarán contacto a partir de la semana que viene, como sugieren algunas informaciones, pero, mientras tanto, el hambre se cobra nuevas víctimas cada día en Gaza, entre ellas, muchos niños. Naciones Unidas insiste al mismo tiempo en que tiene 6.000 camiones con carga humanitaria preparados para acceder al enclave cuando las autoridades israelíes levanten el bloqueo.
El secretario general de la ONU, António Guterres, no ha ocultado este viernes su decepción por la inacción del mundo ante la realidad en Gaza. El portugués ha recordado que “las palabras no alimentan a los niños hambrientos”, una declaración que coincidía en el tiempo con la publicación de múltiples comunicados sobre la catástrofe en la Franja por parte de diferentes gobiernos. “Esto no es solo una crisis humanitaria”, afirmó Guterres, “es una crisis moral que desafía la conciencia global”.
El colapso de las negociaciones y el horizonte de una tregua que se aleja fue precisamente lo que llevó el jueves al presidente francés, Emmanuel Macron, a anunciar que Francia tiene previsto reconocer al Estado palestino en septiembre. Este viernes, el propio Macron contactó por videoconferencia con el primer ministro británico, Keir Starmer, y con el canciller alemán, Friederich Merz. A pesar de que sus diferentes políticas en Oriente Próximo, los tres líderes exigieron en su comunicado el fin de la “catástrofe humanitaria” y llamaron a Israel a “levantar las restricciones del flujo a la ayuda de manera inmediata”. “Retener asistencia humanitaria esencial para la población es inaceptable”, añadieron.
La oficina del primer ministro británico publicó otro comunicado de manera paralela. Starmer, que describía las imágenes que surgen de Gaza como “atroces”, parecía dar un paso calculado hacia la idea de reconocer el Estado palestino. “Sobre eso, soy inequívoco”, decía el mandatario: “pero debe ser parte de un plan mayor que resulte en la aplicación de la solución de los dos estados y en la seguridad duradera de los palestinos y los israelíes”.
Starmer emitió ese texto presionado por 221 diputados británicos que horas antes le urgieron en una carta a reconocer el Estado palestino: “El reconocimiento del Reino Unido tendría impacto significativo por nuestras connotaciones históricas y nuestra membresía en el Consejo de Seguridad de la ONU”, le hacían notar los firmantes.
Alemania afirmó en otro comunicado propio estar preparada para “aumentar la presión” si no detecta progreso en el compromiso israelí para una mayor entrada de ayuda humanitaria en Gaza. Berlín expresaba así su inclinación por seguir por la vía de la mediación con Israel, con quien decía estar “en contacto permanente” en asuntos como la tregua o el flujo humanitario.
Negar la hambruna
Mientras varias potencias europeas avanzan hacia un cierto consenso sobre el fin de la guerra en la Franja, los EE UU e Israel justifican la continuación de la ofensiva. Según parte de la prensa israelí, representantes estadounidenses admitieron en Washington a familiares de los rehenes israelíes que la retirada de las negociaciones para alcanzar una tregua en Gaza era una estrategia para ganar “fuerza” en las negociaciones con Hamás. La explicación, que tuvo lugar el mismo jueves en el que las negociaciones saltaron por los aires en Qatar, trataba de aplacar las iras de unas familias que claman por una tregua que libere a sus seres queridos.
Las autoridades israelíes siguen, mientras tanto, negando la hambruna en Gaza. También su bloqueo de la ayuda. “De forma contraria a lo que se dice, no hay ningún límite al número de camiones humanitarios que pueden acceder a Gaza”, rezaba este viernes un comunicado de COGAT, el organismo del ejército israelí que se encarga de autorizar o denegar la entrada de esa ayuda en los Territorios Palestinos.
Ese organismo reiteró luego su argumento de que las organizaciones internacionales que trabajan bajo el paraguas de la ONU han disminuido durante el último mes la recogida de la ayuda que ya se encuentra dentro de Gaza, que cifra actualmente en 800 camiones. El comunicado atribuye a “la presión” la supuesta reanudación de suministros por parte de Naciones Unidas en los últimos dos días. El COGAT asegura luego que se ha distribuido la carga de 270 camiones, algo que la ONU no ha confirmado. La ONU lleva semanas denunciando la imposibilidad de recoger y distribuir ni tan siquiera la escasa ayuda que entra en Gaza porque Israel no ofrece vías seguras para ello.
A pesar de seguir culpando a Hamás de orquestar una campaña propagandística para atribuir a Israel la hambruna, el ejército de Israel ha reconocido este viernes que hay “rincones” en el enclave donde el acceso a la comida es difícil, algo que achaca al hacinamiento de la población civil y a las malas condiciones de higiene. Las autoridades israelíes han forzado a los 2’1 millones de gazatíes a concentrarse en poco más del 12% de los 365 kilómetros cuadrados con los que cuenta Gaza.
UNICEF advirtió el jueves en declaraciones a Reuters de que las existencias de comida especializada para niños gravemente malnutridos, como las galletas de alto valor energético, se agotarán a mediados de agosto si no se levanta el bloqueo.
La escasez de productos alimenticios dispara además los precios y la avaricia de algunos comerciantes. Un reportaje divulgado este viernes por la cadena catarí Al Jazeera muestra cómo los precios de los productos básicos resultan inasumibles para la mayoría de la población. Un paquete de espaguetis, se paga a 10 dólares (unos 8,5 euros); uno de lentejas, 15; y uno de harina, 17. Todo, en un territorio destruido donde la población civil, que en su mayoría ha perdido su trabajo y no tiene fuentes de ingresos, resiste desde hace casi dos años con los ahorros de los que disponía.